Clavados

Clavados: Abuso sexual, encubrimiento, chantaje, impunidad…

En la Fiscalía General del Estado de Guanajuato hay una carpeta de investigación. En ella una clavadista mexicana denuncia que fue violada por otro clavadista en la ciudad de León en febrero de 2021, cuando ella era menor de edad. Las autoridades estatales del deporte no sabían de la agresión sexual
viernes, 19 de agosto de 2022 · 06:37

En la Fiscalía General del Estado de Guanajuato hay una carpeta de investigación. En ella una clavadista mexicana denuncia que fue violada por otro clavadista en la ciudad de León en febrero de 2021, cuando ella era menor de edad. Las autoridades estatales del deporte no sabían de la agresión sexual, debido a que los entrenadores Francisco Rueda y Laura Sánchez habían ocultado el caso. La historia de la clavadista ya destapó otro abuso. Arropado por la pareja de entrenadores, el agresor sigue libre en las albercas del estado… conviviendo con otros deportistas.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Una clavadista mexicana denuncia que en febrero de 2021 fue violada en su propio domicilio por su compañero de vivienda, otro clavadista, también mexicano, con quien entrenaba en las instalaciones de la Comisión de Deporte del Estado de Guanajuato (Code), con el equipo que encabezan los entrenadores Francisco Rueda y su esposa, la medallista olímpica Laura Sánchez.

La agresión ocurrió en la ciudad de León, cuando la deportista aún era menor de edad –faltaban tres semanas para que cumpliera 18 años– y su agresor estaba a punto de cumplir 30. Pese a la diferencia de edad, y a que el victimario era su amigo, éste no se detuvo cuando ella le dijo que no quería tener relaciones sexuales con él.

Antes de presentar una denuncia de hechos ante la Fiscalía General del Estado de Guanajuato, la madre de la clavadista informó al entrenador sobre lo que su alumno le hizo a su hija. Sin embargo, Francisco Rueda no reportó lo ocurrido a las autoridades del Code. La mujer también le reclamó en persona al agresor, quien se disculpó con ella por lo ocurrido.

En aras de no revictimizar a la deportista su nombre será omitido y se le identificará como la “clavadista denunciante”. Asimismo, como existe una carpeta de investigación –y para no violar la presunción de inocencia–, tampoco se mencionará el nombre del deportista, se le citará como el “clavadista denunciado”.

La acusación por el probable delito de “por medio de la violencia imponer cópula” fue presentada 10 meses después de los hechos, el 1 de diciembre de 2021, y quedó asentada en la carpera de investigación número 128639/2021, cuya copia posee este semanario. El presunto agresor fue citado a declarar, pero se reservó su derecho a hacerlo. Por falta de pruebas el Ministerio Público determinó el no ejercicio de la acción penal y el expediente fue enviado al archivo definitivo; pero como el delito no ha prescrito el caso puede ser reabierto.

En su declaración, la clavadista denunciante refirió que la noche del 14 de febrero de 2021 se encontraba en una casa de la colonia Pedregales del Gigante, en León, Guanajuato, donde vivía con su hermano, con otro deportista y con el clavadista denunciado. Según su dicho, en las tres recámaras de la planta superior dormían ella, el deportista y el clavadista. Su hermano tenía una cama en un espacio al lado de la cocina, en la planta baja.

Ella reveló que como a las nueve de la noche del día 14 recibió un mensaje de WhatsApp del clavadista en el cual le preguntó si tenía pomada para el dolor muscular y si se la llevaba a su recámara. Ella accedió. Después él le pidió que le ayudara a ponérsela en la espalda, lo cual ella hizo mientras él estaba de pie y le decía que se recostara con él en la cama. Ella no aceptó, pero sí se sentó en una de las orillas. Él cerró la puerta.

La clavadista narró que su compañero la jaló varias veces del hombro intentando acostarla. Ella no se dejaba, pero al mismo tiempo estaba mandándole mensajes a una amiga contándole lo que ocurría. “Le conté que tenía miedo porque él era muy insistente”.

La amiga le dijo que no tenía que hacer nada si no quería, que se fuera a su cuarto y se encerrara. Así lo hizo, pero no cerró la puerta con seguro y se acostó en su cama. Casi de inmediato entró el clavadista denunciado, se acostó a su lado y le aclaró que sólo estaría un rato ahí y luego se iría.

