Francia

Reforma al sistema de pensiones: Macron vuelve a desatar la ira popular

Una medida tomada por el presidente Emmanuel Macron –aumentar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años– ya concitó la oposición frontal de los sindicatos y de las dos terceras partes de los trabajadores franceses. Ya hubo una movilización masiva en varias ciudades.
domingo, 5 de febrero de 2023 · 18:41

Una medida tomada por el presidente Emmanuel Macron –aumentar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años– ya concitó la oposición frontal de los sindicatos y de las dos terceras partes de los trabajadores franceses. Ya hubo una movilización masiva en varias ciudades el jueves 19 y se prevén más para el próximo martes 31. De imponerse la iniciativa presidencial, señalan expertos, la Agrupación Nacional, de la derechista Marine Le Pen, podría ser la ganadora de los próximos comicios.

PARÍS (Proceso).– La tensión en Francia crece a pocos días de la segunda jornada de movilización nacional –convocada para el próximo martes 31– contra la reforma del presidente Emmanuel Macron al sistema de pensiones.

“Si bien hoy nadie sabe en qué desembocará el movimiento social que se pone en marcha, es imprescindible tener presente que las consecuencias de políticas de reformas impopulares se miden a mediano plazo. De imponer su reforma, Emmanuel Macron hará correr al país el riesgo de atizar aún más el coraje social que alimenta los votos a favor de la Agrupación Nacional, de Marine Le Pen, desde hace años”, advierte Bruno Palier

Director de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica y del Centro de Estudios Europeos y de Política Comparada de la Escuela de Ciencias Políticas de París, Palier lleva 20 años trabajando sobre la evolución de los sistemas de protección social europeos, tema al que ha dedicado numerosos libros y ensayos.

“Las movilizaciones del pasado jueves 19 fueron particularmente masivas. El hecho de que las convocó un frente unido de ocho sindicatos explica ese éxito. Semejante unidad no se da muy a menudo en Francia, donde suelen imperar divisiones y fricciones entre sindicatos, inclusive sobre un tema tan candente como el de las pensiones”, enfatiza el académico.

“Estas marchas en las grandes urbes y en ciudades medianas y pequeñas de todo el país permiten medir la amplitud del rechazo de esa reforma por la población”, agrega.

Palier hace hincapié en que no se puede entender esa oposición frontal de los sindicatos y de las dos terceras partes de los franceses al retraso de la edad de jubilación a 64 años –respecto a los 62 actuales–, con el requisito de haber trabajado 43 años, para cobrar el 100% de la pensión a que se tiene derecho, previsto por la reforma, si no se toma en cuenta la complejidad del sistema galo de pensiones ni la degradación del mercado de trabajo en Francia en las cuatro últimas décadas.

“¡Cuidado! –dice– No hay que dejarse engañar por quienes aseguran que los franceses son unos flojos que gozan desde 1998 de un régimen de 35 horas laborales por semana y se aferran a su jubilación a los 62 años.

“Es preciso ir más allá de las apariencias”, sigue. “En realidad existen en Francia dos edades legales de jubilación. Uno puede jubilarse a los 62 años, pero por su cuenta y riesgo. Si no logra juntar suficientes años de cotización social cobrará una pensión calculada con base en los trimestres de cotización que le faltan y además sufrirá una penalización.”

–¿Es decir?

–Se le restará 5% del total de su pensión por año faltante. La segunda edad de jubilación es 67 años, porque es la edad a la que ya no se aplica penalización alguna. Por lo tanto, mucha gente opta por trabajar hasta los 67 años para cobrar su pensión completa. Pero la dualización del trabajo, que estudié de muy cerca en mis investigaciones, es otro factor esencial que se debe tomar en cuenta.

–¿Podría precisar ese concepto?

–El mercado de trabajo francés es muy peculiar. Se divide en dos grupos: uno, de gente que trabaja muchísimo, en forma demasiado intensiva; y otro, de gente marginalizada de la esfera laboral. No existe mucho espacio para una posición intermedia. Eso es especialmente patente en el caso de los trabajadores de más de 55 años.

–O sea, los que serán los primeros en sentir el efecto de la reforma.

–Así es. Solamente 58% de los franceses entre 55 y 65 años trabaja y esa proporción baja a 40% después de los 60 años. La gente que las empresas sigue empleando es la más productiva, pero resulta profundamente afectada física y anímicamente por esa presión de productividad.

“Ahora bien, el proyecto de reforma exige por una parte que estas personas exhaustas trabajen dos años más antes de poder jubilarse y por otra parte exhorta a los excluidos del mercado del trabajo a que encuentren un empleo a sabiendas de que es imposible, condenándolos así a vivir dos años más cobrando subsidios sociales antes de tener acceso a la pensión que les corresponde. No es difícil entender por qué bajan a la calle para protestar.”

