Cultura
Serrat durante su concierto en el FIC: “Gracias a los músicos que hacen sonar las canciones…”
Fue este último un concierto ofrecido por el cantautor catalán en México como parte de su gira de despedida que terminará en dos meses con siete conciertos en territorio de España, tres de los cuales serán en BarcelonaEn memoria de Rebeca Castro Villalobos, siempre.
GUANAJUATO, Gto., (apro).- Joan Manuel Serrat cantó por última vez en un escenario mexicano la noche del domingo 23. Y lo hizo frente a la simbólica Alhóndiga de Granaditas, en una noche de nostalgia, de momentos de respetuoso silencio y otros de generosos coros por miles de personas que le rindieron reconocimiento a un artista de 57 años de carrera, misma que termina en esta gira que hizo escala en el Festival Internacional Cervantino.
El propio cantautor catalán dejó en este lugar –“que tanto significado tiene para los mexicanos, dijo–, el agradecimiento al público que lo ha seguido desde que apareció en los foros de este país, con la misma devoción con que lo despidió en los dos conciertos que dio para este cierre, el primero en el Zócalo de la Ciudad de México y el segundo en Guanajuato.
Fue este último un concierto ofrecido por Serrat y su banda con una selección cuidadosa y devota –así lo dijo– de un ramo de canciones para compartirlas con el público cervantino, el que desde muchas horas antes hizo fila en el perímetro del histórico edificio de la Alhóndiga para estar presente en este hasta luego, que no adiós, aclaró, porque lo único que no hará más será subir a un escenario. Como si eso fuera poco.
Con “El vicio de cantar”, Serrat ha recorrido desde abril escenarios de siete países, principalmente de su natal España, en 54 conciertos. En México estuvo en mayo en la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara en mayo. Y regresó, para dos cierres multitudinarios y en foros abiertos, en este octubre.
En los próximos dos meses, el cantautor realizará otra veintena de presentaciones en el sur del continente: Argentina, Uruguay, Venezuela, Ecuador, Chile y Perú.
Cerrará este vicio de cantar con siete conciertos en su país, los últimos tres en su tierra, Barcelona.
Tal como lo hizo en el Zócalo, con la misma serena empatía con que se dirige a su público desde siempre y hoy a sus 78 años, Serrat desgranó un repertorio de toda una vida, la que lo convirtió en el rostro emblemático de una generación marcada por la dictadura franquista.
Hubo canciones del largo trayecto que han escuchado y escucharon reunidas en este concierto varias generaciones (Lucía, No hago otra cosa que pensar en ti, Aquellas pequeñas cosas, Fiesta); de momentos creativos (Esos locos bajitos, Algo personal, Para la libertad), inspiradas a veces por los poetas españoles como Miguel Hernández (Las nanas de la cebolla) o Antonio Machado (Cantares), o en sus propias experiencias y raíces vitales (Mediterráneo, El carrusel del furo) durante dos horas.
“Supongo que estarían de acuerdo que la verdad es que todos somos un poco más dichosos y seríamos mucho más pobres si no pudiéramos disponer de esas maravillosas fantasías, de esas criaturas y mentiras que nos regala la ficción”, pronunció en uno de los intervalos en que se dirigió al público entre canción y canción, antes de interpretar “Lucía”.
Para esta gira el cantautor se hizo acompañar de una banda que tiene al frente al pianista y arreglista también español Ricard Miralles, con quien ha trabajado en varios periodos de su carrera. En la banda participa la violinista Úrsula Amargós, que unió su voz a la de Serrat en un momento del espectáculo.
Fue generoso en describir lo que puede ser una canción, más allá de unir música a una letra o una poesía: “No basta con la letra y la música para que el resultado sea una canción… realmente una canción no es nada si de ella no nace la emoción, no contagia la emoción, la emoción que mágicamente, como un milagro, se nos mete en la piel y el alma y se queda para siempre ahí, por los siglos de los siglos…”.
Y entonces Joan Manuel Serrat fue el agradecido:
“Permítanme que en un lugar tan adecuado como este transmita mi más profunda gratitud a aquellos que son capaces de crear arte grande o pequeño, pero que emociona… gracias a los autores, gracias a los músicos, gracias a los arregladores de canciones, género bastante poco reconocido. Gracias a los músicos que hacen sonar las canciones…”.