Mariguana
La solución está en legalizarla
El general Óscar Naranjo, quien pasó los 36 años de su carrera policiaca combatiendo a los grandes capos colombianos de la droga, considera que el mundo está en un “punto de inflexión” para hacer “una revisión crítica y propositiva” de la estrategia antidrogasBOGOTÁ.- El general Óscar Naranjo, un policía emblemático en la lucha global contra el narcotráfico, reconoce que la guerra contra las drogas que proclamó hace 50 años el presidente estadunidense Richard Nixon ha sido “una guerra fallida” y dice que, por tanto, hay que replantear la estrategia y avanzar en la despenalización de sustancias como la mariguana.
“Estoy totalmente de acuerdo con las voces críticas, que tienden a ser ya mayoría, que piensan que hay muy pobres razones para decir que, después de 50 años, triunfó esa política prohibicionista llamada guerra contra las drogas”, dice Naranjo en entrevista con Proceso.
Asegura que, por el contrario, lo que ha ocurrido en el último medio siglo es que han crecido la producción y el consumo de drogas, que están “más vivos que nunca”, así como la violencia que genera el lucrativo negocio criminal, la población carcelaria de narcotraficantes y la corrupción.
El general, quien pasó los 36 años de su carrera policiaca combatiendo a los grandes capos colombianos de la droga, considera que el mundo está en un “punto de inflexión” para hacer “una revisión crítica y propositiva” de la estrategia antidrogas que impulsa Estados Unidos desde el 17 de junio de 1971.
Ese día Nixon dijo que “la adicción a las drogas es el enemigo público número uno de Estados Unidos” y destinó 71 millones de dólares a combatir el fenómeno dentro y fuera de las fronteras de su país, en especial en los países latinoamericanos productores de mariguana, cocaína y opioides, con México y Colombia a la cabeza.
Naranjo, quien acaba de publicar el libro Se creían intocables, propone “pensar en nuevos paradigmas que nos permitan superar definitivamente todas las variables que están afectando a las sociedades de los países consumidores y de los países productores” de drogas.
Y un camino que apunta en esa dirección, agrega, es el de la despenalización de la producción y consumo de drogas como la mariguana.
“Hoy lo que uno ve al interior de los propios Estados Unidos, de Europa y varios países en el mundo, es que hay ya regulaciones para el consumo medicinal e incluso recreacional de la mariguana. De facto, ha habido un revisionismo del consumo y tráfico de drogas que en el pasado estaban tremendamente prohibidas”, dice el exdirector de la Policía Nacional de Colombia.
En Estados Unidos, 15 estados han despenalizado el uso recreacional de la mariguana. Oregon ha ido más allá y ya despenalizó la posesión de pequeñas cantidades de drogas más duras, como cocaína y heroína.
En Colombia desde hace cinco años existe una ley para el uso medicinal de la mariguana, la cual fue promovida por el entonces senador y hoy precandidato presidencial Juan Manuel Galán, y en México, la Suprema Corte despenalizó hace unos días el uso recreativo de esta droga.
Los expertos en drogas que defienden estas tendencias sostienen que la despenalización elimina la intermediación de las mafias y reduce sensiblemente la violencia asociada al fenómeno.
Hoy Latinoamérica es la región más violenta del mundo, con 23 homicidios por cada 100 mil habitantes –tres veces más que la tasa mundial promedio–, según datos de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito.
“Es una violencia ligada al narcotráfico. Yo creo que hay que dar pasos para empezar a regular consumos de algunas drogas en particular, no de todas, y hay que introducir con mucha más fuerza una visión de salud pública y de derechos humanos alrededor del consumo”, señala.
De acuerdo con Naranjo, hay que buscar el consenso global a partir de los tres bloques que participan en esta discusión: el de la mano dura prohibicionista, representado “por Estados autoritarios o fundamentalistas”; el bloque permisivo y libertario y el bloque intermedio, que favorece la despenalización de algunas drogas.
“Creo que esta situación intermedia ayudaría mucho a desplazar a las mafias para que no lucren de un consumo que hasta ahora es ilegal”, sostiene el general y exvicepresidente de Colombia.
En el prólogo de su libro, presentado hace unos días, Naranjo señala que el propósito de llegar a “un mundo libre de drogas” es “inalcanzable”, pero mientras se buscan nuevas fórmulas “las autoridades no tienen otro camino más que avanzar en la captura de capos que promueven este negocio criminal”.
En su libro, el exjefe policiaco reconoce que los esfuerzos de los Estados por luchar contra el narcotráfico se enfrentan a una “realidad aterradora”, porque capturar y capturar a los capos “parece ser una tarea de nunca acabar”, porque las organizaciones criminales se reciclan y siguen operando con nuevos líderes.
Hay aspectos de la guerra antidrogas que Naranjo valora, como el aumento de capacidades policiacas que permitió a Colombia impedir que el Cártel de Medellín tomara al Estado.
“Pero, por otro lado –asegura–, en términos del aumento problemático del consumo, del aumento de la violencia en nuestros países, del aumento de la corrupción, esta guerra ha sido una guerra fallida.”
Y esta guerra, señala, dejó dos grandes tareas pendientes: la lucha contra el tráfico de armas y el lavado de activos.
“En un negocio tan rentable, la pregunta es dónde están las utilidades, y éstas no están en los países y en las zonas de producción. Hay estudios que indican que de cada dólar que produce el narcotráfico, solamente siete centavos llegan a las zonas de producción, con lo cual digamos que estamos frente a una realidad que amerita repensarse”, plantea Naranjo.