Más exigencias

Palier insiste en los estragos causados por la hiperproductividad, la exigencia de rentabilidad y la gestión laboral siempre muy vertical que prevalecen en Francia, tanto en el sector privado como en el público.

“En todas partes se exige más a los asalariados y muy a menudo sin aumento de sueldo, casi siempre sin que mejoren sus condiciones laborales, sin participación en la vida de la empresa ni reconocimiento por la labor realizada. El ejemplo de la aplicación de la ley de las 35 horas laborales por semana es muy elocuente. En la industria se pide a los trabajadores que hagan en 35 horas lo que hacían en 39. Tan simple como eso.

“En todas partes, a todos niveles se busca producir más con menos gente, bajando al máximo los costos. En el marco de mis investigaciones encuentro cada vez más personas que sufren porque no tienen tiempo ni capacitación para hacer bien su trabajo. Su frustración es inmensa. Todos los estudios sociológicos coinciden en el mismo punto: los franceses sienten que su trabajo está perdiendo sentido”, apunta.

“Eso es lo que pasa en Francia desde hace 40 años”, insiste. “Es lo que se debe saber para entender el malestar profundo de los franceses que se manifiestan en ese momento. Fue ese mismo malestar que se expresó con el movimiento de los Chalecos Amarillos a finales de 2018 y en 2019, así como en las urnas con el ascenso de Marine Le Pen y de la Agrupación Nacional en las elecciones presidenciales y legislativas del año pasado”.

En un análisis publicado el pasado viernes 13 en el vespertino Le Monde y en entrevista con la corresponsal, Palier subraya la incidencia que las reformas de las pensiones tienen sobre las elecciones presidenciales galas a partir de 1995, año en que el primer ministro Alain Juppé intenta modificar los regímenes especiales de jubilación de ciertas categorías de trabajadores del sector público.

Esa iniciativa generó un gigantesco movimiento social y huelgas que paralizaron Francia del 10 de octubre al 15 de diciembre de aquel año. Juppé renunció a su reforma y a su cargo. El entonces presidente, Jacques Chirac, disolvió la Asamblea Nacional y la derecha perdió las elecciones legislativas.

En 2007 Nicolas Sarkozy impuso su propia reforma de los regímenes especiales y en 2010 retrasó la edad legal de jubilación de 60 a 62 años. Ambas medidas desencadenaron fuertes protestas. Sarkozy no logró reelegirse a la Presidencia en 2012. Lo sucedió François Hollande, quien no cumplió sus promesas electorales en materia de jubilación y mantuvo la edad legal a 62 años (con algunas enmiendas), congeló la revalorización de las pensiones y previó imponer progresivamente –en un lapso de 20 años– los 43 años de cotización para poder cobrar una pensión completa.

Palier es categórico: “Ese brusco giro del Partido Socialista participa en el derrumbe de la izquierda institucional y fortalece los llamados partidos de la ruptura: Francia Insumisa (izquierda radical encabezada por Jean Luc Mélenchon), la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y ¡En Marcha!, que ganó las elecciones presidenciales en 2017”.

El peligro derechista

También recalca el analista que el intento frustrado de Macron de imponer la primera versión de su reforma de las pensiones, que movilizó masivamente a los franceses durante semanas en vísperas de la pandemia de covid 19, explica en gran parte el 42% de los votos a favor de Marine Le Pen en la segunda vuelta del escrutinio presidencial de 2022 –un resultado superior al 33.9% de 2017–, y los 87 escaños que la Agrupación Nacional obtuvo en la Asamblea Nacional dos meses más tarde, al tiempo que Macron perdía la mayoría en esa misma Asamblea.

–Según esa lógica, si Emmanuel Macron impone su reforma, Marine Le Pen tendrá más posibilidades que nunca de llegar al Palacio del Eliseo en 2027. ¿Acaso el presidente no toma en cuenta ese peligro ni mide el desasosiego social creciente de los franceses?

–No lo mide. Emmanuel Macron y quienes lo rodean no ven ni oyen, por asombroso que eso parezca. El presidente está bajo presión permanente de Bercy (Ministerio de Economía y Finanzas), que le ordena conseguir dinero para compensar el creciente déficit presupuestario, en parte causado por la reducción de la presión fiscal sobre las empresas.

“Si se obliga a la gente a trabajar dos años más, es obvio que entrará pronto dinero en las cajas del Estado, puesto que cobrará más cotizaciones y pagará menos pensiones. Cabe recordar que de ser adoptada esa reforma, empezará a aplicarse a partir del próximo mes de septiembre y será vigente para todos en 2030. Es sumamente brutal. En el caso de las reformas anteriores llevadas a cabo en Francia, o de las que se implementaron en otros países de la Unión Europea, se preveía una aplicación progresiva que podía oscilar entre 15 y 20 años. En el caso de la reforma actual todo se tendrá que hacer en seis años.

