"Mala señal", dar prioridad al petróleo y al carbón
GINEBRA (Proceso).- El embajador Luis Alfonso de Alba, enviado especial del secretario general de la ONU para Cambio Climático, considera una señal negativa que México insista en utilizar el carbón y el petróleo en lugar de impulsar energías verdes.
“Necesitamos cambios muy radicales, sobre todo en el uso de energéticos, tenemos que dejar el carbón y reducir todos los combustibles fósiles”, dice en entrevista con Proceso.
“Se necesita una transformación del modo de consumo, del modo de producción; eso no se va a lograr si no hay una figura presidencial o ejecutiva que lo ponga como prioridad permanente”, afirma.
Cuestionado sobre el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre el impulso a la industria carbonera y la construcción de la refinería de Dos Bocas; el recorte de 95% al presupuesto para medio ambiente anunciado por el gobierno de Brasil y la insistencia del presidente estadunidense Donald Trump en negar el calentamiento del planeta, el embajador mexicano responde:
“Desde luego son señales muy negativas para esos países y para la comunidad internacional en su conjunto, más aún porque México, Brasil y Estados Unidos son emisores importantes, desde luego con una diferencia enorme entre Estados Unidos y el resto.”
El gobierno de López Obrador anunció que se propone rescatar el uso de combustóleo y carbón como fuentes generadoras de energía. El enviado especial para Cambio Climático recuerda que António Guterres, secretario general de la ONU, instó a todos los países a sustituir el carbón por energéticos renovables.
Algunos países, dice, todavía ven el calentamiento global “como una política que puedes o no seguir en función del contexto económico, pero el cambio climático tiene que ser prioridad en la agenda de todos los gobiernos y debe incluir a los ministerios de Medio Ambiente, de Energía, Finanzas, Salud y todos los involucrados, para que forme parte de un proyecto integral”.
De Alba considera que sería muy beneficioso que México y otros países con altas emisiones de contaminantes dirigieran sus esfuerzos hacia la inversión y un uso mucho mayor de energías como la solar o la eólica.
Para ello es necesario estimular la inversión en dichos rubros en la medida posible, por ejemplo en los proyectos que se llevan a cabo en el Istmo de Tehuantepec y el norte del país, dado que por la reducción de costos “ya es un negocio en este momento invertir en energías renovables; lo mismo está sucediendo con la energía eólica”.
Y pone otro ejemplo: “En el caso de Estados Unidos, hay una actividad enorme de medidas y compromisos del sector privado, e incluso el gobierno federal está trabajando en áreas que le afectan, como los incendios de California o los efectos de huracanes en Florida”.
Cumbre de Nueva York
En la Cumbre de Cambio Climático que se realizará en septiembre próximo en Nueva York y en el marco de la Asamblea General de la ONU, los países deben presentar sus compromisos pormenorizados para conseguir que la temperatura del planeta no se incremente más de 1.5 grados centígrados.
“Si queremos que la temperatura no aumente más de 1.5 grados en promedio se requiere una reducción de cerca de 45% de las emisiones para 2030”, precisa De Alba. De ahí la importancia de que los países asuman sus compromisos: “Tenemos escasos 11 años para lograr eso; si no lo logramos, el daño será irreversible.”
Tiene motivos para preocuparse: “Si se compara la voluntad política y el nivel de compromiso que se tenía en 2015, cuando se adoptó el Acuerdo de París, hoy sin duda hay menos voluntad política, hay menos interés; de ahí la llamada de atención de Guterres para convocar a esta Cumbre”.
A diferencia de otras conferencias de la ONU que se caracterizan por una larga lista de oradores y largos discursos, en la cumbre de Nueva York los gobiernos, organizaciones civiles y empresas participantes deberán presentar compromisos y acciones concretas, que se puedan calendarizar, y mostrar ejemplos que puedan aplicarse en otros países.
“Hay un cambio fundamental desde París: se terminó con la barrera que dividía a países desarrollados y en desarrollo. Todos tenemos alguna capacidad de contribuir a este problema y también una responsabilidad”, observa el embajador.
Las responsabilidades son diferentes y dependen de la cantidad de emisiones, del tamaño de la economía y de la capacidad tecnológica de cada nación, “pero no deja de ser alentador que hay un compromiso individual de los 193 que participaron en la Conferencia de París”.
A decir del embajador, la ONU tiene capacidad para apoyar a cada uno de los Estados para encontrar opciones que les permitan mejorar sus resultados. Muchos compromisos que se asumieron en París están condicionados a la ayuda exterior, y la ONU es el espacio ideal para identificar quién puede proporcionar recursos financieros, quién facilita transferencias de tecnología y cuáles ejemplos vale la pena seguir.
Al preguntarle si estamos a tiempo de salvar el planeta del calentamiento global, el enviado especial explica:
“Estamos a tiempo si se logra la reducción de 45% de emisiones. La siguiente meta nos puede llevar a una neutralidad en términos de emisiones para 2050 y, ya en ese nivel, estaríamos asegurando que la temperatura no rebase el umbral de 1.5 grados centígrados de incremento.
“Si no logramos llegar a la meta para 2030 el daño será irreversible y los daños enormes. El costo de no actuar será mucho mayor que el de lo que necesitamos hacer. Eso tiene que quedar claro.”
Según las previsiones científicas y la experiencia reciente, pueden desaparecer ciudades y regiones enteras. En cuanto a los costos, la CEPAL calcula por ejemplo que si la temperatura aumenta en 2.5 grados respecto del promedio histórico, la carga económica del cambio climático puede alcanzar entre 1.5% y 5% del PIB de las naciones del Caribe.
El huracán que devastó Mozambique, Zimbabue y Malawi provocó pérdidas por más de 2 mil millones de dólares, los incendios de California aún no se calculan, y la enorme pérdida de tierra cultivable en el planeta ya agrava la crisis alimentaria.
“La bajísima calidad del aire en el mundo se va a intensificar si no paramos el calentamiento global”, reitera De Alba en la entrevista, que concedió a Proceso en Ginebra días antes de las contingencias ambientales en la Ciudad y el Valle de México.
Lamenta que a pesar de las evidencias en gran parte del mundo prevalece la impresión de que la lucha contra el cambio climático es opcional o puede postergarse. En su opinión, los organismos de la ONU deben trabajar junto a los medios de comunicación para informar sobre los beneficios de actuar y los riesgos de no hacerlo.
“No hay una solución que esté al alcance de una autoridad per se, tiene que ser el esfuerzo conjunto de toda la sociedad porque el tipo de incremento que se necesita en la acción es de tal proporción que un incremento gradual o moderado no será suficiente; necesitamos cambios muy radicales”, enfatiza. “Falta conciencia de que no hay opción, de que esto es un imperativo si queremos que la calidad de vida de la gente se pueda mantener, ya no digo mejorar”.
Este texto se publicó el 19 de mayo de 2019 en la edición 2220 de la revista Proceso