Ajedrez
Ajedrez y depresión
No se sabe a ciencia cierta qué produce este estado, el cual la mayoría de los seres humanos hemos sentido alguna vez en mayor o menor grado. Los ajedrecistas no son inmunes a deprimirse. Les ocurre cuando pierden una partida, y es que en un juego de ajedrez uno pone todo su ser.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La depresión es un trastorno de la salud mental. Hay un número de grados o niveles en este caso y, de hecho, no se sabe a ciencia cierta qué produce este estado, el cual la mayoría de los seres humanos hemos sentido alguna vez en mayor o menor grado.
Los ajedrecistas no son inmunes a deprimirse. Les ocurre cuando pierden una partida y hasta se dan casos por demás conocidos, como cuando Boris Spassky perdió una partida importante y comenzó a llorar. Y es que en una partida de ajedrez uno pone todo su ser, y perder nunca está en nuestros planes.
Sin embargo, es cierto que la mayoría de los jugadores saben lidiar con la derrota, al menos en público, aunque en sus casas se recriminen el haber jugado mal. Vamos, todos los ajedrecistas saben que no siempre se puede ganar.
En el ajedrez de alto nivel hay casos de ajedrecistas que han perdido la vida prematuramente, suicidándose al no encontrar ningún aliciente para seguir en este mundo. Han sido varios casos famosos, por ejemplo el de Lembit Oll, quién era un destacado gran maestro con un futuro prometedor en el ajedrez de alto nivel. Sin embargo, en 1996 se divorció, dejando la custodia de sus dos hijos a su exmujer. Esto lo llevo a una serie de comportamientos erráticos y eventualmente de lanzó por una ventana de un quinto piso, perdiendo la vida con sólo 33 años de edad.
Otros ejemplos son quizá más trágicos, como el de Alvis Vitolins, quién era un extraordinario jugador de ajedrez, el cual vivía sólo para el juego ciencia. Y a pesar de un potencial gran futuro competitivo, Vitolins, quién tenía ya antecedentes de una posible enfermedad mental, sufrió la pérdida de sus padres en el lapso de una semana y posteriormente la de su terapeuta, apenas unos días después. De pronto el ajedrecista se sintió solo y no encontró ningún sentido de seguir viviendo, suicidándose al tirarse al río Gauja desde un puente.
El de Harry Nelson Pillsbury es un caso más: quien en su debut ganaría el tradicional torneo de Hastings. Pillsbury fue -después de Morphy- el segundo mejor jugador que había dado Estados Unidos. Desafortunadamente el ajedrecista se contagió de sífilis, y como en ese tiempo no era tratable esa enfermedad, derivó en complicaciones que le afectaron su salud mental. Siendo tratado en un hospital, intentó suicidarse, y aunque se dice que no lo logró, le dejó heridas suficientemente graves para que perdiese la vida unos días después.
Hay más historias terribles de ajedrecistas con grandes posibilidades y futuro que terminaron su vida prematuramente. Y hay que aclarar que una depresión extrema puede ocurrir en cualquier actividad deportiva.
Michael Phelps lucha contra la depresión también, por ejemplo, lo cual indica que en muchos sentidos la depresión es común (a ciertos niveles) en todas las actividades humanas.
De hecho, de acuerdo a Bill Harston, ajedrecista británico: "El ajedrez no hace que las personas enloquezcan. Al contrario, las mantiene cuerdas".