Ella seguía chateando en su teléfono. Sintió que él metió su mano debajo de su calzón, la tocó y luego introdujo sus dedos. “¿A poco no vas a dejar tu teléfono? ¿A poco no te gusta?”, le preguntó. Ella le contestó que no. Declaró que pensó en gritar a ver si su hermano la ayudaba, pero sólo pudo soltar el teléfono y entonces el sujeto le dijo: “Ya sabía que te iba a gustar”.

Con la autorización de la clavadista denunciante se reproduce de manera textual la declaración que está asentada en la carpeta de investigación. Declaró que entró en shock, su mente se desconectó cuando sintió el pene en su vagina. Ella ya no traía puesta su pijama, pero no sabe cómo es que él se la quitó y recordó que él le decía: “Tranquila, estás bien”, “¿por qué respiras tan extraño?”, “estás bien buena”.

“No sé cuánto tiempo pasó mientras me penetraba, pero yo sólo podía pensar en que todo esto iba a terminar, así que no dije ni hice nada (…) Cuando dejó de penetrarme se vistió y se fue”, declaró. También describió que en ese momento volvió a escribirle a su amiga para contarle lo que pasó y le pidió que no la juzgara ni pensara mal de ella. En los días subsecuentes, cada vez que lo veía, el clavadista le decía: “¿Verdad que estoy bien bueno, lo hago bien?”. Ella le respondía que no. Esas palabras se las repitió hasta el hartazgo.

Como yo era menor de edad y seguía viviendo en la misma casa con él, no supe qué hacer ni a quién contarle; así que, como era el único al que le hablaba (porque no tenía una buena relación ni con su hermano ni con el otro deportista), seguí teniendo contacto con él, pero ya no de la misma manera. Me enviaba mensajes en los que me decía: ‘Con una cogida se arregla todo’. Hasta que un día ya no me volvió a hablar”, quedó asentado en la carpeta de investigación.

Una segunda víctima

En entrevista con Proceso la clavadista denunciante explica que todo ese tiempo se tragó sus sentimientos y que, como no le había ido bien en una competencia estatal, estaba más preocupada porque su mamá no se la llevara de regreso a Guadalajara, de donde es originaria su familia. Se sentía tan mal y agobiada por tener que convivir con su agresor, tanto en los entrenamientos como en su propia casa, “que comencé a embriagarme y a manejar borracha, y a hacer cosas que me hacían daño”, explica.

La primera persona con quien tuvo la fuerza para hablar sobre lo que le pasó fue otra compañera clavadista, que en ese entonces sólo tenía 13 años. “Era la única en quien confiaba, y ella me dijo que hablara con otra chava del equipo –se trata de otra clavadista que también fue contactada para fines de este reportaje. La identificaremos como la “clavadista 2”–, que en ese momento se juntaba mucho con él (clavadista denunciado), para (advertirle) que no le pasara lo mismo que a mí”. Sin embargo, no se atrevió a contarle nada.

En septiembre de 2021, la clavadista denunciante dejó de vivir en la misma casa que su agresor. Sólo entonces encontró valor para contarle a su novio lo que le pasó, pero lo hizo para que él hablara con la clavadista 2, pues es su hermana, y le advirtiera sobre la conducta del clavadista denunciado.

Ella narró en la denuncia de hechos que tenía tantos problemas con su mamá que ésta la llevó con un psicólogo, con quien comenzó a trabajar sus emociones.

Cuando recordé este suceso sentí asco, estaba muy molesta conmigo por permitir que me haya pasado. Con la terapia ya no quería ir al entrenamiento porque sentía asco, miedo”.

En otra sesión, a la cual acudió también su mamá, la señora le dijo al psicólogo que su hija “con todo mundo se pelea y con todos sale mal”; en otra cita con el terapeuta por fin la clavadista pudo contar lo que le pasó.

“(…) Luego de esto, la hermana de mi novio me contó que también (el clavadista denunciado) había abusado de ella, fue cuando me sentí más mal porque yo trataba de evitar que le pasara esto y fue cuando decidí que tenía que hacer algo”, contó en la denuncia.

