Arte

México en la Bienal de Arte de Venecia 2024

Sin una política pública que defina los objetivos y metas de beneficio social para México en el evento, y sin un plan estratégico, se comprueba la urgencia de reestructurar el sistema gubernamental de las artes visuales.
viernes, 27 de octubre de 2023 · 23:30

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La deficiencia del desempeño profesional de Alejandra Frausto como titular de la Secretaria de Cultura del Gobierno de México (SC), y de Lucina Jiménez al frente del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), se evidenció, una vez más, con el procedimiento de selección para la representación de México en la edición 2024 de la Bienal de Arte de Venecia.

Sin una política pública que defina los objetivos y metas de beneficio social para México en el evento, y sin un plan estratégico que, con base en indicadores de evaluación, justifique el presupuesto inicial de producción de 4 millones de pesos --al que se suman otros rubros dados a conocer en ediciones pasadas, con un total de alrededor de 16 millones de pesos--, se comprueba la urgencia de reestructurar el sistema gubernamental de las artes visuales. Transparentar las gestiones, rendir cuentas, fortalecer la formación artística, e incluir a profesionales de diferentes sectores sociales en los proyectos gubernamentales, serían algunos de los cambios a realizar.

Después de una reunión virtual realizada el pasado 3 de julio en la que participaron Frausto, el curador y director de la Sección de artes visuales de la Bienal, Adriano Pedrosa, y el galerista José Kuri --y de la cual sólo se publicó una imagen sin informar sobre objetivos y resoluciones--, el 16 de agosto el INBAL publicó una convocatoria dirigida a “profesionales de la curaduría” para que postularan un proyecto destinado al Pabellón de México en la Bienal 2024.

La temática debía inscribirse en la general señalada por Pedrosa: “Extranjeros por todas partes”. El 17 de septiembre se estableció como el día límite de entrega, y el pasado 16 de octubre se informó que el proyecto seleccionado por “el jurado” fue “Nos marchábamos, regresábamos siempre”, de la curadora Tania Ragasol con el artista Erick Meyenberg.

Por su premura y opacidad, el procedimiento provoca cuestionamientos que se solucionan si las autoridades dan a conocer: los nombres del jurado, los indicadores de evaluación que sustentaron la elección, los valores con los que se quiere relacionar a México, y los proyectos que participaron.

La primera pregunta que debe responderse se relaciona con el tiempo que dieron para desarrollar el proyecto. En sólo un mes, ¿es posible plantear una creación inédita y una propuesta definitiva, o se aceptaron obras realizadas con anterioridad y sólo se propuso una idea general que se irá adaptando en el proceso de producción? De ser así, la decisión del jurado es una simulación irresponsable.

Conocer los proyectos es importante: permite ubicar las interpretaciones que hicieron los curadores mexicanos del tema planteado por Pedrosa. Desde la perspectiva del curador brasileño, el mundo está plagado de crisis que se relacionan con el movimiento de personas a través de países, territorios y fronteras. Estas personas, al estar condicionadas por su nacionalidad, género, raza, sexualidad, riqueza y libertad, son diferentes: hay extranjeros en todas partes y, a la vez, todos somos extranjeros.

La Bienal se centrará en artistas que son extranjeros, exiliados, emigrados, inmigrantes, refugiados. Y como Pedrosa asocia la figura del extranjero con el forastero y el extraño, incluye a artistas “queer”, “outsiders”, autodidactas, folk, indígenas.

¿Quiénes fueron los curadores y artistas rechazados por el jurado, qué valores expresaron y, sobre todo, por qué volvieron a elegir a un artista que ya tiene presencia internacional, en lugar de impulsar a otros creadores mexicanos?

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