Computación

Computación: El universo co-participativo de John Wheeler

La idea tiene el fundamento del famoso experimento de la doble rendija, en donde un resultado se obtiene si se observa el experimento, mientras que otro resultado es `posible cuando nadie observa dicho experimento. Dicho de otra manera, hoy la física sabe que la observación modifica lo observado.
lunes, 28 de octubre de 2024 · 12:02

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-John Archibald Wheeler (1911-2008), fue uno de los físicos más importantes del siglo pasado. Su campo de acción fue la mecánica cuántica en donde hizo valiosas contribuciones. Sin embargo, tal vez algunas ideas originalmente sorprendentes, fue que lo hicieron famoso dentro del mundo de la ciencia. Wheeler fue quien acuñó el término “agujero negro” pero más aún, fue el creador de la idea de que el Universo existe gracias a la participación de quienes nos preguntamos sobre el mismo. La idea choca de entrada, porque asumimos que independientemente de la existencia humana, el Universo sigue su propio derrotero. Pero para Wheeler, el Universo no tiene sentido de existencia sin que estemos seres conscientes que nos preguntemos sobre el mismo.

La idea tiene el fundamento del famoso experimento de la doble rendija, en donde un resultado se obtiene si se observa el experimento, mientras que otro resultado es `posible cuando nadie observa dicho experimento. Dicho de otra manera, hoy la física sabe que la observación modifica lo observado. La antigua pregunta de si al caer un árbol en un bosque hace ruido no tiene sentido si no hay quien observe ese fenómeno. Para decirlo de otra manera, el Universo debe su existencia a que co-participa con  los seres que lo observan.

A Wheeler proponía este ejemplo, basado en una versión alterna del popular juego “20 preguntas”. En la versión convencional, una persona sale de una habitación mientras el resto de los participantes se pone de acuerdo sobre una persona, lugar o cosa que será la respuesta. El individuo que salió luego tiene 20 preguntas, que serán respondidas con “sí” o “no”, para adivinar. En la versión de Wheeler, la persona que responde sólo pensará en el objeto de la respuesta una vez que se le haya hecho la pregunta y no antes. Todas las demás personas harán lo mismo, de tal forma que la respuesta sea consistente con todas las preguntas previas. Este ejemplo es ilustrativo y de acuerdo a Wheeler, muestra al igual que en el caso del electrón que pasa a través de una rendija, que la realidad no emerge hasta que se hace una pregunta. “La situación no se declara a sí misma hasta que has hecho una pregunta. Y el preguntar una pregunta impide y excluye que se pregunte otra”.

Curioso resultado si pensamos que al hacerse una pregunta se excluyen por el momento las demás preguntas y esto es lo que hace que el Universo co-participe en su creación con quien hace precisamente dichas preguntas.

Desde luego que hay algunos otros ejemplos notables de la mecánica cuántica en este sentido.  Por ejemplo, no podemos saber la posición y velocidad de una partícula al mismo tiempo. Y de acuerdo a Wheeler, lo que implica esto es que la realidad que vivimos podría ser una función de las interrogantes de nuestra conciencia, algo que emerge a partir de las particularidades de nuestra observación. Y un resultado sorprendente nace: Si hiciésemos otras preguntas, el mundo sería otro. Por lo tanto, no existe un mundo allá afuera, externo y separado.  La existencia del Universo es finalmente consecuencia de los participantes. No somos observadores pasivos del entorno, sino que co-participamos en el mismo. Por eso Wheeler dijo: “Me tomo 100% en serio el hecho de que el mundo podría ser un producto de nuestra imaginación”.

En mi opinión, Wheeler da argumentos convincentes para hacernos ver que la mecánica cuántica, la física de estas diminutas partículas, quizás tenga resultados que nos hagan entender que somos un solo sistema y que la existencia del mismo depende de lo que observamos. Y resulta quizás difícil de comprender, como cuando hablamos del gato de Schrödinger, el cual está  vivo o muerto en una caja, y mientras no colapsemos la función de onda, ambas realidades co-existen al mismo tiempo. Verdaderamente sorprendente.

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