Literatura
Piedad Bonnett, sus batallas y transformaciones “desde lo íntimo”
"Hay un registro de mujeres que tienen una poesía súper combativa, yo tengo este libro último que combate desde ahí, pero jamás desde el discurso. Es decir, yo no me permito discursos en mis libros. Yo muestro".CIUDAD DE MÉXICO (apro) .- Entre la literatura y la poesía, con motivo de sus recientes volúmenes “La mujer incierta” (2024) y el poemario “Los hombres de mi vida” (2025), la escritora colombiana Piedad Bonnett afirmó encontrarse en un momento de fortaleza personal y producción, a pesar de un Covid-19 que le dejó un desorden neuronal en el gusto:
“Yo ya resistí una enfermedad y un suicidio (en relación a su hijo), ¿cómo no voy a resistir esto?”.
Premio Especial del Jurado de Archiletras de Lengua 2025, Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024 y José Lezama Lima de la Casa de las Américas de Cuba (2014), a sus 74 años destaca en presencia por su afabilidad y sencillez.
De mirada intensa y por momentos juguetona, destaca el clima agradable de la ciudad, y de México en general, país con el que se siente afín; dijo a Proceso:
“He hecho viajes muy largos por todas las ciudades mexicanas, y si ven mi casa parece un museo de México. Tengo alebrijes, todos los que se imaginen, corazones, tengo un Árbol de la vida ¡así de grande! –mientras abre los brazos con medio metro de distancia–, que hace muchos años me llevé en un avión cuando todavía dejaban hacer eso.
“Tengo un nexo afectivo con la literatura de José Emilio Pacheco o (Premio Reina Sofia y Cervantes de Literatura) y Octavio Paz (Nobel de Literatura). De los más contemporáneos, Coral Bracho, Pedro Serrano, Alma Delia Murillo, quien me parece un ser entrañable, y la menciono en mi último libro”.
Muestra de su relación con México son las tres visitas en lo que va del año, primero en la Feria del Libro de Coyoacán (Filco) 2025 en marzo pasado, donde dijo a Proceso que este XXI era el siglo de las conquistas feministas, previo a recibir la Presea Frida Kahlo de las Artes en el encuentro.
Luego, en la más reciente Feria del Libro de los Universitarios (Filuni) de la UNAM, para presentar justamente “La mujer incierta”, un repaso de corte autobiográfico que deja al lector con la sensación sobre los factores que definen nuestra cotidianidad en educación, maternidad o paternidad, tabús, temores y libertades.
Después, en el Hay Festival 2025 en Querétaro, del cual comentó sobre la recepción de su obra:
“Es todo un tema. Durante un tiempo creo que estuve descuidada por mi editorial (Alfaguara); sí trajeron ‘Lo que no tiene nombre’ (2013, sobre la vida, el duelo y su acercamiento al suicidio de su hijo Daniel a los 28 años, quien hoy tendría 42 años), pero no creo que creyeran mucho en que yo fuera a hacer contacto con un público, y eso de repente cambió totalmente.
“Gracias a ellos –porque se alertaron–, me empezaron a traer a la FIL Guadalajara, a ferias y diversos encuentros como en Coyoacán, en donde hubo una fila larguísima para la firma del libro. Fuera de Colombia, en España y en México, es donde la gente me lee, me busca, y lo agradezco mucho, mucho, porque yo también los busco a ellos”.
Se le recuerda su referencia sobre el feminismo, en especial por la perspectiva en que aborda “La mujer incierta” a raíz de los distintos movimientos feministas en México, acerca de lo cual relata:
“Mira, yo soy una mujer de una generación que padeció especialmente la discriminación, habiendo conquistado ya muchísimas cosas. Toda mi generación fue a la universidad, fuimos muchas mujeres, pero aun así pasamos por cosas como tener que poner un pseudónimo masculino para garantizar que no me iban a discriminar.
“En nuestra imaginación estaba el que no nos iban a dar oportunidades, y en ‘La mujer incierta’ lo que cuento es en parte eso, esos pequeños estropeos desde lo masculino, de cosas que te irritan y que tratan de humillarte. Entonces, es un tema que ha ido cobrando cada vez más espacio en mi literatura”.
