Teatro
75 años del Centro Mexicano de Teatro ITI-UNESCO
Algunas de las más importantes organizaciones culturales empiezan a ser legendarias en el tiempo y en la influencia. Es el caso del CMT, que su presidenta, la actriz e investigadora Isabel Quintanar, explica a partir de cuatro etapas que alimentaron personalidades como Carlos Chávez y Salvador Novo.Algunas de las más importantes organizaciones culturales mexicanas empiezan a ser legendarias en el tiempo y en la influencia. Es el caso del CMT, que su presidenta, la actriz e investigadora Isabel Quintanar, explica a partir de cuatro etapas, que alimentaron personalidades del tamaño de Carlos Chávez (quien la vinculó a la UNESCO), Salvador Novo, Enrique Ruelas, Celestino Gorostiza, Guillermo Zetina, José Solé, Carlos Solórzano, Mario Espinosa… Sin presupuesto, ubicada en una oficina que le proporciona el INBA, subsiste “por amor al arte”, “por necedad”, por la esencia milagrosa del teatro.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con una frase, que es su credencial, el Centro Mexicano de Teatro, A. C. (CMT) celebra este año su 75 aniversario:
“Desde 1948 somos la única representación del Instituto Nacional del Teatro de la UNESCO en México…”.
Efectivamente, el ITI (International Theatre Institute) tiene en el CMT el asiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Por lo cual su titular, la actriz e investigadora Isabel Quintanar, sintetiza:
“No han sido años fáciles, pero demuestran que se puede vivir del y para el teatro. No importa lo que suceda, los problemas o lo que sea, el teatro es mágico… un minuto antes de entrar a función todo, todo se acomoda”.
Este 2023 el festejo es absoluto. La CMT impulsó el Encuentro Nacional de los Amantes del Teatro –que celebró también aniversario, el número 35–, y la revista Teatro –que llega a su número 29.
Cuatro etapas históricas, a lo largo de tres cuartos de siglo, sitúan la importancia del Centro Mexicano de Teatro en el contexto nacional:
La primera es la fundacional, y en específico la II Reunión de la Conferencia General de la UNESCO efectuada en 1947, en la cual participaron 41 artistas de distintas naciones, entre ellos el escritor, traductor y dramaturgo Maurice Kurtz, quien deslumbrado por el trabajo teatral que vivió en nuestro país regresó un año después como secretario general del naciente ITI, y la misión firme de solicitar la adhesión de nuestro país al organismo.
El Instituto Nacional de Bellas Artes, dirigido entonces por el compositor Carlos Chávez, aceptó la petición, y así se firmó el acta donde se constituyó el Centro Mexicano de Teatro ITI UNESCO, en cuya primera mesa directiva participaron –nada más y nada menos– que Salvador Novo y Enrique Ruelas, como presidente y secretario general, respectivamente.
En la década de los cincuentas, el CMT tuvo en su titularidad a varios intelectuales: Celestino Gorostiza ostentó el cargo durante todo el mandato del Ejecutivo nacional Adolfo Ruíz Cortines, hasta que Rafael Solana y Antonio Magaña Esquivel lo sustituyeron. El centro animaba la vida teatral con muy diversas actividades, básicamente promoviendo conferencias.
Pero hubo una parte un tanto gris, cuando en los sesentas (segunda etapa), Guillermo Zetina es nombrado al frente (1966), pero el CMT debió parar su camino en 1968, durante el movimiento estudiantil, y tras ello y por casi una década casi desapareció, prácticamente desvinculado del ITI.
El rescate llegó en 1979 (tercer periodo), con José Solé, referente indiscutible del teatro nacional y titular entonces del Departamento de Teatro del INBA, gestión durante la cual el CMT retomó la relación con la UNESCO.
A Solé se le reconoce como un visionario del centro, según deja ver la misma Quintanar, pues lo empujó a una nueva vida con otros reflectores.
A Solé siguió Carlos Solórzano, quien le dio certidumbre jurídica y administrativa como Asociación Civil sin fines de lucro; así, en 1987, quedó como Centro Mexicano de Teatro, A. C. y representante legal del ITI-UNESCO. Además de que fundó la revista Teatro.
También impulsó la creación de un Comité Ejecutivo y se designó a la actriz e investigadora Isabel Quintanar como secretaria general. A la salida de Solórzano, Solé retomó la presidencia en un segundo momento, estando en el cargo hasta el año 2010, cuando en Asamblea General fue designado Presidente Honorario, y su lugar lo tomó Mario Espinosa.
Finalmente en 2014 Isabel Quintanar es nombrada presidenta. Hasta el día de hoy.
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Amable, audaz y con el teatro a flor de voz, Quintanar relató a Proceso que la existencia del CMT es “por amor al arte”, pues en realidad no cuenta con un presupuesto, y su existencia “es más por necedad”. Dice:
“Desde hace unos años estamos en una oficina que pertenece al INBAL en el Edificio Prisma de la avenida Reforma, piso 15. Previo a ello hemos tenido otras sedes. Yo soy investigadora y una de las fundadoras del Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli (CITRU), y de ahí tengo un sueldo que en parte lo invierto en necesidades básicas que requiere el Centro Mexicano de Teatro, y esa es la verdad”.
