Martín Scorsese

“Los asesinos de la luna”

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición es ahora mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
domingo, 29 de octubre de 2023 · 13:42

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Poco antes de la pandemia (2017), el ensayo-reportaje del periodista David Grann, “Asesinos de la luna, un crimen americano y el nacimiento del FBI”, causó sensación por la manera en la que expuso la voracidad de lucro y la manera sistemática en la que la gente blanca se había dedicado a exterminar a nativos de la nación Osage en Oklahoma.

La razón eran los pródigos mantos de petróleo que poseían los Osage. Los hechos, ocurridos durante la década de los años veinte, causaron tal escándalo que el gobierno decidió crear una comisión, a demanda de los afectados, para investigar la plaga criminal, cosa que habría contribuido a consolidar el recién formado Buró federal de Investigaciones, conocido como FBI.

El material era oro puro para Martin Scorsese: el poder y la moral frente al crimen, la violencia y la conciencia -o falta de conciencia- de la sociedad americana, son sus temas. En “Los asesinos de la luna” (The Flower Moon Killers; EU, 2023), el autor de “Taxi Driver” o de “Buenos muchachos”, abandona la selva urbana donde prolifera el crimen organizado, para señalar un elemento constitutivo, en sentido antropológico, del ideal del rico americano.

William King Hale (Robert de Niro), poderoso ranchero, se presenta como benefactor de los integrantes del pueblo Osage al que colma de regalos; por otro lado, codicia su riqueza y los manda asesinar; cuando llega su sobrino Ernest (Leonardo DiCaprio), veterano de la Primera Guerra Mundial, lo seduce con la idea de enamorar a una nativa, Mollie (Lily Gladstone) para casarse con ella, formar una familia y asesinarla discretamente, a la primera oportunidad.

A partir del material del ensayo, Scorsese, apoyado por DiCaprio, a quien no le convencía participar en una historia en la que los blancos terminaban como protectores y héroes (FBI) que rescatan a los nativos, el núcleo se ancló en la relación entre Ernest y su Mollie; el cambio de enfoque no fue del agrado de la Paramount, que prefería un tanto la imagen del buen White American, y retiró el financiamiento, aunque luego apoyó la distribución cuando vio el producto terminado.

La historia del rodaje, en plena pandemia, da para otra película: Scorsese y varios de su equipo, incluyendo a Robert de Niro, aprendieron la lengua y convivieron a fondo con la nación Osage; extras y personajes nativos son auténticamente descendientes de ese pueblo. El catolicismo y el oscuro humanismo del director de “Toro salvaje” se despliega como nunca antes en esta exploración de la cultura americana.

Y en la fotografía de Rodrigo Prieto, “Los asesinos de la luna” evoca la vida de este pueblo ligada al alma de la tierra y algunas escenas remiten a la poesía de Terry Malick en “Badlands”.

El toque maestro se halla en el desarrollo de la relación entre Ernest y Millie, drama de amor y traición; lo más doloroso para el espectador no es tanto la perfidia de él hacia ella, sino la traición consigo mismo, la debilidad frente al tío. La actuación de este DiCaprio maduro muestra un nivel de densidad no visto antes.

Y De Niro hace un poco de “collage” con sus personajes del pasado… el coctel funciona, la duplicidad y perversidad que proyecta da escalofrío, no me sorprendería que se hubiese inspirado en la ínfulas de Trump, político repugnante para Scorsese.

Pero el gran descubrimiento es Lily Gladstone, quien construye un personaje sereno y triste -ella misma de origen Osage-, y logra transmitir la fuerza de su tierra y el dolor.

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