Opinión
Democracia de masas
Sometido a altas dosis de propaganda comercial y política, el “hombre masa” se caracteriza por su ignorancia y su resentimiento. No tienen ningún arraigo moral y espiritual.No existe algo más democrático que internet. Su aparición, a principio de los noventa, coincidió con la caída del totalitarismo soviético, el final de la Guerra Fría, el ascenso de las democracias liberales y el entusiasmo de Francis Fukuyama que anunciaba el término de las guerras y las revoluciones sangrientas. Internet era su metáfora: el espejo de la igualdad y la libertad a las que Occidente había aspirado después de una larga noche de aberraciones. Su interconectividad global anunciaba la igualdad de todos. Pronto, la información fluiría a raudales y Hegel y Marx tendrían el mismo estatuto intelectual que un alumno recién egresado de Filosofía o de quien había pensado mucho, pero no había sido reconocido por el elitismo académico.
Hoy, en el primer cuarto del siglo XXI, internet pervive de manera más democrática y sofisticada, pero el sueño que lo acompañaba se desgarró: las democracias están nuevamente en crisis, los fascismos resurgen disfrazados de populismos; los genocidios continuaron su macabra marcha, y el caos y la violencia reinan por todas partes.
Para entenderlo, habría que recurrir a un libro escrito en 1929, el periodo en el que junto con las democracias que hacían su aparición en Europa, los totalitarismos emergieron: La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset y el concepto de “sociedad de masas”. El término se refiere a las grandes poblaciones que el industrialismo había aglutinado y que, carentes de personalidad, se sometían a la propaganda de los nuevos medios de comunicación; un asunto, señala Rob Riemen, no sólo de cantidad, sino de calidad.
Sometido a altas dosis de propaganda comercial y política, el “hombre masa” se caracteriza por su ignorancia y su resentimiento. No tienen ningún arraigo moral y espiritual. Es, para usar un término marxista, una especie lumpen de la cultura. Esclavo de sí mismo y de la búsqueda de satisfacer sus deseos no quiere ser confrontado por valores intelectuales y espirituales que desprecia. La vida para él debe ser simple y abundante, como lo propone la propaganda y la moda.
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Fragmento del reportaje publicado en la edición 0025 de la revista Proceso, correspondiente a julio de 2025, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.