Política Cultural

¿Por qué el Boom Latinoamericano silenció a sus escritoras? Esta investigación desnuda la causa

Una investigación revela cómo el “club de caballeros” del Boom Latinoamericano marginó a sus escritoras. El libro “Las calladas del Boom”, de Evelina Gil, rescata sus obras y demuestra que su silencio no fue por falta de calidad.
sábado, 25 de octubre de 2025 · 07:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Evelina Gil era una estudiante cuando cuestionó a su profesor de literatura el porqué en el programa universitario únicamente aparecía Sor Juana Inés de la Cruz. La respuesta fue lacónica: “Es que hay muy pocas mujeres escritoras... y las pocas que existen son muy malas”. 

Años después, y con aquella frase resonando en su mente, decidió escribir Las calladas del boom. Escritoras ignoradas del Boom Latinoamericano.

El libro, publicado por la editorial Nitro Press, reúne las figuras de 20 mujeres y aborda la parte medular de su obra en el contexto literario: “Muchas de las grandes autoras que hoy admiramos y estudiamos, aun siendo contemporáneas del Boom Latinoamericano, publicaron su obra tardíamente, o de manera muy discreta, en ediciones locales inconseguibles”.

Esta semana, una controversia sacudió el ámbito cultural nacional tras las declaraciones de Paco Ignacio Taibo II, director general del Fondo de Cultura Económica (FCE), quien anunció un proyecto para distribuir gratuitamente 2.5 millones de libros en 14 países de América Latina, centrado en la narrativa del Boom Latinoamericano.

La polémica surgió cuando se le cuestionó la baja representación femenina en la selección de 27 títulos, donde sólo siete son de mujeres. Taibo II defendió la selección argumentando que el “boom” fue “mayoritariamente masculino” y que las obras se eligieron por su “calidad literaria” para llenar un “vacío doloroso” en las nuevas generaciones. 

En medio de este debate el libro de Gil recuerda la importancia de visibilizar a las escritoras latinoamericanas que fueron marginadas durante el auge del fenómeno dominado por Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cortázar.

Parte fundamental de su ejemplar es reescribir el canon literario mostrando que estas mujeres no eran secundarias, sino esenciales para entender el paisaje cultural de la época. Por ejemplo, María Luisa Bombal influyó en el realismo mágico antes que García Márquez, pero su obra fue menos difundida. El libro también critica la narrativa de “excepcionalidad” que rodeó a figuras como Vargas Llosa, mientras invisibilizaba a estas autoras.

–¿Por qué crees que fueron calladas?

–Las mujeres en esa época no tenían las oportunidades que tenían los hombres con poder. Algunas de ellas son graduadas de Literatura, pero la mayoría no lo son, como María Loynaz o Clarice Lispector que estudiaron Derecho.

–El “boom” fue un constructo de la mercadotecnia…

–Cuya creadora casualmente fue una mujer que se llamaba Carmen Balcells. Ella no quería que nada ni nadie interfiriera con ese “boom”.

–Pero ahí está Isabel Allende…

–Las únicas mujeres que representaba en la agencia eran Allende y Rosa Montero, las autoras generaban mucho dinero, no se les demerita su obra, pero era una cuestión estratégica.

–¿Un control del monopolio literario?

–Hay un debate álgido al respecto. Pero lo cierto es que muchas de las escritoras están a la altura o al mismo nivel que García Márquez o Vargas Llosa. 

–Como crítica y estudiosa, ¿quién sería el mejor o la mejor escritora?

–Lo quiero decir en femenino masculino. Lo voy a decir como lo dicen ahora, en el lenguaje no binario. El mejor escritor latinoamericano-latinoamericana del siglo 20 es Clarice Lispector. Definitivamente ella se lleva de calle a cualquiera del “boom”.

Bombal. El realismo mágico antes que García Márquez. Foto: Especial

Al preguntarle sobre la relación entre las escritoras, Gil apunta algo medular, ellas casi no tenían relación. Muchas no se conocían entre ellas. 

Por ejemplo –dice Gil–, veo a Josefina Vicens, la autora de El libro vacío como una escritora muy solitaria. Me hace pensar en una especie de Juan Rulfo femenino. Es una escritora muy solitaria que no tenía amigos, que se la pasaba escribiendo.

