Opinión
¿En verdad ahora es posible la paz en Gaza?
Según el plan, Gaza tendrá una administración civil pacífica, por supuesto, sin Hamas y sin la Autoridad Palestina, compuesta por expertos de todo el mundo “ampliamente calificados”. Aunque sean de “todo el mundo” no incluye a los palestinos.En respuesta al reconocimiento del Estado de Palestina por una propuesta encabezada por Manuel Macron, presidente de Francia, y el príncipe de Arabia Saudita el 26 de septiembre, se sumaron países como Inglaterra, Australia, y Canadá a los 143 que a lo largo de los años lo han hecho, donde también se sumaba ya España. Lo importante ahora fue la participación de países con fuerza estratégica en la economía y en la política global, varios pertenecen al GT y algunos forman parte del Consejo de Seguridad. En la pasarela en la 80ª Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, el discurso inicial de Macron resultó, como se esperaba, una pieza de oratoria a la altura del objetivo que se buscaba, con todo y los exabruptos ocurridos en la gran sala de dicha organización. No era para menos con la posición conocida de la gran mayoría a favor y la fuerza de los que se oponen, como el mismo Israel y el veto de siempre de Estados Unidos.
Por eso, desde las primeras reacciones del primer ministro, Benjamin Netanyahu, se escucharon los tambores de guerra; “prometió seguir combatiendo a los enemigos de Israel hasta que desaparezcan… [porque, según él mismo] “Muchos de los que hoy libran una guerra contra Israel desaparecerán mañana”. Desde luego, la alusión directa era para Hamas, aunque ya no es posible ignorar que miles y miles de palestinos civiles han muerto por ese propósito, aun cuando no solamente no pertenecen a la organización sino que incluso son críticos y opositores. Y de paso Netanyahu se refirió a la hambruna que se denuncia en Gaza, de “mentiras difamatorias provocadas por el antisemitismo”.
Insistió: “Cuando se reconoce el Estado palestino se recompensa a los asesinos de judíos”, para agregar: “No vamos a cometer un suicidio nacional, no permitiremos que nos impongan un Estado terrorista”. Añadió: “Más de un millón de gazatíes abandonaron su tierra cuando se los pedimos. ¿Quién pide que se vaya la gente cuando se quiere cometer genocidio? Los nazis no nos pidieron que nos fuéramos.

El rechazo de Benjamin Netanyahu al Estado de Palestina no es reciente; en su primer gobierno entre 1996 y 1999, acusó a los dos gobiernos previos de Israel, el encabezado por Isaac Rabin y el de Shimon Peres, de hacer más factible lo que llamó el “peligro” de reconocer a ese Estado, expresando que el principal motivo de sus políticas sería asegurarse de que la Autoridad Nacional Palestina no evolucionara más allá de una mera autonomía.
Contradecía incluso al mismo Ariel Sharon, que en 2001 afirmó que proclamar un Estado palestino era la solución al conflicto. Y el gobierno de Ehud Olmert, en el contexto de los Tratados de Oslo, mantuvo el mismo objetivo. En 2009, con un nuevo gobierno encabezado por Netanyahu, la postura israelí dio un giro completo, cuando declaró lo mismo, que un Estado palestino suponía un peligro real para Israel. Sin embargo, con la llegada de Barak Obama a la presidencia de Estados Unidos estuvo forzado a hablar de un Estado palestino desmilitarizado y reducido territorialmente, por eso mantenía su rechazo de las fronteras previas a la Guerra de los seís días en 1967.
En su alocución, Trump, tomándose mucho más del tiempo acordado en la ONU, avanzó las ideas contenidas en lo que considera su plan de paz para Gaza. Pero los puntos contenidos los dio a conocer en el encuentro con Netanyahu en la Casa Blanca, el lunes 29 de septiembre; se afirma que el texto es obra del equipo de Jared Kushner, el yerno de Trump, y del Instituto Tony Blair para el Cambio Global, con contactos con la Autoridad Palestina y con varios líderes árabes. No deja de ser importante señalar a Blair, el aliado más fuerte de Estados Unidos en la guerra en Irak que produjo más de un millón y medio de muertos y provocó el desplazamiento de más de 7 millones de ciudadanos a otros países.
Resulta también simbólico que recuerde la participación del Imperio Británico en el tratado de Balfour, que generó la idea de un hogar judío y que con el Tratado de Sykes-Picot en 1916, en el ámbito de la Primera Guerra Mundial, se dividió el Imperio Otomano en los territorios que ahora son los estados nacionales del Medio Oriente. Para muchos, el origen de los problemas que repercuten en la situación actual, ya que de allí surgió la Palestina británica, que luego se dividió en 1948 para crear el Estado judío y nunca se cumplió lo de crear también un Estado árabe.