–¿El presidente y el gobierno de Élisabeth Borne (primera ministra) se obstinarían con esa reforma por meros motivos presupuestarios?

–No sólo por eso. Entran también en cuenta cálculos políticos. Emmanuel Macron ya no dispone de la mayoría en el Parlamento y necesita los votos de los republicanos, que se encuentran en una situación compleja: por un lado son favorables a la reforma de las pensiones, pero por otro buscan preservar su estatus de partido de oposición y no quieren hacer el mínimo favor al presidente. En el sistema político francés, regido por mayoría de votos y no por compromisos entre fuerzas divergentes, Emmanuel Macron tiende una trampa a los republicanos, acorralándolos para votar con Renacimiento (nuevo nombre del partido presidencial). Con esa reforma el presidente busca además satisfacer su base electoral, integrada por jubilados de alto poder adquisitivo, cuadros superiores y empresarios.

Después de un breve silencio Palier confía: “En realidad quienes nos gobiernan siguen viviendo y actuando encerrados en su propia lógica y en su esfera. Su actitud agudiza el sentimiento creciente de no ser escuchados por ‘las élites’ que tienen los franceses y que nutren el voto a favor de la Agrupación Nacional”.

–¿Cómo siente la situación en vísperas de la segunda movilización nacional y de las huelgas contra la reforma de las pensiones? ¿Los franceses están, antes que todo, enojados, como lo dicen los coordinadores de las marchas, o muy cansados como lo cree o lo espera el gobierno?

–Los franceses están a la vez agotados y enojados. Y hoy nadie puede decir si prevalece su cansancio o su coraje –confiesa Palier, quien prefiere esbozar tres hipótesis sobre lo que podría ocurrir a mediano plazo.

“Empiezo por el peor ‘guion’”, dice. “Macron reafirma su determinación e impone su reforma con votos de la derecha o ‘a la brava’, recurriendo a artículos de la Constitución que le permiten hacerlo. Crece entonces aún más la brecha entre el poder y amplios sectores de la población que ya votan por Marine Le Pen y, más inquietante aún, que optarán por hacerlo”.

Según explica el académico, en el segundo “guion”, la unidad sindical y de la izquierda son capaces de defender a los franceses golpeados por la reforma. “Los que participaron en el gran movimiento social de 1995 recuerdan que fue esa unidad la que permitió a la vez hacer retroceder al gobierno y frenar el avance del entonces Frente Nacional”, dice.

“Pero esa posibilidad parece bastante irreal”, reconoce. No se sabe si la unidad sindical resistirá eventuales enmiendas de la reforma. En cuanto a la Nueva Unión Popular Ecológica y Social –integrada por Francia Insumisa, las distintas corrientes ecologistas, el Partido Comunista y el Partido Socialista–, que se creó después de la estrepitosa derrota de todos estos partidos en las elecciones presidenciales de 2022, sus divisiones y problemas internos le restan fuerza y credibilidad.

El tercer “guion” es el de Macron, dice el analista. “Las movilizaciones, por muy espectaculares que se vean actualmente, acabarán por decaer. Muchos otros acontecimientos ocurrirán antes de las presidenciales de 2027. Los franceses se olvidarán… Ese ‘guion’ tampoco es convincente, porque en los cuatro próximos años mucha gente ya estará concretamente afectada por la reforma y dudo que la olviden. Pero sobre todo porque las reformas duras de las pensiones siempre tienen consecuencias electorales a mediano plazo. Lo vimos en el caso de Francia. Me parece importante no perder de vista lo que pasó en Italia”.

Palier recuerda que a finales de 2011, agobiada por la crisis de la deuda externa, Italia capitula ante la presión de los mercados financieros y de la Unión Europea. Elsa Fornero, entonces ministra del Trabajo y de las Políticas Sociales, lanza una reforma brutal que ella misma considera injusta y que incluye el congelamiento de las pensiones y el retraso de la edad legal de jubilación a 67 años a partir de 2018. Las consecuencias sociales son demoledoras.

Siete años más tarde los populistas (Liga y Movimiento 5 Estrellas) ganan las elecciones, en gran parte por haber criticado esa reforma. Diez años después el partido de extrema derecha de Giorgia Meloni gana las elecciones.

Todos los análisis sociológicos demuestran que los italianos más afectados por la reforma Fornero constituyen el mayor contingente de los electores de esos partidos extremistas.

Concluye Palier: “Insisto. Quienes más votan a favor de la Agrupación Nacional –los medios obreros y las clases medias poco calificadas– serán los más golpeados por esa reforma de 2023 si se aplica tal cual. Emmanuel Macron no será candidato en 2027, pero si se obstina con su reforma, será responsable de sus consecuencias políticas”. 

Reportaje publicado el 29 de enero en la edición 2413 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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