josé gil olmos
La herencia de AMLO
La polarización social que tanto alimentó su poder de nada servirá a la primera presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, cuya historia de lucha social y política nunca tuvo los obstáculos y enemigos que enfrentó su mentor.La herencia que Andrés Manuel López Obrador deja al final de su administración será un camino de brasas para Claudia Sheinbaum en su misión de construir el segundo piso de la Cuarta Transformación.
En el último tramo de su gobierno, que parece una eternidad, AMLO cumple con aquel epitafio que lanzó cuando, lleno de ira por una derrota sentenció: ¡Al diablo con sus instituciones! Y con una serie de reformas cancela la historia de instituciones que lucharon en contra de la corrupción y la opacidad, que en su gobierno fueron una constante.
Pero además, AMLO deja a Claudia un país sin crecimiento económico, endeudado, violento, con grupos del narcotráfico más poderosos, manifestaciones de universitarios y trabajadores que rechazan la reforma al Poder Judicial y un partido que se parece tanto al PRI hegemónico que difícilmente abonará a la democracia.
En esta su herencia particular no deja una refinería operando al cien por ciento, tampoco un tren con vías terminadas y menos aún un aeropuerto rebosante de viajeros. Sus obras insignes, entre las que están los programas sociales, serán opacadas por la enorme decepción y tristeza de los miles de familiares de desaparecidos, por las acusaciones de vínculos con el narcotráfico, las denuncias de corrupción familiar, la inseguridad y la violencia, y por una forma de gobernar irracional cargada de resentimientos, odios y venganzas.
La polarización social que tanto alimentó su poder de nada servirá a la primera presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, cuya historia de lucha social y política nunca tuvo los obstáculos y enemigos que enfrentó su mentor.
Esa herencia de confrontaciones será una complicación para la Presidenta en el trato con los diferentes grupos y sectores sociales, económicos, políticos, financieros y medios de comunicación lastimados por esa sonrisa burlona con la que AMLO festejaba sus ataques y calificaciones a sus enemigos o contra todo aquel que no comparta sus ideas.
¿De qué le va a servir a la presidenta una reforma judicial echa a modo de su sucesor y aprobada por los diputados sólo para congratularse con el jefe máximo, pero que no aborda el principal problema que es la corrupción?
¿Para qué le será útil una decisión disfrazada de respeto a la soberanía llamada eufemísticamente como “pausa” usada desde Palacio Nacional para responder las críticas que se hacen otros países a decisiones de gobierno que también son cuestionadas dentro del propio país?
¿Por qué seguir sostenido económicamente a estenógrafos del poder que desde la conferencia mañanera han hecho un negocio lucrando con la libertad de expresión, pues algunos de los feisbuqueros y yutuberos cobran miles de pesos por preguntas sembradas e incluso algunos de ellos recorren las oficinas de gobierno y legislativas ofreciendo sus servicios estimados hasta en 200 mil pesos por llevar un tema a esa pseudoconferencia?
¿Cómo va a hacerle con esa carga financiera que costó 6 billones de pesos para repartir dinero a través de los programas sociales que fueron un placebo contra la pobreza y que fue usado como una gracia presidencial y un instrumento para la obtención de votos? ¿De dónde saldrán los recursos en el futuro si en el presente se está desperdiciando el bono demográfico?
¿De qué le van a servir legisladores levantadedos, obsequiosos, sin criterios y con grandes intereses particulares para el segundo piso de la autollamada Cuarta Transformación si en realidad son rémoras del pasado, con ese gen de supeditación al poder presidencial? Sobre todo, tener de aliados a los diputados del PVEM que han hecho de la representación popular un negocio familiar salpicado de corrupción.
La herencia que deja López Obrador más que una transformación es una reformulación del viejo régimen político con un partido hegemónico, 90 mil muertos, 100 mil desaparecidos y una serie de reformas destinadas a crear sus propias instituciones.
Por cierto… repulsivo fue el encuentro de “comunicadores independientes”, pues su independencia fue de aplausos y coros de “es un honor estar con Obrador” y “lo queremos, señor presidente”, precisamente cuando AMLO les decía que estuvieran lejos del poder. Parecía un encuentro la casa del Tío Chueco. Lo peor es que ahora estarán con Claudia Sheinbaum y la herencia de AMLO en el tema de la prensa es que de acuerdo con cifras oficiales, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de marzo de 2024, se cometieron más de 3 mil 408 agresiones contra periodistas en México.