Pablo Milanés

Pablo Milanés: cuando dio el salto de los escenarios a la política

En febrero de 1993, en pleno Periodo Especial en Cuba, Pablo Milanés saltó a la política: fue postulado como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. En ese contexto ofreció una entrevista a Proceso en la que, sin dejar de reconocer los méritos de la revolución, señaló yerros del régimen.
martes, 22 de noviembre de 2022 · 18:35

LA HABANA, CUBA.- (apro).- En febrero de 1993, en pleno Periodo Especial en Cuba, Pablo Milanés dio el salto a la política: fue postulado como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. En ese contexto ofreció una entrevista a Proceso en la que, sin dejar de reconocer los méritos de la revolución, señaló yerros del gobierno de Fidel Castro y lanzó críticas a su política cultural. Se esbozaba ya la posición que marcó su progresivo distanciamiento con el régimen de la isla.

Tras la caída del muro de Berlín y la disolución del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) el gobierno cubano decretó formalmente el llamado Período especial en tiempo de paz en marzo de 1990, fecha que tradicionalmente se toma como inicio del mismo.

Por ser de interés para nuestros lectores, compartimos esta entrevista con el ícono de la nueva trova latinoamericana.

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La política "no me interesa"

Nacido en Bayamo –al oriente de la isla–, Pablo Milanés emigró a la ciudad de La Habana a los seis años de edad. Su madre, Conchita Arias, lo vio "lucirse" en su primera presentación pública cantando la ranchera mexicana Juan Charrasqueado y decidió entonces que su hijo sería artista. Lo llevaba a estaciones de radio y televisión para que participara en concursos de aficionados y –después de planchar y coser ropa ajena– le compró su primera guitarra.

A los 16 años lo sorprendió la Revolución cantando en un cuarteto e inició una etapa como cantante de cabarets, donde interpretaba desde "guajira son" y el "filin", hasta el jazz y el blues norteamericano.

En 1967 Haydeé Santamaría lo recibió en la institución cultural por ella fundada: Casa de las Américas. Ahí, junto con Silvio Rodríguez y Noel Nicola, integraron un taller musical. Este proyecto lo retomaría más tarde el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) con el Grupo de Experimentación Sonora, que duró hasta 1975. Se gestó ahí la Nueva Trova Cubana.

Han pasado 20 años y Pablito –como le llaman aquí– tiene grabados 26 Lps y realizadas más de 80 giras internacionales. Su éxito y popularidad dentro y fuera de Cuba van en aumento. Dedicado de lleno a la música, afirmaba respecto a la política: "No me interesa".

El domingo 24 de enero, el cantautor fue propuesto como candidato a diputado por el municipio de Centrohabana, en la capital de la isla.

–¿Qué pasó?

Milanés explica:

Efectivamente, no me interesa la política, ni tener un puesto político. Eso nunca lo pensé. Para mí la propuesta de la candidatura a diputado fue una verdadera sorpresa. Ahora bien, creo que es claro que siempre he tenido una posición política definida: Estoy de acuerdo con la Revolución y con lo que en ella pasa. De hecho, mi trabajo –en lo conceptual y en lo económico– lo he legado por completo a la Revolución. Pero de eso a tener un puesto político hay mucha diferencia.

–¿Y entonces por qué aceptó la candidatura?

–Fue una obligación moral más que un deseo personal. Los plenos de las organizaciones de masas propusieron mi nombre. Lo sentí de manera espontánea. Me vi en el compromiso de aceptar por la gente que me propuso. Me parece que eso iba más allá de mis deseos.

Milanés afirma que no dejará la música para dedicarse a la política. "Creo que se pueden concertar ambas labores". Cree que, si sale electo, su posición de diputado tendrá peso en la política cultural del gobierno. Acepta que su popularidad puede "convenirle" al régimen cubano para captar votos, pero no se siente utilizado por éste:

"El origen de mi candidatura –las reuniones populares– reflejan que fue por voluntad de la gente, no por una estrategia del Estado", sostiene.

