Cultura
La Ciudad de las Artes de Rivera, complemento de C.U.
Tuvieron que transcurrir seis décadas para que el proyecto del artista se materializara, como extensión del extraordinario museo. No sólo consistió en una concepción arquitectónica, sino en la integración ecológica del pedregal.La conmemoración de los 60 años del Museo Anahuacalli propició una revisión de la obra arquitectónica de Diego Rivera, que culminó con la extensión de su idea-proyecto para una Ciudad de las Artes, sueño anhelado por el artista. Pero arrojó sobre todo un dato singular: que el museo de San Pablo Tepetlapa estaba ligado a Ciudad Universitaria, debido a la piedra volcánica del Xitle, a todo el pedregal, como ecosistema único en el mundo.
El 18 de septiembre, aniversario del recinto, se efectuó el diálogo El pedregal de Diego: inspiración y origen del Anahuacalli y su conexión arquitectónica. Participaron Teresa Moya, directora del museo; Dirk Denison, director del Premio Mies Crown Hall Americas Prize, de Estados Unidos; Juan Ignacio del Cueto Ruíz-Funes, director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM; y Mauricio Rocha, arquitecto que llevó a cabo la ampliación para la Ciudad de las Artes.
Del Cueto celebró la existencia del Anahuacalli que ahora ve en su extensión el sueño que tuvo Rivera, en especial con una idea que el artista consideraba natural: la Ciudad de las Artes como extensión de Ciudad Universitaria de la UNAM (edificada entre 19520 y 1952). Esto se dio a conocer a través de una breve carta encontrada por Juan Manuel Salazar Pérez como parte de una investigación para su tesis de maestría de arquitectura sobre la Secretaría de Comunicaciones y Obra Pública (SCOP) en el Archivo de Carlos Lazo, documentos que se ubican en el Archivo General de la Nación.
El documento fue publicado en la revista #49 Bitácora Arquitectura de la UNAM como parte del texto “Hacia una Ciudad de las Artes. Una misiva inédita de Diego Rivera a Carlos Lazo”, y firmada por el mismo Salazar Pérez. El pintor escribió la misiva poco después de concluir el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1948), y antes de iniciar la esculto-pintura Historia del Deporte en el frontís del estadio de Ciudad Universitaria. Entregado a través de Alberto T. Arai, arquitecto de primer nivel que estuvo al frente de los proyectos de frontones cerrados y abiertos en la UNAM, en el documento de puño y letra de Rivera -fechado el 27 de noviembre de 1951-, se lee:
Mi querido Carlos
Fuimos con nuestro amigo el arquitecto Arai esta tarde a San Pablo Tepetlapa. ¡Lástima que no pudo usted venir!
Arai le explicará verbalmente el proyecto de la Ciudad de las Artes, complemento de la ciudad universitaria.
Estoy seguro que el resultado sería estupendo y de realización muy factible y fácil.
Pero habría que actuar rápida e inmediatamente. Arai le explicará también por qué quisiera que nos
reuniéramos los tres el día más próximo posible.
Un abrazo.
La hoja se acompaña por un croquis dibujado por el arquitecto Arai en escala 1:500.00, en donde se observa cómo una avenida sería lo que uniría a ambos destinos, situación ahora imposible, pues ahí se ubica la colonia El Pedregal de Santo Domingo, caracterizada por calles intrincadas, subidas y bajadas que hacen que el trayecto entre C.U. y el museo se alargue entre media hora y 40 minutos.
Se lee sobre ese mapa en el texto citado de Salazar Pérez:
No consta en ningún lugar que Lazo le contestara siquiera a Rivera. Es posible que tampoco se reunieran para tratar el asunto. Los archivos no son inocentes, y todo lo guardado o escondido existe para ser exhumado o encontrado. La Ciudad Universitaria se ‘dedicó’ anticipadamente el 20 de noviembre de 1952, puesto que Alemán debía abandonar el poder diez días después. El Anahuacalli no pudo ser terminado antes de la muerte del muralista, el 24 de noviembre de 1957. Los pedregales de Santa Úrsula y Santo Domingo se destruyeron con asentamientos irregulares y trazos de calles inmisericordes.
“Son muchas las virtudes de C.U. y el Anahuacalli, pero si una destaca es la confianza devuelta al pueblo de México en que, si se lo proponía, podía fundar ciudades, y estas informaciones insólitas hablan de esas aspiraciones verbalizadas por un pintor y muralista notable, acompañado de un excelente arquitecto. Sin embargo, no pudieron unirse esas grandes obras, pero quizás eso es otro de los atributos positivos de cada una”.
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Fragmento del texto publicado en la edición 0017 de la revista Proceso, correspondiente a noviembre de 2024, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.