En la entrevista con esta reportera, la clavadista denunciante añadió que la clavadista 2 le contó que, durante una fiesta en la casa del clavadista denunciado, éste la besó y la tocó, pero que se lo quitó de encima y fue a contárselo a otra compañera que estaba ahí.

Agobiada por lo que escuchó de la clavadista 2, quien en ese entonces aún era menor de edad, la clavadista denunciante le confesó a su papá que fue agredida sexualmente. El señor la convenció de decírselo a su mamá. “Traté de hablar con mi mamá, pero no le pude contar todo esto que acabo de mencionar y sólo le dije que abusó de mí, porque me da vergüenza que ella sepa esto que pasó”, detalló ante las autoridades. 

Ocultan el caso

El martes 30 de noviembre, un día antes de acudir a la Fiscalía para denunciar los hechos, la madre de la clavadista se presentó en la alberca del Macro Deportivo León 1 –que administra el Code de Guanajuato– para contarle entre lágrimas a Francisco Rueda lo que su alumno le hizo a su hija. El entrenador públicamente siempre ha dicho que al clavadista denunciado lo quiere como si fuera su hijo. Con él –como su entrenador– compitió en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, representando a República Dominicana.

Paco se me acercó y me dijo que lamentaba mucho lo que me había pasado, que por qué no me había acercado primero a ellos para decirles. Sinceramente no confiaba en alguien de quien decían que también había hecho eso –Rueda era el entrenador de Laura Sánchez desde que ella era niña y comenzó a abusarla sexualmente cuando tenía 15 años y él 45, (Proceso 1438)–. ¿En qué me podía ayudar?

“Ella (la clavadista 2) se fue ese día con Paco y Laura en su camioneta y escuchó que Laura dijo que esto era mi culpa ‘por las fiestecitas que hacíamos en la casa’. Fue algo erróneo que Laura dijera eso. Luego hicieron el comentario de que, cuando esto llegara a la prensa, me iban a comer viva porque iban a encontrar un mensaje donde yo dije que estuvo bien rico.

“Yo no sabía bien la historia de Paco y de Laura, escuchaba rumores, pero creo que soy demasiado buena persona y ellos siempre me apoyaron en todos los sentidos (en cuestiones deportivas), entonces en algún punto yo me sentí mal porque dije: ‘Esto va a afectar a Paco’. Me puse a pensar en ellos antes que en mí. Fue cuando mi mamá me dijo que íbamos a ir a denunciar”, narra la clavadista.

Al día siguiente la clavadista denunciante y su madre fueron otra vez a las instalaciones acuáticas del Code para entregarle unas llaves a su hermano, quien se encontraba ahí. En ese momento iba saliendo el clavadista denunciado en compañía de un entrenador, delante de quien la señora lo encaró para reclamarle.

“Mi mamá lo agarra y le dice: ‘No te voy a golpear; voy a dejar que la ley, que las autoridades hagan eso’. Él le contestó: ‘A ver, señora, tranquila. Ustedes están en su derecho si quieren meter una denuncia, pero deje le cuento mi versión’. Y mi mamá le dijo: ‘No me interesa tu versión, la niña era menor de edad’. Así estuvieron un buen rato alegando.

Mi mamá le dijo: ‘Me apena mucho afectar a Paco, pero lamentablemente, como él dijo: ‘Cuando salga esto a la prensa dirán violador enseña a otro violador’. Él se exaltó y le dijo: ‘¿Por qué va a meterlo?’. Mi mamá le dice: ‘¿Tú crees que yo lo quiero meter? Lo estás metiendo tú por haber hecho eso’, entonces él le dice: ‘Señora, le debo una disculpa, también a ti’, refiriéndose a mi hermano, ‘porque entiendo su molestia, pero no entiendo la molestia de ella’”, detalla a Proceso la clavadista.

En eso apareció la clavadista 2. Llegó corriendo a abrazar a la clavadista denunciante y estaba llorando. Delante de todos contó que Laura Sánchez la acababa de correr del equipo porque la culpó de haber sido la causante de que la clavadista denunciante se animara a señalar y a acusar a su agresor sexual, y le dijo que si dos personas están en conflicto no pueden convivir en el mismo lugar.