–No hay un frente entre las escritoras.

–No; por ejemplo, a Elena Garro la defendemos las autoras que venimos después. Las escritoras de la Generación X o las Millennials, pero en su época nadie se hubiera atrevido, en especial por temor a Octavio Paz. 

–¿En este contexto, qué va a encontrar el lector?

–Que descubran la buena literatura, no la mía; sino la de las mujeres, para que también empiecen a considerarlas en las escuelas de Letras Hispánicas, en los programas de lectura obligatorios. La mayoría conoce a Cristina Peri Rossi, Elena Garro, pero ahí está Mara Traba, Marvel Moreno, Nélida Piñón y Albalucía Ángel.

Taibo II. Polémica sobre las mujeres en el Boom Latinoamericano. Foto: Miguel Dimayuga

Gil es una narradora y ensayista sonorense; su obra se caracteriza por una aguda observación de la realidad, un enfoque en temas feministas y una exploración profunda de la psique humana, a menudo con toques de realismo mágico. En 1993 ganó el Premio La Gran Novela Sonorense por su obra Hombres necios

Gil incluye a escritoras de México, Cuba, Chile, Brasil, Argentina y Uruguay abarcando géneros como novela, cuento, poesía y ensayo. Estas autoras comparten características comunes: la innovación estilística, los temas feministas, la marginación y la diversidad cultural. 

Muchas de ellas se anticiparon o desarrollaron técnicas asociadas al “boom”, como el realismo mágico, el monólogo interior o la experimentación formal; exploraron la identidad femenina, la opresión de género, la sexualidad y la resistencia cultural.

Por ejemplo, dos casos son emblemáticos, la figura de Dulce María Loynaz, autora de Jardín, quien fue reconocida tardíamente, y la de María Luisa Bombal, pionera del realismo mágico con su obra La amortajada

Cada capítulo de Las calladas del boom combina biografía, análisis literario y contexto histórico explorando cómo estas mujeres enfrentaron barreras de género, editoriales y culturales. Gil destaca sus estilos innovadores, que en muchos casos prefiguraron o rivalizaron con las técnicas asociadas al “boom”, como el realismo mágico o la experimentación narrativa.

Silencio

El Boom Latinoamericano, ese fenómeno literario que entre las décadas de los sesenta y setenta proyectó al mundo una imagen vibrante y mágica de América Latina, ha sido tradicionalmente asociado a nombres como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. 

Sin embargo, este “club de caballeros” –como lo describió el escritor peruano Iván Thays– marginó sistemáticamente a las escritoras relegándolas a roles secundarios: musas y esposas. La invisibilidad no fue accidental; respondía a un canon que priorizaba voces masculinas en un contexto de profesionalización literaria que excluía a las mujeres de los circuitos de poder.

En este panorama de ausencias emerge Las calladas del boom como un acto de justicia poética. Gil adopta un tono “amigable y acucioso” incorporando datos inéditos: psicológicos, editoriales y hasta anécdotas de exilios políticos. Por ejemplo, en el retrato de Bombal (Chile, 1910) evoca su ebriedad y el eco de una bala fallida, simbolizando las “calladas” que, pese al veneno social, incendiaron la literatura. 

Lispector. "Se lleva de calle a cualquiera del 'boom'". Foto: Especial

O en el de Albalucía Ángel (Colombia, 1939), precursora del posmodernismo con Estaba la pájara pinta sentada en su verde limón (1975), denuncia cómo fue "olvidada y maltratada" por ser mujer y libre. 

El libro no es mera antología; es una genealogía que incluye a figuras como Josefina Vicens, Armonía Somers, Marta Traba, Inés Arredondo, Elena Poniatowska y Luisa Valenzuela, cuyas obras –críticas al autoritarismo y al género– merecen canonizarse retrospectivamente.

Evelina Gil confiesa su "enamoramiento" inicial por los hombres del “boom”, pero su labor revela que las mujeres no eran "asistentas", sino coautoras invisibles de ese "boom callado".

Una de las frases lapidarias sobre la penumbra y las tinieblas del papel de las escritoras durante ese periodo literario la escribiría Clarice Lespector:

“Nunca he visto nada más solitario que tener una idea original y nueva. No hay apoyo de nadie y uno apenas cree en sí mismo”. 

Comentarios