Apertura política

Seguro y con soltura, Milanés habla de la situación económica de la isla: "Entre la población, privada de tantas cosas elementales para subsistencia, existe el descontento por no poder superar una crisis que ya lleva tres años. Es evidente que la Revolución ya no cuenta con la mayoría absoluta de la población. Ese descontento ha llevado a muchos a alejarse de los principios revolucionarios por los que profesaban una fe absoluta hace unos años".

No obstante, afirma Milanés, "por encima de esta situación, no hay crisis política, ni crisis moral en Cuba". Sostiene que todavía existe credibilidad y confianza, sobre todo en la figura de Castro. "Es Fidel el que mantiene la creencia de que las cosas se pueden resolver". Dice que esta parte de la población –que calcula en un 70%– tiene fe en volver a conquistar la gloria que tuvo Cuba años atrás.

Comenta que fue un error de las autoridades electorales de la isla no dar a conocer los votos anulados o en blancos en las elecciones municipales del 20 de diciembre. Este hecho –que despertó suspicacias en torno al apoyo real de la población al régimen de Fidel Castro– "no debiera repetirse en las votaciones del 24 de febrero. Se debe ser honesto en manifestarlo todo".

Afirma: "No es nada vergonzante sostener que sólo hubo un posible 70% de votación efectiva cuando se está en medio de la peor crisis económica". Por el contrario, "en democracias representativas un jefe de la nación se erige con un 50% o menos de la votación y con un abstencionismo del 40%. Y así gobiernan sin mayor cuestionamiento".

El autor de Para vivir, El breve espacio, Canto a América, Yolanda, ve con buenos ojos que en la Asamblea Nacional del Poder Popular (el parlamento cubano) existan voces discordantes. Señala que el voto unánime –tradicional en las sesiones de la Asamblea– no ayuda a resolver los problemas. Cree, incluso, que esto puede darse en esta ocasión porque los candidatos provienen de distintos rubros laborales y profesionales: científicos, artistas, intelectuales, estudiantes: "Ojalá los próximos diputados nutran con criterios distintos la solución de un mismo problema".

A pregunta de si considera consejable que los grupos disidentes –calificados de ilegales y contrarrevolucionarios por el gobierno cubano– se integren al parlamento, Milanés sostiene: "Desgraciadamente, todos estos grupos no tienen un trabajo serio. No tienen fuerza moral o política por si solos. Atrás de ellos están los Estados Unidos. Es una lástima porque a mí particularmente me gustaría que hubiera grupos políticos sólidos, con prestigio propio, que aportaran soluciones no oficiales y que su trabajo les dé aval frente al Estado, por lo menos para iniciar la gestión de otra tendencia".

–Parece que el gobierno cubano tampoco les da mucho margen de acción...

–Es que es un círculo vicioso. El margen de acción está dado por las agresiones constantes de Estados Unidos. Hay agresiones y nosotros cerramos filas y no hay forma de aflojar de ninguna de las dos partes.

Milanés sostiene la tesis de que las presiones de Estados Unidos impiden una mayor apertura política en la isla. "Las agresiones externas imponen que la política interna se cierre".

Para él, la solución de fondo es que Cuba y Estados Unidos se sienten en la mesa de negociaciones en un plano de respeto mutuo. "Pero –advierte–, por favor, que no nos suceda como a Nicaragua, que por hacer aperturas democráticas absolutas se pierdan las cosas que se han ganado con tanta gloria y heroísmo".

Con todo, Pablo Milanés cree que el futuro de Cuba es "esperanzador". Habla de que la apertura económica de la isla a capitales extranjeros ha provocado una "industrialización mixta". Esta, comenta, es la salida inmediata.

Propone además otra: Desarrollar el comercio y los servicios a pequeña escala para resolver los problemas más inmediatos de la población.

Explica: Algunos pequeños problemas de alimentación, de servicios muy básicos pueden resolverse con una pequeña gestión económica más que con grandes planes o el desarrollo de la gran industria.

–¿Estamos hablando de privatizar un sector de la economía?

