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Bajo fuego, el proyecto nuclear iraní 

El asesinato, el 27 de noviembre, de Mohsen Fakhrizadeh es sólo el último de una serie de ataques letales contra objetivos militares y científicos de Teherán, atribuidos por muchas fuentes a Israel. El objetivo es obvio: impedir a toda costa que Irán desarrolle armas atómicas.

El asesinato, el 27 de noviembre, de Mohsen Fakhrizadeh –cabeza del programa iraní que presuntamente busca hacerse de armamento nuclear– es sólo el último de una serie de ataques letales contra objetivos militares y científicos de Teherán, atribuidos por muchas fuentes a Israel. El objetivo es obvio: impedir a toda costa que Irán desarrolle armas atómicas.

El ataque fue bastante arriesgado. Un comando israelí, con sopletes de gran potencia se abrió paso hacia la bóveda de un almacén fuertemente custodiado en las profundidades de Irán y huyó antes del amanecer con 5 mil páginas de documentos ultrasecretos sobre el programa nuclear del país.

Semanas después, en abril de 2018, en una transmisión de televisión el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, citó el contenido de los documentos robados y tímidamente insinuó operaciones igualmente audaces por venir.

“Recuerden ese nombre”, dijo, señalando al científico Mohsen Fakhrizadeh como el capitán de los intentos de Irán de ensamblar un arma nuclear.

Ahora Fakhrizadeh se ha convertido en la última víctima en una campaña de ataques encubiertos. Las operaciones están enfrentando a Irán con una apremiante elección entre aceptar las demandas de la línea dura –las de represalias rápidas– o intentar comenzar de nuevo con la administración, menos hostil, de Joe Biden.

El pasado 27 de noviembre Fakhrizadeh manejaba, seguido por un coche lleno de guardaespaldas, por una ruta cuidadosamente tortuosa hacia la casa de sus suegros en la ciudad de Absard, según testigos y los medios iraníes.

Un Nissan vacío estacionado en una glorieta explotó y derribó un cable eléctrico. Hombres armados saltaron de un Hyundai Santa Fe estacionado ahí, otros llegaron en motocicletas y los francotiradores que esperaban completaron un equipo de 12 asesinos, según un relato detallado publicado en línea por Javad Mogouyi, un documentalista de la Guardia Revolucionaria de Irán.

Fakhrizadeh, herido con al menos tres balas, cayó de su coche y sangraba en el suelo. La clínica más cercana había perdido la energía eléctrica y las cámaras de la carretera se desactivaron. Los 12 asesinos escaparon ilesos y Fakhrizadeh fue declarado muerto cuando un helicóptero de rescate pudo transportarlo a un hospital de Teherán.

“Fue como una película de acción de Hollywood”, escribió Mogouyi en su cuenta de Twitter.

Diez años de ataques

Este fue el más reciente evento dentro de una década de envenenamientos, coches-bomba, tiroteos, robos y sabotajes que han afectado a la República Islámica. La mayoría han sido contra científicos –en gran parte anónimos– o instalaciones secretas que se cree vinculadas a su programa nuclear, y funcionarios estadunidenses e iraníes han atribuido casi todos a Israel, cuyos funcionarios, sin reconocer formalmente la responsabilidad, se han regodeado abiertamente del éxito repetido de sus presuntos espías.

Sin embargo, la República Islámica nunca ha soportado tantos atentados encubiertos como en 2020. En enero, un ataque con aviones estadunidenses no tripulados mató al venerado general Qasem Soleimani cuando salía en un automóvil del aeropuerto de Bagdad (un ataque facilitado por la inteligencia de Israel, dicen los funcionarios iraníes). E Irán fue humillado en agosto por el disparo fatal de un equipo de ataque israelí contra un alto líder de Al Qaeda en las calles de Teherán (esta vez a instancias de Estados Unidos, dijeron sus funcionarios).

Rara vez un país ha demostrado una capacidad similar para atacar con aparente impunidad dentro del territorio de su enemigo más feroz, dijo Bruce Riedel, investigador de la Brookings Institution y exfuncionario de la CIA con experiencia en Israel.

“No tiene precedentes”, afirmó. “Y no muestra signos de haber sido contrarrestado eficazmente por los iraníes”.

Con el asesinato de su principal científico nuclear, los iraníes ahora están lidiando con un nuevo sentido de vulnerabilidad y demandas para purgar a los presuntos colaboradores. Sobre todo, están debatiendo cómo responder en un momento delicado.

Irán ha soportado años de devastadoras sanciones económicas bajo una campaña de “máxima presión” del presidente Donald Trump, y muchos líderes iraníes esperan desesperadamente algún alivio. Biden se ha comprometido a buscar revivir un acuerdo caducado que levantaba las sanciones a cambio de detener la investigación nuclear que podría producir un arma.

Para los iraníes pragmáticos, esa posibilidad hace que en los últimos meses de Trump en el cargo no tengan tiempo para contraatacar y arriesgarse a reanudar las hostilidades.

Pero los iraníes también saben que sus enemigos en Estados Unidos e Israel pueden aprovechar este periodo para atacar más a Teherán. Es una oportunidad para presionar a sus líderes entre las demandas internas de venganza y un deseo pragmático de mejorar las relaciones.

“Desde hoy hasta que Trump abandone la Casa Blanca es el periodo más peligroso para Irán”, escribió en un mensaje de Twitter Mohammad-Hossein Khoshvaght, exfuncionario del Ministerio de Cultura y Orientación.

Las represalias contra Israel o el principal aliado de Netanyahu, Estados Unidos, beneficiarían a los enemigos de Irán en la región, argumentó Khoshvaght. Están buscando “crear una situación difícil”, para que la nueva administración no pueda revivir ese acuerdo nuclear, agregó.

