Cortos del Festival Internacional de Cine de Morelia en línea
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El FICM (Festival Internacional de Cine de Morelia) propone una serie de cortometrajes de cine en casa con enfoques diferentes: Predomina, un tanto, la denuncia con temas como el abuso infantil, la desaparición de personas, la negligencia del gobierno, o diversidad sexual, todo desde una perspectiva vivencial, una manera efectiva y directa que rehúye el panfleto y la demagogia política. La selección incluye ficciones y testimonios documentales.
Entre las ficciones, en la sección Michoacán, Acuitzeramo (México, 2019) dramatiza el encuentro de un hombre, envejecido ya, con el hijo de su pareja que acaba de fallecer; en unos cuantos diálogos, sin recurrir a escenas retrospectivas, Miguel Ángel Caballero, realizador del corto, transmite la vivencia de dos hombres, refugiados en un bello pueblo michoacano, que escaparon de los prejuicios sociales para vivir su relación; el tema es simple y el final previsible, pero cautiva la manera de escenificar la ausencia de la pareja, el dolor de la pérdida y el ajuste de cuentas con el pasado. Caballero propone todo un lenguaje a través del color azul.
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Están en algún sitio (México, 2019), de Pablo Tamez Sierra, acompaña a Alejandra Cartagena López, hija de un matrimonio de miembros de la Liga 23 de Septiembre que nunca conoció a sus progenitores, pues la madre de la niña habría perecido en manos de las Brigadas Blancas; Alejandra creció con padres adoptivos, ahora tiene 39 años, es madre de familia y abogada feminista de derechos humanos; con el tiempo ha llegado a entender a su madre y a acercarse a la numerosa familia que nunca se resignó a la desaparición de su hija. La cámara se introduce en la cotideanidad e intimidad de Alejandra, está pendiente de cualquier efecto afectivo, cada cambio de voz en los encuentros con sus parientes.
La realidad de la Liga 23 de Septiembre –grupo guerrillero de los más radicales de los años setenta y uno de tantos movimientos reprimidos y causa de más desaparecidos– queda como mera tela de fondo. La lucha de Alejandra no es por reivindicar a la liga, sino para exigir cuentas por las desapariciones. Pablo Tamez se concentra en el proceso de aceptación de la identidad de Alejandra, y sugiere –quizá de forma inconsciente– a la familia como opción y apoyo dentro de una sociedad incierta e injusta.
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Original y sorprendente en tema y economía de recursos es el documental de Ludovic Bonleux, ¿Por qué los matas? (México, 2018); después de 50 años, un exsoldado presente en la matanza de Tlatelolco regresa al lugar y revive los hechos.
Sin diálogos, Bonleux comienza por presentar al protagonista en su hotel, se viste como para entrar a escena, posteriormente sólo deja que la carga emotiva del lugar y la memoria operen sobre él; el exsoldado escenifica espontáneamente la matanza, comenta la manipulación de los mandos, las escenas que presenció, las manos enegrecidas en la noche y la sensación viscosa de la sangre, las víctimas que piden ayuda; de forma espontánea se convierte en ese soldado que fue entonces, alude sutilmente a la criminalidad de un oficial que acaba de asesinar a una mujer para robar su joyería. El procedimiento de Bonleux recuerda a S-21, el documental de Rithy Panh sobre la maquinaria de detención y tortura del Khemer Rojo.