Pablo O’Higgins
Intestada, la herencia artística de Pablo O’Higgins
A María de la Fuente, viuda del pintor, no le alcanzó el tiempo para concluir el testamento y entregar al pueblo de México el enorme legado plástico y documental de uno de los pilares del muralismo, escuela de la cual este año se celebra el centenario.A María de la Fuente, viuda del pintor, no le alcanzó el tiempo para concluir el testamento y entregar al pueblo de México el enorme legado plástico y documental de uno de los pilares del muralismo, escuela de la cual este año se celebra el centenario. Es la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, Lucina Jiménez, quien confía en que se cumpla su voluntad, si bien previamente la familia de María debe ponerse de acuerdo, para lo cual es necesaria una investigación genealógica.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Por increíble que parezca, la luchadora social, artista plástica y abogada María de Jesús de la Fuente Casas, viuda del pintor Pablo O’Higgins, fallecida el 20 de diciembre pasado a los 101 años, no dejó testamento.
Y mientras ese intestado prende las alarmas en el historiador e investigador de arte Alberto Híjar Serrano, la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lucina Jiménez, confía en que la familia de la viuda cumpla con su voluntad de otorgar al pueblo de México el legado del también muralista, nacido en Salt Lake City, Utah, Estados Unidos el 1 de marzo de 1904, quien llegó a nuestro país en 1924, invitado por Diego Rivera.
Desde 2005, cuando la Fundación Cultural Pablo y María O’Higgins reeditó la litografía La niña de Irolo para buscar fondos para la catalogación y resguardo de sus acervos, Híjar, investigador y curador de exposiciones, como Voz de lucha y de arte, planteó la necesidad de que la obra se declarara patrimonio nacional (https://www.proceso.com.mx/cultura/2005/1/24/ohiggins-su-denuncia-sobre-el-desarrollo-industrial-50394.html). Propuesta que aún sostiene (ver recuadro).
En agosto de 2011, con el vigente título La obra de O’Higgins, un futuro incierto, este semanario (Proceso, 1814) dio cuenta de las vicisitudes de María de Jesús de la Fuente Casas, quien ya había tocado las puertas de la Universidad Nacional Autónoma de México: “no lo quiere”; de la Secretaría de Educación Pública: “titubea”; del INBA, que “compró sólo tres cuadros”; del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta, hoy Secretaría de Cultura), y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), con resultados que van desde “no, gracias” hasta negociaciones burocráticas sin fin (https://www.proceso.com.mx/cultura/2011/8/8/la-obra-de-ohiggins-un-futuro-incierto-90473.html).
Pasó más de un año luego de aquel texto, para que el INBA respondiera en voz de su entonces titular Teresa Vicencio, y a tres días de concluir su administración que la institución “se encuentra preocupada por dicho acervo”, ofreció más colaboración e informó que estaba en proceso la catalogación (https://www.proceso.com.mx/cultura/2012/11/27/en-proceso-de-catalogacion-acervo-de-pablo-ohiggins-inba-111359.html).
Para el pueblo
Tras meses de confinamiento por la pandemia y un silencio obligado por el reciente veto electoral, la antropóloga Lucina Jiménez, actual directora del INBA, explica en entrevista con Proceso, en sus oficinas del Palacio de Bellas Artes, la situación del intestado y del legado de Pablo O’Higgins, quien murió el 16 de julio de 1983:
“Son dos partes. La primera es que Bellas Artes se comprometió desde muchos años atrás a apoyar a María en la elaboración del inventario y el registro de obra. Estamos hablando de una colección particular, es obra que Pablo O’Higgins le hereda a María y ella dedica su vida a ordenar el archivo.”
Y pone énfasis:
“¡Pero le dedica su vida! Es algo que siempre le debemos de agradecer, porque gracias a María de la Fuente ese acervo no se fue al extranjero, porque muchas veces le ofrecieron comprárselo y ella siempre dijo que ese acervo era para el pueblo de México.”
Cuenta que al asumir la dirección del instituto revisó cómo iba el inventario con el fin de fortalecer el trabajo, se le asignó al proyecto equipo de cómputo y escáneres para que tuviera realmente viabilidad. El inventario se concluyó y se le entregó a la viuda del muralista, “porque es una colección de un particular, aunque en convenio, pero entregamos”.
Agrega que se acompañó a María en diversos procesos relativos al trabajo con el acervo, e incluso más allá pues se le apoyó en su salud. Así se acordó que Bellas Artes haría la adquisición de algunas obras, partiendo de un diagnóstico de lo que tenía en sus museos, para complementar lo que ella había donado en 2017. La donación de ese año, destinada al Museo Mural Diego Rivera, consistió en un conjunto de 15 bocetos de murales, exhibidos en la muestra Los murales de Pablo O’Higgins o la invención del porvenir, que puede visitarse en ese recinto hasta el 7 de agosto próximo.
Al INBA le interesó particularmente completar colecciones de obra gráfica y adquirió 114 piezas. En un documento que entregó a este medio se especifica que fueron 112 litografías y grabados, que ahora resguarda el Museo Nacional de la Estampa, y se tiene programada para julio una exposición, curada por Eduardo Espinosa, investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap).
Y dos óleos para el Museo Nacional de Arte: “Un maravilloso autorretrato del artista, realizado en 1954”, y un retrato de María O’Higgins, de 1962, que se integraron a la exposición de la colección permanente, titulada XX en el XXI.
Jiménez agrega que con estas adquisiciones, prácticamente toda la obra gráfica del pintor –quien expresó en sus imágenes su postura política y compromiso social– está en Bellas Artes.
