Cultura
Luego de 50 años se abre la colección Panamá
Con la muestra “Gunadule: Mujeres, Cartografías, Textiles y Saberes territoriales”, puede admirarse al fin este acervo en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, donada por el poeta, investigador y diplomático, quien resume la historia para Proceso.
Ciudad de México (Proceso).- Gracias al generoso apoyo que nos brindara la revista Proceso --donde se publicó la carta enviada al excanciller Marcelo Ebrard (26 de agosto 2021) y la entrevista que el maestro Roberto Ponce me hiciera sobre el estado de abandono en que se encontraba la colección de arqueología y etnología de Panamá en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM) en marzo 2022--, se abrió la posibilidad para que, con el director del INAH, Diego Prieto, llegáramos a acuerdos de una larga agenda de propósitos sobre el futuro de la colección, bien cuidada en las bodegas del recinto por casi 50 años.
También contribuyeron los artículos publicados en esa fecha en el diario “La estrella de Panamá” por el doctor Miguel Ángel Cañizales, exministro de Educación de ese país. Fue así cómo, por mediación del maestro Leonel Durán, decano de los antropólogos mexicanos, fuera posible una entrevista con el maestro Prieto.
Entre esos acuerdos, la directora del MNCM, maestra Alejandra Gómez Colorado, dio a conocer el proyecto de la creación de la Sala Gunadule, finalmente inaugurada el 9 de noviembre con una brillante curaduría de la doctora Dahil Melgar Tisoc, quien estuvo a cargo del guion de la exposición, vinculándolo a los grandes temas del mundo contemporáneo: Cambio climático, las mujeres y la actividad artesana en las culturas originarias...
En esta muestra, “Gunadule: Mujeres, Cartografías, Textiles y Saberes territoriales”, podemos destacar cuatro variables importantes, entre otras:
1.- 1925, Fecha de reconocimiento de la autonomía del pueblo Guna con respecto a sus derechos consuetudinarios y territoriales, que ahora se encuentran amenazados por el crecimiento del lecho marino que viene inundando las 365 islas del Archipiélago de las Mulatas. Algunos pobladores han sido trasladados a la zona Gune de tierra adentro, como resultado catastrófico del cambio climático que amenaza al mundo entero.
2.- El liderazgo de las mujeres gunas que en sus comunidades representan linajes matrilineales, las cuales hay que seguir investigando pues el poeta Aristeides Turpana, mi colaborador y amigo en los años setenta --con el cual conocí esta maravilla de comunidad originaria--, toda la autoridad recaía en el Sahila, quien gobernaba en esos días en las islas, y al cual hombres y mujeres por igual tenían que pedir autorización para cualquier actividad cotidiana, incluido salir y entrar al territorio.
3.- Las Molas o textiles Gunas, los cuales representan dibujos geométricos abstractos que se encuentran en la exposición, tienen más de cien años, así como los temas zoomorfos geometrizantes que son más frecuentes en los diseños contemporáneos. La colección de Molas fue restaurada y puesta en valor gracias a los trabajos de un equipo multidisciplinario de las Facultad de Artes y Diseño de la UNAM.
4.- Los rituales Nelegan, chamanismo, curandería, cuya colección de bastones utilizados en las ceremonias de curación están compartidos con la cultura Emberá, de la selva del Darién.
Los módulos (*)
El boletín 771 del INAH del 10 de noviembre, expone los cuatro módulos en los cuales se compone la exposición en Moneda 13, Centro Histórico. Vale la pena reproducirlos:
En el primero, “Nosotros los gunadule”, contextualiza su demografía y ubicación, una población con más de 80,000 integrantes, distribuida entre Panamá y Colombia, sobre el archipiélago Guna Yala (San Blas) y en la selva del Darién. Incluye su organización social, basada en casas comunitarias y en la propiedad matrilocal (donde los hombres se incorporan a la familia de la esposa).
Se conoce la tradición textil de la “mola”, una técnica decorativa en la que se superponen, cortan y entresacan capas de telas para crear patrones o dibujos, conocida como “appliqué inverso” o “negativo”. Con este “sistema de escritura”, principalmente femenino, se preserva y transmite la cosmovisión, tradiciones, historias, paisajes, costumbres y trasformaciones de este pueblo.
