Política

Los retos de Morena

Para sostener su proyecto de gobierno, Morena y sus actuales dirigentes continúan con la estrategia de mantener su fuerza social, el pueblo como ellos le denominan, con el dinero de los programas sociales.
lunes, 14 de julio de 2025 · 05:00

Para el proyecto de largo plazo de Morena no es suficiente gobernar la mayoría de las entidades del país, tampoco controlar los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. A pesar de que han avanzado de manera impresionante desde su fundación en 2011, en gran medida por una oposición corrupta, anodina y reaccionaria, Morena sigue dependiendo de Andrés Manuel López Obrador. Si su intención es mantenerse en el poder entre sus retos están lograr una vida propia, limpiarse de la corrupción, arrogancia y soberbia, y sobre todo, fortalecer una estructura y militancia que sobreviva al peso gravitacional del tabasqueño.

Una gran parte de Morena ha venido del PRI, que está en extinción por un liderazgo sumamente cuestionado por corrupción representado por Alejandro Moreno, que tienes varias órdenes de investigación judicial. El manto curativo de López Obrador no puede borrar las huellas ni el cáncer de la corrupción que minó toda la estructura de este partido, de donde muchos de sus integrantes ahora son líderes de Morena.

Otra parte viene del PRD, también en extinción, por liderazgos fallidos y pésimas decisiones de aliarse en las últimas elecciones a sus antagónicos ideológicos con tal de salvarse. Tampoco el manto sagrado de López Obrador pudo desaparecer la tradición de disputas, divisiones y hasta de traiciones que ahora son parte de la vida interna de Morena.

Andrés Manuel López Beltrán. Control de Morena. Foto: Eduardo Miranda.

Como lo reconocen los propios integrantes de la dirigencia, Morena sigue siendo un movimiento social con características partidistas. Es decir, quieren mantener con vida esa gran corriente ciudadana bautizada como pueblo que mantuvo con vida política a López Obrador y lo ungió como presidente en 2018 con 30 millones de votos.

Ahora, la dirigencia de Morena que recae principalmente en el hijo del expresidente, Andrés López Beltrán, está enfocada en incrementar su militancia buscando a los sindicatos del pasado como el SNTE, FSTSE, CTM y CATEM, sin fortalecer su estructura y liderazgos propios, lo cual ha generado que viejos dirigentes de otros partidos, sobre todo del PRI y del PAN, llenen los espacios donde se toman las decisiones. Están empeñados en superar los 3 millones de afiliaciones para llegar a la elección intermedia del 2027 con 10 millones de simpatizantes.

Esto es, para sostener su proyecto de gobierno Morena y sus actuales dirigentes continúan con la estrategia de mantener su fuerza social, el pueblo como ellos le denominan, con el dinero de los programas sociales, mediante los cuales confían en mantener la simpatía de millones de familias que se ven favorecidas por la diversidad de programas que llevan la etiqueta de Bienestar, que es la marca de la franquicia partidista.

Hasta hora son casi 6 millones los beneficiarios de estos programas. Pero el problema es que el dinero se acaba y esta militancia o simpatizantes de Morena se mantendrá sólo por conveniencia y no por convencimiento político e ideológico. A medida que disminuyan los ingresos de las arcas oficiales, será mas complicado continuar con estos programas que están formando una generación de familias y de jóvenes dependientes del recurso institucional.

Para el próximo año se tiene previsto un presupuesto de 1 billón de pesos para los programas sociales, cuyos recursos provienen de los impuestos que pagan todas las personas contribuyentes. La presidenta Claudia Sheinbaum, como López Obrador en su momento, se niega a realizar una reforma fiscal que amplíe la base tributaria porque consideran que es impopular. Es decir, no quieren afectar la base social que mantiene a Morena y su proyecto de gobierno en los próximos años.

Sin embargo, ya no es suficiente para dichos fines mantener a distancia la figura de López Obrador, porque sino es presencial no tiene el efecto aglutinador que tuvo Morena hasta 2024, cuando dejó la presidencia de la República.

De ahí que los retos de Morena son generar cuadros políticos ajenos a los actuales liderazgos y alejados de la escuela ideológica dogmática y cortoplacista que tiene a su cargo el caricaturista Rafael Barajas, alias El Fisgón; formar una estatura partidista independiente de la figura de López Obrador; tener una militancia o simpatizantes que no estén alimentados por los programas sociales, cuya vida tiene fecha de caducidad; acabar con la soberbia, arrogancia y la corrupción de muchos de sus integrantes y líderes, y contar con un liderazgo que ahora se le ha negado a Claudia Sheinbaum.

Por cierto... el 2027 será una prueba para Morena y la presidenta Sheinbaum, veremos si los errores cometidos con las reformas judicial, telecomunicaciones, de la Guardia Nacional y la electoral que viene, tendrán costos sociales en las urnas.

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