La pregunta es por qué si ya estaba el inventario y las donaciones al INBA (y a otras instituciones del país, como la UNAM, que en enero de 2020 recibió finalmente 216 dibujos de la serie Los trabajadores de la construcción para la Facultad de Arquitectura), quedaron intestados la colección y archivos de O’Higgins. Va entonces Jiménez a la segunda parte:
“¿Qué pasó? Que el deterioro de la salud de María no le permite llegar a la conclusión de su testamento, a pesar de que había efectivamente un avance. Como buena abogada que era, quería tomar las decisiones puntuales.”
Detalla que en el inventario iba poniendo a dónde tenía que ir tal o cual pieza, dependiendo de la naturaleza de los museos o instituciones, porque detrás de cada trazo había una biografía, un personaje con nombre y apellido, y una historia. Por ejemplo, para ella tenía sentido que la serie de los albañiles fuera a la Facultad de Arquitectura.
Para cualquiera podría significar mucho tiempo, pero “María pertenecía a otro tiempo, es muy importante entenderlo, iba viendo y decía: ‘esto ocurrió en tal año y tenía esta historia y entonces se tiene que ir a Michoacán’… ¡Y el tiempo le ganó! Así te lo puedo decir”.
El punto, ahora, es que De la Fuente tiene “muchos sobrinos y sobrinas” que están en el proceso de estudiar su árbol genealógico, dos generaciones arriba “y a los lados”, explica la funcionaria, para ver quiénes podrán tomar decisiones legalmente y evitar asimismo que más tarde salga alguien a decir que no fue tomado en cuenta y por lo tanto se opone.
Según expresa, quien lleva “la voz cantante” es la sobrina María del Carmen de la Fuente, exsecretaria académica de la Universidad Autónoma de Nuevo León; se trata de una familia “con mucha responsabilidad”, que además le tenía “muchísimo cariño a María” y se encargó de llevar sus cenizas a Rayones, Nuevo León, donde nació, para descansar al lado de O’Higgins.
Los sobrinos están trabajando con la notaría, e insiste Jiménez en que el INBA permanece siempre en diálogo con ellos, sobre la base de la conciencia “de que hablamos de una colección privada en donde hubo la voluntad de que fuese considerada como un acervo para el pueblo de México”.
Tiempo al tiempo
Se le pregunta a la antropóloga si la colección se quedaría en manos de la familia o Bellas Artes podría recibir más donativos o hacer más adquisiciones:
“Te estás adelantando a las decisiones que la familia todavía no está en condiciones de tomar, porque están aún caminando en la definición de quiénes tienen facultad de decisión por la parte de la línea genealógica, en el ánimo de ver de qué manera cumplan con la voluntad de María. Y ellos están conscientes de que quería que eso fuera del pueblo de México. No ha habido, hasta ahora, ninguna señal en contra.”
Reitera que el inventario se terminó y Bellas Artes sabe con detalle qué hay, porque incluso ya está todo digitalizado. Pero el estudio genealógico lleva tiempo y debe hacerse cuidadosamente con toda la documentación requerida, para que a la hora de las notificaciones notariales no salga alguien a quien no se haya tomado en cuenta, que decida no avalar al resto. Por lo pronto, “la casa está perfectamente sellada y el inventario se conoce”.
¿Qué cantidad de obras hay? Dice no tener la cifra a la mano, pero cuando Proceso visitó en 2011 a De la Fuente, habló de acuarelas, óleos, encáusticas, acrílicos, obra gráfica, litografía, fondos documentales, archivos fotográficos, una gran biblioteca, propuestas sobre murales, y el estudio mismo. Mencionó entonces más de 200 dibujos de trabajadores de la construcción, más de 300 de mujeres…
Toda la familia vive en Monterrey, pero aclara la funcionaria que el intestado es de la Ciudad de México y, por tanto, deben viajar para todo trámite.
Se le menciona la propuesta de declaratoria del investigador Alberto Híjar, pero ella niega:
“No, yo le pregunté y me dijo que él no lo había propuesto, su propuesta es más bien una especie de fondo de carácter patrimonial, pero no una declaratoria… Un centro de estudios del muralismo, tomando como base ese acervo de Pablo.”
Dice que esa idea sí la conoció porque también lo quería así María, pero en su casa en Coyoacán, y es “muy difícil porque es una zona residencial”. De cualquier modo, “ya no pudo tomar una decisión”. Ahora corresponderá a la familia, y reitera que Bellas Artes respeta las dinámicas con las cuales está trabajando. Piensa que si no quisieran cumplir la voluntad de la abogada ni siquiera notificarían al INBA sobre los procesos.
Lo último que quieren, subraya, es cometer un atropello contra la familia de María, quien fue la primera mujer en luchar por la existencia de una defensoría del derecho de las mujeres en un momento en el cual “ni siquiera tenían derecho al voto”.
La pregunta es incluso si los muralistas en conjunto no deberían tener ya una declaratoria para ser patrimonio nacional, como la tienen los llamados tres grandes: José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Lo descarta, indica que antes es necesario tener catalogada la obra de un artista, saber dónde está, quién la tiene, en qué estado de conservación se encuentra, si no ¿cómo se puede saber qué se está declarando? Además puede ser contraproducente porque “el mercado es muy veleidoso, muy difícil… hay que ser muy cuidadosos”.
Agrega que actualmente está trabajando con varios hijos y herederos de muralistas, como Antonio González Orozco, quien tiene obra en el Museo de Historia en el Castillo de Chapultepec, a cuyo hijo Antonio González Arriaga han apoyado en la catalogación. Y que a Rina García Lazo le ayudaron a cumplir la voluntad de su mamá Rina Lazo para que su mural Xibalbá, el inframundo de los mayas esté ahora en el Palacio de Bellas Artes.