Ignacio Solares

Homenaje a Ignacio Solares

El narrador, dramaturgo, editor, periodista y promotor cultura Ignacio Solares, fallecido el pasado 24 de agosto, fue recordado por la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM.
sábado, 7 de octubre de 2023 · 11:22

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- El narrador, dramaturgo, editor, periodista y promotor cultura Ignacio Solares, fallecido el pasado 24 de agosto, fue recordado por la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Se dedicó la mesa a “los diversos Ignacios Solares” en la Casa Universitaria del Libro de la Roma del 5 octubre. El periodista y escritor José Gordon recordó un poema que le gustaba a Solares del español León Felipe, llamado “El salto”. Y lo citó, para después seguir sobre “Solares, el otro”:

“En estas palabras resuena el título de la novela ‘Madero el otro’, que nos permitió entender el perfil de Francisco I. Madero más allá del apunte histórico ideográfico, para penetrar en su interior, sus sueños, su contacto con el espiritismo, sus pesadillas, sus esperanzas, la forma en que respiraba y el hilo y la cadencia de su pensamiento. ¿Cómo es posible lograr esto? La dificultad está marcada por uno de los novelistas que más admirábamos, Ignacio Solares y yo, Isaac Bashevis Singer.

“Solares dedicó toda su vida a sondear y explorar lo que estaba atrás de nuestras miradas. ¿Cómo se logra traspasar el cráneo de un personaje?, ¿cómo se logra penetrar los rincones más íntimos de los personajes que como todos nosotros nos reunimos ahora en torno al ritual de la lectura de los libros de Ignacio?. Una de las claves es penetrar la otredad, lo que rebaza tanto al creador como al recreador, entonces, para ser otro tenemos que salir de nosotros mismos.”

Gordon describió que la palabra intervalo la descubrió Solares. “Es un hueco, un vacío que está entre las cosas. Fue uno de sus hallazgo definitivos, porque le explica lo que estaba realizando”. Enseguida Gordon anexó:

“Antes de partir fue acompañado amorosamente por su familia, por sus queridos hijos, pero también arropado por sus propias palabras de la novela ´No hay tal lugar’ que le leía en esos instantes su entrañable esposa Myrna Ortega, y que son una especie de versión mexicana de un fragmento del libro tibetano de los muertos, esas palabras lo arroparon”.

En tanto, el narrador Martín Solares se refirió a las charlas con Solares:

“Si lo comparamos con otros escritores mexicanos del siglo XX, salta a la vista que Ignacio Solares fundó muy pronto su propia rama en el árbol de la novela siguiendo los pasos de su maestro Juan José Arreola, quien exigía distinguir el lenguaje vivo de las palabras muertas. A Ignacio Solares le interesaba la literatura habitada por el espíritu. 

“Es famoso su primer encuentro con Arreola cuando Ignacio le llevó su primer cuento para que lo revisara escrito sin ningún signo de puntuación, siguiendo la escuela de los primeros escritores surrealistas. Cuando Arriola vio eso, le dijo: ‘¿Para qué quiere practicar la escritura automática?’, Ignacio le dijo que para se manifieste mejor el inconsciente. Arreola le mencionó que el inconsciente se manifiesta mejor cuando uno usa la puntuación, toda la literatura da fe de ello, y Arreola tomo una pluma y marcó cada punto y coma que fueran necesarias. A partir de entonces no hay una sola obra de Solares en la cual no siguiera las reglas de la puntuación porque no le permitieron crear su propia puntuación”.

Destacó:

“Ignacio Solares se esmeró en consolidad su propia estrategia literaria, escribió una docena de novelas, se preguntaba si la conciencia humana prosigue después de la muerte”.

Y destacó que Solares era un esplendido narrador oral que guardaba centenares de historias interesantes.

Después el poeta Javier Sicilia se refirió a la visión espiritual de Solares:

“Nacho tenía la manera de mirar a Dios con humor. Nos juntábamos Paco Prieto, su esposa Myrna, Alicia Molina, Eduardo Garza, yo, en fin, nos reuníamos en torno al misterio católico, y nos seguimos reuniendo, y a hablar sobre el tema de la fe, el tópico fundamental de la vida de Occidente dentro del espectro religioso, y Paco Prieto lo mira como un novelista católico y hubo discusiones sobre el papel del escritor y su filiación”.

Anexa:

“Nacho, junto con Vicente Leñero, se veían no como católicos escritores, sino como católicos escritores. Es decir, antes que nada decían somos escritores. Creo que hay un sustrato católico irremediablemente en el escritor católico, es decir, no puede prescindir de su fuente, no. En Vicente es sumamente claro también y mucho más claro en Paco Prieto, es muy claro en mi. En Na-cho no es tan claro. Su base no es el catolicismo. Lo forman los jesuitas y le guardó un amor especial y muy grande al jesuitismo. San Ignacio Loyola que era su santo patrono, pero en realidad la base de Nacho no es católica propiamente aunque tenga ese sustrato nadie puede escapar del catolicismo en México, pero su fuente es más bien cristiana heterodoxa. Se preguntaba ¿quién es Dios?. Había un hombre muy angustiado, pero respondía con mucho amor”.

La novelista Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural, rememoró que conoció a Solares en noviembre de 1995 y después le presentó un libro de cuentos en la Feria del Libro de Minería:

“Mi relato que destacó hablaba de una madre que después de muerta crecía y crecía y no deja salir a nadie del sepelio. Ahora me parece súper dramático, pero entonces a Nacho le pareció formidable, y a mi me gustó que le pareciera así, y que hablara de sus densidad psicológica. Nacho siempre hablaba de la densidad psicológica y de la metafísica. A veces nos leíamos nuestro manuscritos. Yo leía sus cartas a una joven psicóloga. Nacho estaba fascinado por la psicología, era otro de sus grandes temas”. 

Enfatizó que con él habló igual de literatura, y luego se refirió al Nacho gestor:

“Dirigió teatro. Lo más relevante es que pugnó por darle un perfil a cada espacio. Dirigió Literatura. Y apoyo a ‘Voz viva’ e hizo antología, como la de los poetas españoles. Trece años fue director de la ‘Revista de la Universidad de México’”.

Al final la viuda de Solares, Myrna Ortega, directora de Descarga Cultura UNAM, platicó:

“Fue mi compañero de vida, de lecturas y sueños, de alegrías y dolores, de amigos y pasiones compartidas. Hablar de Ignacio solares como lector es entrar a un universo íntimo y fascinante que tuve la fortuna de atestiguar durante cerca de 45 años. El de sus libros y sus autores amados. Fue mi guía de lectura desde que lo conocí. Como era un gran lector de cuentos, me contaba sus favoritos, me recomendaba novelas, descubrí nuevos autores de su mano. Hablaba siempre de literatura con sus mejores amigos, con sus hijos, y a últimas fechas con sus nietos.

“A veces reclamaba amorosamente mi atención a sus recomendaciones frente a mis propias lecturas. La lectura, ese acto tan íntimo, era su fuga y agarradera. Era su forma de vida. Ignacio fue un lector voraz desde niño cundo encontró refugió a sus angustias infantiles en la ficción. Devoró la pequeña biblioteca de su padre. Recorría las casa de sus escritores favoritos. Y recordaba personajes de novelas que había leído años atrás”.

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