Hamlet

"Hamlet" con Irene Azuela

La decepción salta a la vista porque no es lo mismo volver mujer al personaje masculino de la tragedia, a realmente abordar la obra de Hamlet con una perspectiva de género.
martes, 26 de abril de 2022 · 10:26

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-La tragedia shakespeariana Hamlet vuelve a los escenarios en una versión contemporánea encabezada por Irene Azuela interpretando el papel de Hamlet. El trastocamiento de género parece interesante, como ya lo había sido en el montaje de la Compañía Nacional de Teatro hace tres años, protagonizada por Julieta Egurrola; pero la decepción salta a la vista porque no es lo mismo volver mujer al personaje masculino de la tragedia, a realmente abordar la obra de Hamlet con una perspectiva de género.

La versión de Angélica Rogel, que dirige en el Teatro Milán, deja la visión misógina del texto original, y vemos al rey Claudio (Mauricio García Lozano), el traidor y hermano del rey asesinado, padre de Hamlet, como el poderoso. La reina, interpretada por Ema Dib, se mantiene al margen, colocada en el brazo del sillón, acompañando a su marido y manteniéndose silenciada en gran parte de la obra. Si bien Shakespeare le otorga ese poder al nuevo rey por la conformación de la herencia patrilineal, una versión contemporánea realmente la pondría en acción. No la dejaría desmayada simplemente cuando se entera de la verdad del plan de su nuevo esposo, por ejemplo, sino que afrontaría la circunstancia y se convertiría en una mujer que reacciona, se mueve y se convierte en un personaje más protagónico al original.

Se repite la dinámica, otro ejemplo, en los amigos Rosencrantz y Guildernstein, quienes se ponen al servicio del rey en perjuicio de Hamlet, dado que el que está a la cabeza de esta dupla es siempre el personaje masculino, en tanto que la actriz simplemente lo acompaña.

En esta nueva versión, el rey no maneja un reino, sino una empresa multimillonaria, lo cual sólo se menciona pero no juega dramáticamente. Y Ham­let simplemente es lesbiana, enamorada de Ofelia, o aparentemente enamorada pues su fin último es fingirse loca y vengar la muerte de su padre confabulada por su hermano. Considera a su madre traidora por haber aceptado casarse con él, sin saber que él es el que estuvo detrás de la muerte de su esposo. Este factor del personaje femenino es uno de los pivotes de transformación que sacaría a la reina de esta pasiva e invisible presencia. Claro que sí está presente como “madre” cuando reprende a Hamlet o cuando Hamlet le reclama su ser mala “esposa”.

El elenco, actores de reconocida trayectoria, responden a su personaje con solvencia, aunque el maquillaje les oculte los ojos y los convierta en mapaches. La vestimenta en grises blancos y negros es un elegante vestuario para los personajes masculinos, pero desfavoreciendo en gran medida a la reina (acompañante del nuevo empresario).

Los tintes de humor que se enfatizan en la propuesta surten frutos sobre todo en el personaje de Polonio, interpretado con buen timing y efecto cómico por Alejandro Morales.

Irene Azuela sostiene a su personaje a lo largo de la obra, aunque por mucho tiempo conserva la misma intensidad que debilita los matices y el trabajo interior.

El espacio escénico diseñado por Aurelio Palomino e iluminado por Patricia Gutiérrez es multifuncional dada su abstracción, acotado al fondo por un muro de mármol con una grieta y a los laterales con las sillas donde los actores esperan sus entradas. Las sillas como elemento de espera y juegos que hacen dentro y fuera de la convención teatral y la naranja con sus diferentes usos y condiciones, como la metáfora misma de la emocionalidad de la tragedia.

Hamlet, producida con el estímulo de Efiartes, Óscar Uriel, Jacobo Nazar y Mónica Bravo, es una oportunidad de ver una nueva versión de una tragedia shakespeareana que llena la sala y termina el 1 de mayo.

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