En el segundo, “Bab igar. El camino de Baba y Nana”, se muestran sus creencias y prácticas espirituales. Explica el mito de Baba y Nana, creadores del universo y sus leyes, el cual se transmite con cantos metafóricos llamados “bab igar”. También, la cosmogonía del “billigan”, las ocho capas que componen al mundo, las cuales se representan en las “molas”.
Se revisa la labor de los “nelegan” (chamanes), quienes fungen como mediadores con los espíritus para entender y atender las enfermedades; y los “inadulegan” (curanderos), portadores de la medicina ancestral. Se explica la importancia de los “nudsugana”, figuras antropomorfas de madera consideradas entidades vivas, las cuales protegen a las familias y comunican con el mundo espiritual.
El tercer bloque, “Omegan. Mujeres”, recorre los tres ritos de paso femeninos obligatorios, conocidos como “chichas”: “iggo inna”, que celebra el nacimiento de una bebé, con la perforación simbólica de orejas y nariz; “inna suid”, sobre la llegada a la pubertad, un encierro ritual de instrucción y purificación, y el “inna dummadi”, la presentación ante la comunidad como mujer casadera.
Se menciona la importancia de estos ritos y de la vestimenta femenina para la identidad del pueblo gunadule, cuya prohibición fue el detonante del levantamiento social conocido como la Revolución Tule, en 1925. También, abre un espacio para hablar del sentido de dualidad masculina-femenina en su cosmovisión, y el reconocimiento de la diversidad sexogenérica en las personas “omeggid”.
El cuarto y último módulo, “Los lazos de los gunadule con el mundo”, descubre a una comunidad históricamente conectada con el orbe, que estableció relaciones con piratas británicos y franceses desde el siglo XVI, con colonos escoceses, calvinistas franceses y mercaderes británicos en torno al siglo XVIII, y que a partir del siglo XX comercia con productos tropicales, “molas” y el turismo comunitario.
Colofón del autor
La exposición --que permanecerá abierta hasta el 30 de junio 2024-- tuvo el valioso apoyo del embajador de Panamá en México, doctor Alfredo Orange, quien en la ceremonia de inauguración confirmó que la colección de Panamá en el MCMN es propiedad de éste, y se refirió al oficio de la doctora Reina Torres de Arauz, directora del Patrimonio Histórico de ese país, quien en 1974 hace la donación. En la larga correspondencia con las autoridades del INAH, encontramos el oficio de la doctora, dirigido al licenciado Juan A. Tack, ministro de Relaciones Exteriores, donde solicita su aprobación para el intercambio de piezas arqueológicas con el Museo Nacional de las Culturas de México, intercambio reciproco de materiales arqueológicos para la ampliación de la Sala de Panamá en el mismo museo.
El intercambio de piezas nunca fue posible, y finalmente la Sala de Panamá quedó cuidadosamente resguardada en las bodegas del recinto, hasta que finalmente, gracias a la directora Alejandra Gómez, podemos ver “Gunadule…” con aproximadamente el 20% de la colección, por lo cual al embajador Alfredo Orange le asiste toda la razón al confirmar la propiedad de estos bienes culturales al INAH y por tanto al MNCM.
En 1974 se inauguró ahí la sala, que permaneció hasta 1976-1977, fecha aproximada en la cual concluyeron su gestión los doctores Julio Cesar Olivé y la doctora Beatriz Piña Chan, dando como resultado el resguardo de la colección de las bodegas por casi 50 años.
Mi preocupación sigue siendo la misma: Cuando concluya esta magnífica exposición “Gunadule…”, ¿los más de 150 materiales arqueológicos y etnográficos volverán a la bodega del museo, dado que los espacios del mismo con el paso de los años se han reducido por la cantidad de países y culturas que se encuentran representados?
Y como en junio también concluirá el régimen actual del gobierno, y con ello la dirección del maestro Prieto --cuyas tareas de su dirección general serán históricas sobre todo por el rescate arqueológico que ha realizado en la ruta del Tren Maya--: ¿Cuál será el futuro de la colección de Panamá en el MCMN?
Amanecerá y veremos.
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(*) Este fragmento fue introducido por la Redacción.