Karolina Gilas
Una mujer en la Presidencia (III)*
En América Latina han sido las mujeres quienes han impulsado las agendas relevantes para las otras mujeres, como combate a la violencia doméstica en Brasil, leyes de cuotas y paridad en México, leyes contra la violencia de género y acoso sexual en Colombia y Perú.El liderazgo de las mujeres es más colaborativo y emocional, centrado en las personas, hacen polÃtica de manera distinta. Son cálidas y cariñosas, dóciles, amables, simpáticas, compasivas, empáticas. Son impulsivas. Son incapaces de tomar decisiones difÃciles y rápidas. Son menos ambiciosas, más honestas, pacÃficas y menos propensas a la corrupción.
Todos esos son estereotipos que reflejan las percepciones –con frecuencia contradictorias– que nuestras sociedades sostienen sobre las mujeres que ejercen el poder polÃtico, basándose en las construcciones tradicionales de los roles de género y las expectativas del comportamiento de mujeres y hombres. Desde que más mujeres llegan a las posiciones de poder han surgido numerosas investigaciones que buscan determinar si estos estereotipos tienen sustento en la realidad.
La literatura sobre el liderazgo polÃtico de las mujeres evidencia que, en efecto, las mujeres tienden a ser más colaborativas en el ejercicio del poder público. Las legisladoras suelen percibirse más dispuestas a buscar consensos y reconocer la importancia de la colaboración.
Trabajos sobre municipios brasileños evidenciaron que las alcaldesas con mayor frecuencia impulsaron los ejercicios de presupuestos participativos, mientras que los estudios sobre Estados Unidos, Suecia y Canadá señalan que las mujeres son más propensas a participar en la formulación de polÃticas colaborativas –buscando consensos y procesos inclusivos de toma de decisiones– y a trabajar a través de lÃneas partidistas.
Las mujeres suelen distinguirse también por su manera de comunicar. Con mayor frecuencia que sus contrapartes masculinas, tienden a emplear lenguaje más personal y relacional, usando anécdotas personales o ejemplos de la vida diaria, para lograr la conexión más profunda con la ciudadanÃa. Jacinda Ardern, exprimera ministra de Nueva Zelanda, ha sido reconocida por su capacidad de transmitir empatÃa, especialmente durante la crisis de la pandemia.
Para abordar los temas de discriminación y migración, Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, con frecuencia recurre a sus recuerdos de la infancia como hija de migrantes en una familia multirracial. Dilma Rousseff solÃa referirse a su experiencia como prisionera polÃtica para hablar sobre la democracia y derechos humanos. Esta tendencia fue documentada también entre las legisladoras nacionales y locales de India, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Suecia, asà como en el contexto regional (hay estudios similares sobre Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, México y Perú).
En cuanto a las polÃticas públicas, algunas mujeres también muestran prioridades particulares o distintas de las enarboladas por los varones. Entre los ámbitos de acciones que con cierta frecuencia impulsan las mujeres están las polÃticas en favor de los derechos de las mujeres y de la niñez o las polÃticas medioambientales.
En América Latina han sido las mujeres quienes han impulsado las agendas relevantes para las otras mujeres, como combate a la violencia doméstica en Brasil, leyes de cuotas y paridad en México, leyes contra la violencia de género y acoso sexual en Colombia y Perú, acceso a la interrupción libre del embarazo en Argentina o la ampliación de las licencias de maternidad y paternidad en Chile.
Desde el Ejecutivo, Michelle Bachelet implementó polÃticas públicas integrales en favor de las infancias, Jacinda Ardern impulsó la extensión de la licencia de cuidados y estableció apoyos económicos para las familias, Cristina Fernández adoptó la Asignación universal por hijo.
*Fragmento del texto de Opinión publicado en la edición 0014 de la revista Proceso, correspondiente a agosto de 2024, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.