Para dar seguimiento evoca el poemario “Los hombres de mi vida”, que considera más “agridulce” pues encara desde lo amoroso hasta el maltrato; luego de recordar varios momentos de los feminismos que ha visto en toda Latinoamérica, apunta:
“Yo no me considero una militante, pero sí feminista. No tengo espíritu de militante, ni siquiera milité en la izquierda en mis tiempos universitarios, a mí la cosa gregaria no se me da, se me da la cosa en solitario, aunque eso sí siempre con una enorme conciencia. A mis hijas les he inculcado la idea de la independencia, la idea de la autodeterminación.
“Ellas son súper beligerantes, feministas. Son mujeres ya grandes y yo tengo nietas que ya están criadas así también. Yo creo que así es como se logran también las transformaciones, desde lo íntimo, ahí también se hacen cambios muy importantes”.
-A usted se le reconocen luchas feministas desde su poesía…
-Sí, hay un registro de mujeres que tienen una poesía súper combativa, yo tengo este libro último que combate desde ahí, pero jamás desde el discurso. Es decir, yo no me permito discursos en mis libros. Yo muestro. Por ejemplo, tengo uno sobre la figura de los padres o maridos amenazantes, y no es una cosa de mano alzada, es un lenguaje de violencias soterradas, encerramientos”.
Se le recuerda el temor que en el mismo Hay Festival su colega, la escritora Valeria Luiselli, dijo sentir en los últimos años para plasmar en pluma lo que vive en el contexto socio-político en Estados Unidos, uno de los momentos más comentados en esa edición, mismo que dice comprender:
“Lo sé porque mis hijas viven allá y también tienen miedo. Una de ellas es ciudadana, pero otra es residente y está temporalmente en los Estados Unidos con dos niños, y siente ese miedo de no poder culminar lo que está haciendo en algún momento porque la persecución es tremenda, digamos, todo el clima anímico. La sensación de que te están persiguiendo es una cosa espantosa.
“No podemos pedir heroísmo a gente que corre riesgos, no podemos. Y eso ha sido. Ni tampoco juzgar a alguien por una debilidad. La derecha está haciendo estragos, así que entiendo a Valeria, no la conozco, pero sí que la entiendo”.
Sobre cómo visualiza su obra en estos momentos, tanto la actual como a la distancia, comenta aduce la coherencia, que ha buscado sostener desde siempre:
“Todos los que han leído ‘Lo que no tiene nombre’, los que me han leído como poeta, los que están leyendo ‘La mujer incierta’, creo que han sentido coherencia, avidez… ese tipo de literatura me interesa.
“Yo estoy escribiendo desde lo íntimo, pero como un instrumento político. Es decir, no es para referirme a mí, sino para, desde lo particular y personal, mostrar una cosa más amplia que tiene cada vez más que ver con la mujer y todo lo que elegimos como tal, ya sea la maternidad o no maternal, la literatura como redención”.
-Y en esa línea, ¿qué le interesa, ¿qué está escribiendo ahora?
-Estoy escribiendo una cosa rarísima. Te la sintetizo, porque no te la puedo explicar mucho, pero tengo una enfermedad post-covid que me impide comer el 80% de los alimentos debido a una distorsión neuronal que hace que los alimentos me sepan a podrido, a quemado o a jabón
“Mi cuerpo rechaza esos sabores, porque son muy violentos, y los olores igual, entonces voy por el mundo oliendo a todo esto que te estoy diciendo”, dijo mientras señaló el vaso de yogurth y las galletas: “Mira, eso me supo horrible”.
Continuó: “Es una enfermedad muy agresiva que la gente no entiende como una enfermedad. Es un umbral con el mundo a través de la comida. Estoy aislada y así llevo un año y medio comiendo diez cosas, porque lo demás me sabe horrible. Así que lo próximo habla del deseo reprimido, de la frustración, de cosas bonitas como que los olores no se pueden definir, de toda la relación el lenguaje con estas cosas indecibles”.
Y finaliza así:
“En realidad lo estoy gozando mucho, y estoy aprendiendo mucho sobre el tema del gusto al mismo tiempo, de cómo te limita, y cómo he hecho un giro en mi vida para no volverme loca, para no deprimirme, porque me iba deprimiendo. Los primeros tres meses fueron brutales.
“Pero entonces el problema es la adecuación. Los hombres y las mujeres tenemos una capacidad de resistencia enorme. Yo ya resistí una enfermedad y un suicidio, ¿cómo no voy a resistir esto?”.