“Ella le había explicado a Laura que no iba a meter ninguna denuncia, que no era parte del conflicto, pero Laura le contestó: ‘No me importa. Tú hiciste que ella hablara, tú también te vas a ir’. En eso apareció Laura y mi mamá le preguntó qué pasó. Y le dice: ‘Le comentaba a la muchacha que no pueden estar conviviendo dos personas en un mismo lugar’.

“Luego, Laura dijo: ‘Ah, también te digo a ti, compañero’, refiriéndose al clavadista denunciado, ‘que no puedes venir hasta que esto se solucione’. Lo lógico sería que, si a un hombre lo están acusando dos mujeres, obviamente vas a proteger a las mujeres. Él le preguntó a Laura que si podían hablar y se fueron. Mi mamá y yo nos fuimos a meter la denuncia”, cuenta en la entrevista.

Después la clavadista denunciante se alejó por completo de ese deporte. Regresó a su ciudad natal a vivir con su mamá. La Agencia del Ministerio Público de la Unidad de Atención Integral a las Mujeres la citó en León y ella aprovechó para pasar a las instalaciones del Code a hablar con el personal administrativo, darles las gracias porque durante los tres años que entrenó siempre la apoyaron, pero también quería explicarles las razones por las cuales ya no regresaría a entrenar.

En las oficinas nadie sabía lo que había ocurrido, pero ella pudo enterarse de que el clavadista denunciante tampoco estaba yendo.

“Laura y Paco no informaron a los jefes. Me preguntaron si ya lo había denunciado y les dije que sí. Uno de ellos me puso en contacto con una mujer (Araceli Palafox, de la Dirección de Planeación y Desarrollo del Code), quien revisaría mi caso para que esto no se repita. Ella me llamó y me dijo que el director del Deporte de Guanajuato quería ayudarme. Yo quería seguir en el deporte. Yo estaba muy mal en ese momento porque sentía que todo lo que había entrenado y me había esforzado, por lo que me pasó, me estaba afectando más a mí que a él.”

Extorsión

Por su parte, la clavadista 2 intentó cambiarse al centro acuático que el Code tiene en la ciudad de Guanajuato. Aspiraba a seguir entrenando para obtener una beca que le permitiera estudiar en Estados Unidos, pero como Francisco Rueda es el jefe de clavados de todo el estado le prohibió al entrenador Daniel Islas que la recibiera.

En tanto, Laura Sánchez le dijo a la clavadista 2 que la condición para que le permitieran entrenar con Daniel Islas era que firmara un documento donde dijera que no tiene problemas con ningún compañero. “O sea, literalmente, Laura quería que firmara algo para aceptar que lo que dijo era mentira. No lo firmó”, revela la clavadista denunciante.

En cuestión de días, la clavadista denunciante se reunió con el director del Code Guanajuato, Marco Gaxiola Romo, a quien le contó lo que Laura Sánchez intentó hacer. “Ella no tiene el poder de hacer eso, no puede decidir eso y lo que hizo está mal”, le explicó el funcionario.

Gaxiola informó a la clavadista denunciante que, si quería entrenar en las instalaciones de Guanajuato, él le diría al entrenador Daniel Islas que la recibiera. Le ofreció las villas deportivas para que viviera ahí, pero al mismo tiempo le recomendó que mejor estuviera en una casa aparte para que, si así lo deseaba en algún momento, tuviera la libertad de hablar con la prensa y hacer público su caso.

“Me dijo: ‘Si en un momento dices: quiero hablar, quiero que todo salga a la luz, puedes hacerlo porque yo no te voy a pedir que no lo hagas. Estás en todo tu derecho’. Le dije que sí y pues aquí ando en Guanajuato entrenando con el apoyo de la institución desde febrero de 2022.”

Premian a entrenadora

La noticia de que la clavadista denunciante regresó a entrenar no le agradó a Francisco Rueda. En abril de este año hubo una competencia estatal en la ciudad de Guanajuato, a la cual asistió todo el equipo de Francisco Rueda y de Laura Sánchez, incluido el clavadista denunciado. La clavadista denunciante no quiso participar por miedo.

“No los había visto desde que pasó todo eso y me sentía muy incómoda, estaba hasta temblando. Paco le estuvo reclamando a Daniel Islas el porqué nos aceptó (a ella y a la clavadista 2). Daniel simplemente le dijo: ‘A mí me lo pidió el director del Deporte y él es tu jefe’. Paco ya se quedó callado, pero luego empezó a decir ‘¿por qué no entra a la evaluación? Tiene que entrar’. Daniel le dijo: ‘No quiere y si no quiere no va a entrar’.

