Cine
“Monster” en la Muestra
El guion de Yuji Sakamoto parece confeccionado a la medida de Kore-eda, aprietos de los padres por entender a sus hijos, y éstos, niños y niñas, que intentan hacerse comprender por la familia, la escuela, un mundo de estructuras e instituciones tambaleantes e insuficientes para contenerlos.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nada más cierto, como lo anuncia el programa de la 74 Muestra de Cine Internacional de la Cineteca, “Monster” (Kaibutsu; Japón, 2023) es uno de los trabajos más ambiciosos de Hirokazu Kore-eda:
Como si trabajar con un guion no escrito por él mismo, después de casi treinta años, le permitiera distancia y libertad para penetrar en la psique de este par de escolares, Minato (Soya kurokawa) y Yori (Hiiragi Hinata), atrapados en la red de suposiciones y construcciones culturales de una pequeña ciudad de Japón, en la región montañosa de Nagano, microcosmos de la sociedad mundial.
A primera vista, el guion de Yuji Sakamoto parece confeccionado a la medida de Kore-eda, aprietos de los padres por entender a sus hijos, y éstos, niños y niñas, que intentan hacerse comprender por la familia, la escuela, un mundo de estructuras e instituciones tambaleantes e insuficientes para contenerlos.
Pero la construcción de la historia, apoyada en tres puntos de vista diferentes, evoca la dinámica de “Rashomon”, con la diferencia que aquí la verdad ilumina como relámpago, a diferencia de la obra de Kurosawa en la cual la certeza en imposible. Las tres narrativas componen un drama en tres actos.
En el primero, Saori (Ando Sakura), viuda recientemente, vive con Minato, su hijo de once años, quien exhibe un comportamiento extraño luego de que ambos presencian el incendio de un edificio cercano; a duras penas la madre entiende que el chico sufre acoso y maltrato por parte de un maestro de la escuela, y cuando ella acude a denunciarlo, se topa con el extraño comportamiento de la directora (estupenda Yuko Tanaka) --quien parece narcotizada--, junto con los demás maestros que sólo saben disculparse en bloque, sin indagar a fondo las causas, como si fuesen cómplices del agresor.
El segundo acto presenta el punto de vista del maestro Hori (Eita Nagayama), tipo concienzudo en su trabajo y dedicado a sus alumnos, convencido de que defiende a Yori --un alumno vulnerable al que todos acosan-- de Minato, fuerte y seguro de sí mismo.
En la tercera parte, el espectador se interna en el laberinto de Yori y Minato, construido en parte para defenderse instintivamente de los adultos, y en parte como mero resultado de la incapacidad de los supuestos protectores, enredados con protocolos y lugares comunes, laberinto de un exceso de información que creen tener a su disposición sólo por ser adultos.
Como el título anuncia que un monstruo debe andar por ahí, el público cae en la trampa de querer descubrir la identidad del perverso; vale aclarar que el término japonés “kaibutso”, que puede traducirse como monstruo, también implica un espíritu malévolo, un tanto sobrenatural, no necesariamente visible.
Y si en la primera parte se activa el vigilante del espectador, dispuesto a solidarizarse con la denuncia del abuso infantil, y en la segunda parece cambiar la jugada y caer en el género del niño monstruo --a lo Damián de “La Profecía”--, en la tercera Koreeda expone la superficialidad de los prejuicios y rumores de lo que se considera políticamente correcto.
Dedicada a Ryuichi Sakamoto (nada que ver con el guionista), quien compuso la música en plena etapa del cáncer terminal que se lo llevara antes de finalizar el rodaje, “Monster” es una cinta tan compleja como ligera; Sukamoto deja un comentario, a manera de testamento, cuando explica cómo se inspiró para la partitura: nuestra salvación depende del gozo que los niños experimentan cuando se sienten vivos… y esa imagen hizo que mis manos corrieran por las teclas.
ap/
--FIN DE NOTA--