CIUDAD DE MÈXICO (apro).- Un tapete y un libro abierto e iluminado; una mujer que hace magia con su cuerpo y nos conecta con nuestras sensaciones, nuestra experiencia teatral, comunitaria e individual.

30 años. Un acto poético en resistencia, es un espectáculo creado por Toni Cots y Esther Freixa i Ràfols en Barcelona, y ahora llega a México con una atracción escénica que nos envuelve en un acto ritual. Una ceremonia desde la desnudez del cuerpo, desde el silencio, la palabra y el movimiento.

Cada movimiento de Esther Freixa i Ràfols es preciso y con intención. Cada parte de su cuerpo parece que tiene vida propia, una mano o un pie se asoman como seres que hablan y algo nos quieren decir; no son conceptos ni narraciones, son energía dirigida y trascendente.

30 años… nombra la guerra, pero también el anhelo de libertad (que a pesar de ello la traicionamos), de la voluntad domesticada, del vacío y de la memoria. Son pocas las palabras y mucho lo que el cuerpo dice. Los textos se basan en la poesía y la narrativa de la escritora austriaca Ingeborg Bach­mann, para dispararse en el espacio y el tiempo y adquirir significados más vivenciales que conceptuales.

Ella está y su presencia es poderosa. Se desnuda ante nuestros ojos como si se despojara de cualquier cobertura para iniciar desde ahí e ir incorporando elementos con los que juega. Un vestido casi fondo, un sombrero de copa, un saco y unos tacones, y hasta el tapete que estruja y convierte en pliegues en el suelo. Se mueve despacio creando imágenes. Su cuerpo gira y a cada instante lo que vemos se va transformando. El movimiento es tan exacto que a veces se convierte en imperceptible, como si retara a la gravedad.

La iluminación acompaña a la creadora escénica para dar tesitura a su cuerpo. En el tapete una luz la define y esconde su rostro tras el vestido blanco transparente, o se descubre y lo manipula para generar distintas figuras. Con zapatos de tacón, una falda y un sombrero nos da otra imagen, trasladándonos a los treinta; a la guerra y a la sombra. Fuera del tapete y en claro-oscuros, vemos cómo su cuerpo adquiere otras formas; puede ser un animal que camina cautelosamente, un ser sin cabeza que se oculta y vuelve a emerger o un ente del cual apenas distinguimos sus partes.

La propuesta escénica de Toni Cots y Esther Freixa i Ràfols se presentó en Un Teatro en la Ciudad de México y en el Espacio la Morada en Cuernavaca. Alinne Menassé, del colectivo La Rueca, los convocó y ahora invita a un laboratorio escénico que impartirán en Un Teatro del 14 al 17 de diciembre.

30 años. Un acto poético en resistencia, como señalan, “nos devela la ambivalencia de un mundo que, a pesar de resultarnos cruel, alienante, limitador y que nos dificulta vivir la propia vida con libertad, en él podemos experimentar la belleza más sutil”. Y así, desde la intimidad, nos conectamos con el mundo y nos adentramos en el yo. Es una hora de trance; un viaje de ida y vuelta; al despertar, sabemos que el teatro como experiencia vital es insustituible.