Cuando Paco era mi entrenador siempre me comparaba con otras compañeras y decía que cómo era posible que yo les ganara a ellas si eran mejores que yo. Ahorita está haciendo hasta lo imposible porque pierda, también ha tratado de que corran a Daniel. Como él es el único entrenador en Guanajuato, piensa que si ya no está nos vamos a ir nosotras”. 

En enero último, el clavadista denunciado regresó a entrenar a León con el equipo de Francisco Rueda y Laura Sánchez. Apenas unas semanas estuvo alejado de las instalaciones.

Por esas mismas fechas, la Federación Internacional de Natación nombró a la medallista olímpica Laura Sánchez responsable de la disciplina de clavados del Comité de Estabilización de la Federación Mexicana de Natación para poner orden en ese organismo que ha destruido su expresidente Kiril Todorov.

Así, Laura Sánchez es la máxima autoridad de los clavados en México. Es quien convoca a los selectivos nacionales e inscribe a los ganadores para que representen a México en las competencias internacionales.

Recientemente, en mayo, en León tuvo lugar el Selectivo Único al cual convocó el Comité de Estabilización para definir las plazas de los clavadistas mexicanos que competirían en el Campeonato Mundial de Natación, Budapest 2022, y en el Grand Prix de Canadá. En esa competencia también participó el clavadista denunciado. Aunque él no representa a México, sino a República Dominicana, Sánchez le permitió participar sólo como exhibición. De hecho, él ganó el primer lugar en la prueba de trampolín de tres metros.

El anunciador de la justa deportiva fue Jesús Rueda, mejor conocido como Chuche, uno de los hermanos de Francisco Rueda, quien cada vez que el clavadista aparecía en el trampolín para ejecutar su salto lo presumía como el competidor que asistió a los Juegos Olímpicos de Tokyo y arengaba a los asistentes a aplaudirle. Sobre todo, el grupo de niñas a quienes entrenan Rueda y Sánchez se emocionaban por la presencia del clavadista.

Eso indignó a la mamá de la clavadista denunciante, pero a la vez la motivó para hablar con la presidenta del Comité Olímpico Mexicano (COM), María José Alcalá, para contarle lo que le hizo a su hija. La dirigente deportiva acudió a la competencia para darle el respaldo del COM al Comité de Estabilización.

La señora y una amiga que la acompañaba le pidieron que interviniera. “Si haces algo está bien, si no y vuelve a pasar, también va a ser tu problema porque ahora ya lo sabes y vas a ser responsable de la situación”, le dijo. La presidenta del COM quedó en ponerse en contacto con la clavadista denunciante, lo cual hasta ahora no ha sucedido.

El 16 de junio último, Alcalá invitó al canciller Marcelo Ebrard a las instalaciones del COM para la firma de un convenio, acto en el que los deportistas le externaron su apoyo a quien es uno de los aspirantes para ser el candidato presidencial en 2024. Alcalá eligió a Laura Sánchez para darle a Ebrard un mensaje de bienvenida, en calidad de medallista olímpica y vicepresidenta de la Comisión de Atletas.

Proceso entró en contacto con la clavadista 2 para solicitarle su testimonio de manera directa sobre lo que ocurrió. Dijo que estaba temerosa de que su papá se enterara de lo que pasó. Contó que estaba esperando a cumplir la mayoría de edad para ver si se anima a interponer una denuncia de hechos. Hace poco cumplió 18 años.

Después de unos días de pensarlo y consultarlo con su mamá, la clavadista 2 informó que prefería no conceder la entrevista porque no está lista para revivir lo que le ocurrió. Se disculpó por “no poder ayudar”, y dijo que espera que se haga justicia y que ella en el futuro pueda contar lo que le pasó.

Este semanario contactó al clavadista denunciado para ofrecerle su derecho de réplica antes de la publicación de este reportaje. Se le envió un mensaje de texto que sólo leyó, pero no respondió. l

Este texto es un reportaje publicado en el número 2389 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 14 de agosto de 2022, cuya versión digital puedes adquirir en este enlace.

 

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