Cine
Tsai Ming-liang en el FICUNAM
Este año el FICUNAM presenta una retrospectiva completa de Tsai Ming-liang, realizador taiwanés nacido en Malasia y el más innovador de la llamada Segunda Nueva Ola del cine de Taiwán.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Este año el FICUNAM presenta una retrospectiva completa de Tsai Ming-liang, realizador taiwanés nacido en Malasia y el más innovador de la llamada Segunda Nueva Ola del cine de Taiwán; difícil pensar en una mejor oportunidad para apreciar la evolución de su cine, desde Rebeldes del Dios Neón (1992) hasta Days (2021), pasando por Vive l’amour’ (con la que obtuvo el Léon de Oro del festival de Venecia en 1994), El río (1997) o El agujero (1998), dos cintas claves en su filmografía y en la historia del cine asiático.
Mencionar Segunda Nueva Ola sólo significa ubicarlo en el contexto de Taiwán, país agobiado de historia: colonialismo japonés, ocupación y militarismo del Kuomintang, ley marcial, con la amenaza constante de una invasión por parte de China que considera a la isla territorio rebelde; el cine de Taiwán, de autor o comercial, es una constante proclama política, una especie de flujo autobiográfico de esta historia.
A Tsai Ming-liang, sin embargo, le incomoda que lo encasillen en corriente alguna, y tiene razón, sus películas son piezas de museo, instalaciones que rompen con esquemas de tramas, resoluciones, o toma de conciencia de los protagonistas.
Descrito de esa manera, sonaría soporífero, pero su cine nunca resulta tedioso, la tensión dramática es constante; los protagonistas, gente común como la vendedora de bienes raíces, el comerciante de ropa ambulante, o el vendedor de urnas funerarias en Vive l’amour, por ejemplo, se convierten en héroes inolvidables; sus vidas, suma de situaciones triviales, y mezcla de ociosidad y lucha por la supervivencia, adquieren dimensión épica.
Tsai logra que el espectador se encargue de contarse a sí mismo la historia de esas vidas, que se mantenga ocupado en imaginar qué siente o qué piensa, por ejemplo, Lee Kang-sheng, mientras contempla la lluvia en Days, trabajo premiado en el Festival de Berlín, programado para el Museo de Arte Moderno en Nueva York, pero cancelado a causa de la pandemia.
El método resulta claro: Tsai nunca esconde sus trucos, las largas tomas permiten observar cada detalle, participar de la intimidad expuesta ante la mirada del espectador, acompañar ritos y gestos del personaje que no sabe que el público lo espía de manera implacable. Hsiao Kang (Lee) padece un problema que provoca una contorsión del cuello, seguramente (se deduce), porque pescó una bacteria cuando se sumergió en el río de la ciudad para representar el cuerpo flotante de un ahogado en un rodaje; dolor y soledad lo llevan a un encuentro accidental de proporciones míticas, pero sin consecuencia aparente.
Por sofisticadas que sean, las metáforas de este realizador nunca se sienten forzadas; hiperrealismo, banalidad de actitudes y tics, componen la instalación en la pantalla de una vida, la historia de una nación, como la sangre que mancha el mapa de Taiwán mientras Hsiao intenta matar una cucaracha. Ni sociología ni antropología en la mirada del director, aún menos de entomólogo, porque sus criaturas piensan, sienten y sufren, y director y espectador padecen junto con ellos.
Poeta del agua en todos sus estados, lluvia, río, baños, tuberías, escurrimientos, orina, llanto, Tsai Ming-liang, quien despertó curiosidad al principio de los noventa, se ve hoy en día como uno de los cineastas vivos más originales.
Crítica publicada el 14 de marzo en la edición 2315 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.