Funeral para un héroe

Los iraníes de línea dura argumentaron que el asesinato de Fakhrizadeh demostró que esperar un nuevo comienzo con Biden sólo envalentonaba a los enemigos del país.

“Si no se responde a este nivel de terrorismo pueden repetirlo, porque ahora saben que Irán no reaccionará”, dice el analista político conservador Foad Izadi en una entrevista desde Teherán. “Obviamente hay un problema cuando ves que este tipo de cosas se repiten”.

Subrayando la estatura de Fakhrizadeh, el 28 de noviembre las autoridades iraníes anunciaron que le darían el entierro de un héroe nacional en uno de los santuarios del país.

Circulan videos de un clérigo de alto rango, que dirige el Poder Judicial, orando con la familia del científico sobre su cuerpo envuelto en una bandera iraní y su rostro descubierto, una desviación extraordinaria e inexplicable de la tradición islámica de envolver a los muertos en una tela blanca de la cabeza a los pies.

Durante décadas Israel ha adoptado una estrategia de asesinatos selectivos para tratar de frenar el progreso potencial hacia el desarrollo de un arma nuclear entre sus vecinos hostiles. Las agencias de inteligencia israelíes se han relacionado con los asesinatos de científicos que trabajaban para Egipto en los sesenta y para Irak en los setenta por la misma razón, dicen los historiadores.

Irán acusó por primera vez a Israel de matar a uno de sus científicos cuando éste cayó muerto en su laboratorio en 2007, víctima de envenenamiento; y una serie de ataques más violentos contra científicos iraníes entre 2010 y 2012 también se han atribuido ampliamente a los israelíes.

En uno de éstos, una bomba en una motocicleta estacionada voló en pedazos a un físico de partículas mientras bajaba la puerta del estacionamiento de su casa en Teherán. En otros tres, los motociclistas que pasaban a toda velocidad por delante de los coches en movimiento de otros científicos lanzaron bombas magnéticas a las puertas de los vehículos y mataron a dos e hirieron a un tercero. Y en un quinto ataque, motociclistas armados le dispararon a un científico mientras su auto estaba detenido en un semáforo; su esposa estaba sentada a su lado.

Israel ha desarrollado un historial singularmente exitoso en parte al concentrar los considerables recursos de sus agencias de espionaje principalmente en Irán, asegura Riedel.

Israel, añade, también ha cultivado cuidadosamente los lazos dentro de los países vecinos de Irán como “plataformas” para la vigilancia y el reclutamiento, sobre todo en Bakú, Azerbaiyán. Su reciente conflicto con Armenia ha llamado la atención sobre los drones y otras armas que Israel ha proporcionado a las fuerzas azerbaiyanas como parte de esa relación.

Israel recluta hablantes nativos de farsi de entre los inmigrantes iraníes para hacer contactos o analizar las comunicaciones interceptadas, agrega, y ha logrado reclutar un flujo constante de colaboradores iraníes.

Ahora, argumenta Riedel, el ataque a Fakhrizadeh puede ser una indicación de que Israel planea otros asesinatos. Después de una “pausa” de ocho años desde la ola de asesinatos de 2010 a 2012, dice: “Creo que es una señal de que el juego está en marcha o se acerca”.

“Castigo definitivo”

Hablando bajo condición de anonimato para discutir operaciones encubiertas, un alto funcionario israelí involucrado durante años en el seguimiento de Fakhrizadeh, señala que continuaría actuando contra el programa nuclear iraní según sea necesario. Las aspiraciones de Irán a las armas nucleares, promovidas por Fakhrizadeh, plantean una amenaza tal que el mundo debería agradecerle a Israel, insiste el funcionario.

En Irán la matanza ya ha provocado nuevas demandas para erradicar a esos espías, incluso del líder supremo del país, el ayatola Ali Khamenei.

En su primera respuesta pública al asesinato, Khamenei declaró que la primera prioridad era “investigar este crimen y el castigo definitivo de sus perpetradores”.

Los de línea dura culparon a la administración del presidente de Irán, Hassan Rouhani, un pragmático que había apostado fuertemente en las negociaciones con Washington, por las fallas de seguridad que permitieron el ataque.

“La noche es larga y estamos despiertos”, dijo Hossein Dehghan, un candidato recientemente anunciado en las elecciones presidenciales del próximo año, que es un alto comandante de la Guardia Revolucionaria y asesor de defensa de Khamenei.

“Caeremos como un trueno sobre la cabeza de los responsables del asesinato de este mártir y haremos que se arrepientan”, continuó en un mensaje en Twitter.

Rouhani, por su parte, sugirió en un discurso televisado que Irán continuaría con lo que ha llamado una política de “paciencia estratégica”, o lo que sus críticos llaman esperar a Biden.

“Responderemos en el momento adecuado”, dijo Rouhani. “Todos los enemigos deben saber que el gran pueblo iraní es más valiente y honorable para no responder a este acto criminal”.

Pero dentro de la política iraní, dijeron los analistas, los de línea dura eran los que más ganarían políticamente con el ataque. Cualquier conflicto renovado con Israel refuerza su caso contra la negociación con sus aliados en Occidente, dice Sanam Vakil en Chatham House en Londres.

Desde que Biden ganó las elecciones, los iraníes han comenzado a presionar contra Rouhani para aplazar cualquier negociación con la nueva administración de Estados Unidos durante el mayor tiempo posible, señala Vakil. El conflicto con Washington fortalece su atractivo y debilita a las facciones más pragmáticas en las elecciones iraníes que se celebrarán el próximo año.

“Entonces, un evento como este juega en manos de los de línea dura”, afirma, “porque pueden retrasar las negociaciones hasta después de las elecciones iraníes, y eso es lo que están buscando”. 

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