–Sí, esto incluye una privatización que impulse la iniciativa y la capacidad individual. Por supuesto, con controles, impuestos y demás regulaciones que el Estado imponga.

–¿Esto no choca con las tesis tradicionales del socialismo?

–Choca con las tesis tradicionales, pero no con los objetivos del socialismo: Proporcionar bienestar en la población bajo un sistema igualitario, de estricta justicia social.

La censura

Respecto a la política cultural, Milanés no ve problema en ser artista o intelectual no revolucionario en la Cuba actual. "No necesariamente se debe gritar `sí por Cuba' cada que se vaya a actuar en un espectáculo", sostiene.

Observa que en estos momentos la cultura cubana "vive un momento de conmoción": "Poetas, escritores, músicos están opinando sobre lo que debe ser o no el futuro de nuestra cultura. Existe debate abierto, público y eso es bueno".

Plantea, incluso una discusión reciente dentro del gremio artístico: la de rescatar las obras de autores cubanos que viven ahora en el exilio.

Pone el ejemplo del escritor Manuel Cabrera Infante: "El hecho de que él no se haya podido despojar de su cubanía y sustente esa personalidad a pesar de vivir desde hace 30 años en Europa, demuestra que es esencialmente un hombre nuestro. A su muerte, la historia lo va a recordar como un escritor cubano, a pesar de que su posición política es contra la Revolución. Por qué entonces la cultura cubana no debe admitirlo. Es un patrimonio que tarde o temprano habrá que rescatarlo para nuestro país".

–¿Se puede decir lo mismo de músicos y cantantes como Celia Cruz (que, por cierto, se manifiesta anticastrista)?

–Ajá, se puede decir lo mismo.

Milanés sostiene, incluso, una tesis temeraria dentro de los cánones de la política de Cuba: Redefinir la frase "Dentro de la Revolución, todo; fuera de la Revolución, nada":

"Fue una frase coyuntural, dicha en un momento específico de la Revolución. Fidel reclamó entonces adhesión al proyecto revolucionario en la hora de las definiciones. Fue perfecta hace 34 años. Pero en estos momentos habría que matizarla, reanalizarla a partir de lo que está sucediendo. Creo que un hombre que no se dice revolucionario puede colaborar igual o más con la Revolución con hechos que con meras consignas."

–¿Eso implica una redefinición de la política cultural de Cuba?

–Creo que, sin perder lo esencial, estamos redefiniéndonos en todos los aspectos. El hecho de que los religiosos estuvieran al margen de la participación política hace dos o tres años y que hoy puedan ingresar al Partido Comunista implica una apertura en este sentido.

De la Nueva Trova Cubana –movimiento musical del que fue fundador y representante durante estos 20 años–, el cantautor niega que "esté fuera de moda". Hay una gran cantidad de jóvenes cubanos con talento extraordinario los que están componiendo y cantando eso.

–Pero esos jóvenes se identifican ahora como "La Joven Trova". ¿Eso no implica una ruptura con la Nueva Trova?

–Lo que hay es continuidad. La esencia de los textos y de la buena música cubana se mantiene. Lo que pasa es que no tienen promoción...

Milanés comenta que a estos cantautores (normalmente críticos en sus letras con la situación económica y también política de la isla) les falta difusión. Ninguno tiene grabado un disco y, sin embargo, son conocidos por la juventud cubana. "La Fundación intenta promocionarlos incluso con giras al extranjero", comenta.

Cree que existe hacia ellos una "tácita reprobación" por parte de "la oficialidad". Dice que de ello no escapa incluso él mismo.

Platica: "En mi penúltimo disco, que se titula Identidad, hay una pieza que proclama la renovación en todos los sentidos, que proclama nuevos criterios. Esa canción es precisamente la que no se difunde. Es una sutil forma de censura por omisión. La hace una supuesta oficialidad que intenta erigirse en censura de lo que no es como ella. Sucede aquí, como también en tu país o en Estados Unidos. No es exclusivo de Cuba. Por supuesto, contra ella hay que luchar".

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