Por medio del plan de ahora, que de 21 puntos pasó a 20, se eliminó el referido a que Israel no volvería a atacar a Catar y una llamada telefónica de Netanyahu con el príncipe Al-Thani desde el despacho de Trump fue suficiente para sellar el trato. Y no hay que olvidar que es allí donde se realizan los encuentros donde se han alcanzado algunos acuerdos, para aminorar los efectos de la guerra como la liberación de algunos de los rehenes tomados por Hamas.
Según el plan, Gaza tendrá una administración civil pacífica, por supuesto, sin Hamas y sin la Autoridad Palestina, compuesta por expertos de todo el mundo “ampliamente calificados”. Aunque sean de “todo el mundo” no incluye a los palestinos, entre los que es de suponerse también hay expertos con estudios en las mismas universidades de prestigio en las que ha estudiado otros expertos.
Será encabezado por un “Consejo de paz” que, por supuesto, tendrá a la cabeza a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y quizás como ese cargo es importante y de tiempo completo, el exprimer ministro Blair dirigirá los destinos de Gaza en el mismo territorio. Se trata de volver a la idea del Mandato Británico amparado en tratados que establecieron que en los territorios conformados después de la guerra no había gente capaz para dirigir sus destinos. Y al mismo tiempo es una figura como la del virrey, a más de 75 años de que cayó el encargo del Imperio Británico en la India.
En el plan no se fija ningún compromiso para el repliegue del ejército de Israel, una vez que hayan sido liberados todos los rehenes, y aun en el caso de de la desmilitarización de Hamas, el ejército israelí continuará controlando un amplio perímetro de seguridad en la frontera en un futuro próximo.
Tampoco se alude a la suerte de Cisjordania, en la mira de los sectores más conservadores del gobierno, que han continuando creando asentamientos judíos y ampliando sus carreteras en estos dos años a partir del ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre. De allí la propuesta de unir el asentamiento más grande de Maále Asumin con las tierras que rodean a Jerusalén, rompiendo el posible territorio de un Estado palestino. Porque además esos conservadores religiosos insisten en que son parte de las antiguas Judea y Samaria.
Netanyahu respondió sobre el plan de Trump: “Si Hamas rechaza el plan, o si lo aceptan supuestamente para oponerse, entonces Israel terminará el trabajo. Lo cual sólo puede hacerse de manera fácil o dura, pero se hará”. Trump reviró: “Israel tendrá todo mi apoyo para terminar ese trabajo, que es la destrucción de la amenaza de Hamas”. Aunque apelaba al gesto que después caracterizaría su respuesta a Hamas, luego que ésta le dio a conocer el viernes 3 de octubre lo que pensaba respecto al plan presentado, Trump pareció adivinar lo que vendría cuando dijo que “ninguna persona será obligada a dejar Gaza y quienes quieran hacerlo lo harán libremente y podrán regresar”.
Se esperaba un rechazo de Hamas respecto al plan, pero la fatiga de la guerra, la destrucción de sus cuadros y la merma del parque contaron para la respuesta en la que parece buscar la forma para llegar a un acuerdo, luego del radicalismo de los últimos meses. Desde luego, Hamas reclamó la ausencia de palestinos en los planes y la organización expresó haber hecho consultas para proponer la participación de lo que vendrá, excluyéndose, pero mostrando su disposición a participar. De tal forma, Trump exigió a Israel detener el fuego hasta “completar las negociaciones” y hasta llegó a mostrar la disposición de Hamas a lograr una paz duradera. Para él, la organización está dispuesta a la negociación y a crear las condiciones para que los equipos de mediación den los pasos necesarios para la liberación de los rehenes y el cese de las hostilidades en Gaza.
El cuadro es demasiado optimista para creerlo todo, aunque muy probablemente Hamas, con el “agua hasta el cuello”, acepte lo que puede ser una salida digna. Las primeras impresiones de Netanyahu anunciando que disminuirá los ataques sobre Gaza, en lugar de aumentarlos, como había venido diciendo, concilian con las posiciones de Trump que seguramente ocultan información que no se ha dado a conocer. Aunque no se puede dejar de lado la sospecha de un montaje que lo convierta en el próximo Premio Nobel de la paz, a riesgo de que de lo contrario todo empeore por todas partes.