La institución está conformada por ella y otros dos trabajadores de planta (una fotógrafa y un tramoyista que no reciben sueldo fijo), más dos personas de trabajo social que suelen ser eventuales. Por momentos reciben apoyos económicos.
Confiesa la artista que durante el Día Mundial del Teatro (27 de marzo pasado), los 13 reconocimientos que se otorgaron a actores, dramaturgos, productores y especialistas escénicos salieron de su bolsa por el cariño y admiración hacia los profesionales del teatro (ese acto fue cubierto por la agencia Proceso/Digital).
En el acto se reconoció a la Familia García (Teatro al hombro), Ángel Ancona, Luis Cisneros Luján, Estela Leñero, Alejandro Licona, Ofelia Medina, Miguel Ángel Mesino, Wilfrido Momox, Nicolás Núñez, Abraham Oceransky, Mónica Peredo, Guillermo Schmidhuber y Teresa Valenzuela.
Luego de la entrega, los artistas tomaron el micrófono para recordar anécdotas personales en el mundo teatral, desear una larga vida al CMT, recordar a la disciplina como un espacio de lucha, conciencia y colectividad, y en especial hacer un llamado a los espectadores para vivir y disfrutar del teatro.
–Durante esa actividad se llamó a la búsqueda por formar a los espectadores, pues se sufría para que la gente regresara al teatro.
–No lo creo así: ese pleito lo traemos en el gremio desde hace tiempo. Por supuesto que en la pandemia fue complicado, se dice que el teatro fue de los primeros en irse y de los últimos en regresar… pero hablando del Encuentro Nacional de los Amantes del Teatro, fuimos de los últimos en irnos y de los primeros en regresar.
“Este encuentro promueve el teatro de las compañías y agrupaciones de todo el país. Este año tuvimos 47 puestas seleccionadas, y de ellas me atrevo a decir que tres quizá no fueron tan buenas, ¡pero tres entre 47 me parece un gran número!, y cada año tenemos un público muy fiel, o quizá cada quién habla como le va en la feria, todo depende de cómo lo ves.
“Seamos honestos: el teatro siempre ha estado ‘malito’, nació con la expectativa de que desaparecería por ser efímero, pero nunca se muere, siempre está”.
–¿Qué pasa con la revista Teatro?
–Comenzó siendo trimestral, luego semestral y ahora se publica cuando se puede, pero ojo, que no ha muerto, y eso es lo importante.
El último número (su edición 28) ofrece una visión del teatro en lo virtual desde la mirada de especialistas nacionales e internacionales, como Marco Antonio Novelo Villegas (Escuela de Artes, Universidad Anáhuac), Mario Ficachi (actor, director y posgraduado en Políticas Culturales y Gestión Cultural por la Universidad Autónoma Metropolitana), Gabriella Zeno (actriz y performer), Ivanka Apostolova (artista, promotora cultural y titular del Macedonia Center del ITI), Dami Karmakar (conferencista y miebro del Departamento de Drama de la Universidad Rabindra Bharati, Bengala Occidental, India).
También Tatjana Azman (dramaturga), Stefania Bochicchio (codirectora del ITI en el Reino Unido), Emy Coyoy (catedrática y especialista en Estudios Avanzados de Teatro por la Universidad de la Rioja, España),y Liuba González Cid (especialista del Observatorio de Investigación e Innovación en Ciencias de las Artes de la Escena, de la Universidad Rey Juan Carlos, España).
Es el texto que leyó esta última, titulado “Teatro y virtualidad: la otra butaca”, detalló:
“¿Cómo será el futuro de un teatro sin sus códigos analógicos propios, como la percepción sensorial y sinestésica que define las relaciones entre lo auditivo y lo visual? ¿Puede existir un teatro sin teatro? ¿Qué papel jugarán el autor, el director, actores y actrices, iluminadores, compositores, regidores, maquinistas..., en este nuevo universo rediseñado por la Inteligencia Artificial?
“Esta reflexión plantea nuevas relaciones de construcción o deconstrucción entre el teatro y la butaca virtual del espectador, al otro lado de la pantalla/ventana/espejo. En este punto experimental, la pandemia ha venido a acelerar una consciencia acrecentada de que el teatro puede transgredir sus propios límites, ¿acaso los hubo?, pero el hecho de que cambie el medio no es suficiente razón para afirmar que el teatro haya entrado en una era digital, la del ciberteatro…”.
–Finalmente, en su experiencia, ¿se puede hablar de una evolución respecto a la virtualidad?
–Antes que nada soy actriz, creo que el teatro necesita del público, se nutre y vive del público, así que mientras haya dos seres humanos, un actor y un espectador, el teatro vivirá.