Annayancy Varas García
Presupuesto insuficiente para el cuidado de calidad para la primera infancia
La estrategia oficial sigue enfocándose en la atención a los menores que por el trabajo de sus cuidadores forman parte de la seguridad social, cuando las necesidades rebasan los apoyos otorgados y los esfuerzos son insuficientes.La primera infancia en México
El cuidado de la primera infancia es un asunto de extrema importancia, que lastimosamente en México se ha deteriorado en los últimos años. Para empezar, se estima que hay más de 12 millones de niñas y niños de 0 a 5 años en nuestro país, lo que equivale a 10% de la población. Desafortunadamente su situación no es la más favorable. Hoy es desalentador saber que el porcentaje de niños y niñas en situación de pobreza es de 48.1% y de pobreza extrema se sitúa en 11.6 por ciento.
A pesar de que la educación inicial y preescolar son derechos constitucionales, la Encuesta Nacional del Sistema de Cuidados (Enasic) 2022 estima que sólo 44% de la población de esta edad asiste a educación inicial o preescolar, lo que significa que alrededor de 6.8 millones carecen de estos servicios.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2022, aún persisten prácticas de cuidado inadecuado en el hogar, ya que 8.1% de las niñas y los niños menores de cuatro años fueron dejados solos o bajo la supervisión de otra niña o niño menor de 10 años.
Por otro lado, se registran debilidades sustanciales en organismos y programas que tienen a su cargo las políticas en materia de niñez, como por ejemplo la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Sippina), el Programa Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (Pronapinna) y la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia (Enapi). Todos ellos han sufrido recortes, desmantelamientos o aplicaciones parciales.
La falta de atención a este sector es un tema delicado, lo grave es que se le sigue restando valor y su protección no alcanza a entenderse como un asunto prioritario.
La importancia de la primera infancia
En este punto es necesario recalcar la relevancia de los primeros años de vida de cualquier persona. El cuidado en este periodo no es sólo una necesidad inherente a cierta etapa de desarrollo del ser humano, sino un derecho fundamental que debe ser garantizado por el Estado de manera universal, digna y justa.
La atención en esta fase de la vida humana se sujeta a la dependencia y vulnerabilidad que cada niña o niño experimenta en su cuidado propio, pero además se trata de un momento crucial en su desarrollo integral.
Hay evidencia científica que demuestra que en este periodo inicial se da una maduración cerebral que incide en las habilidades perceptivas, cognitivas, lingüísticas, socioemocionales y de autorregulación. Estos delicados procesos requieren que las niñas y los niños sean procurados en entornos confiables y con prácticas de crianza positiva que garanticen su bienestar.
Esto, por supuesto, incluye los derechos a la vida, la salud, la educación, la familia, el juego, entre otros. Según un estudio de la doctora Maureen M. Black de la Universidad de Maryland y otros autores de la Serie de desarrollo infantil temprano de la revista The Lancet, “un niño o niña necesita cuidado cariñoso y sensible que atienda su salud, nutrición, seguridad, protección y aprendizaje desde los primeros años de vida” (2017).
En este sentido, es primordial asegurar su óptimo crecimiento, en tanto de ello dependerá que los menores tengan la capacidad para enfrentar desafíos en su vida adulta.
La primera infancia en el Presupuesto de Egresos 2025
Pese a considerarse una etapa crítica en el desarrollo humano, en nuestro país parece que la primera infancia no es una cuestión de interés gubernamental. Un ejemplo de los grandes olvidos a este sector se observa en el reciente Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2025, en el que se acentúan las prioridades del gobierno federal en la destinación de recursos.
Si bien pareciera que este tema ganó relevancia —ante la designación de apoyos a los niños y las niñas cuyos cuidadores trabajan en el sector formal—, quedan desprovistos millones de infantes que no tienen acceso a los servicios del Estado.
La estrategia oficial sigue enfocándose en la atención a los menores que por el trabajo de sus cuidadores forman parte de la seguridad social, cuando las necesidades rebasan los apoyos otorgados y los esfuerzos son insuficientes.
Según el documento Implicaciones del Paquete Económico 2025 del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria a. c. (CIEP): “el presupuesto para la primera infancia incrementó un 4.3% real respecto a lo aprobado para 2024, beneficiando principalmente a las personas afiliadas al IMSS y al ISSSTE”. Entre los beneficios se ubica la oportunidad de asistir a guarderías y estancias de dichas instituciones, sin embargo, se sabe que por lo menos cerca de 40% de niñas y niños mexicanos no dispone de estas garantías, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
También el CIEP expone retos de otra índole, ya que destaca que, aunque la inversión en el cuidado de la primera infancia haya incrementado, el PPEF del próximo año: “no cuenta con estrategias específicas para reducir el rezago educativo, invertir en primera infancia ni establecer un sistema integral de cuidados”, lo que despierta muchas interrogantes sobre la eficacia del aumento.
Un aspecto clave es precisamente el derecho al cuidado, que en nuestro país fue reconocido en la Ley General de Desarrollo Social (LGDS) en 2024. A pesar de su configuración, aún quedan iniciativas legislativas pendientes para establecer responsabilidades y obligaciones para su ejercicio.
De igual modo, el CIEP sostiene que “como en años anteriores, el PPEF 2025 carece de una visión de mediano plazo, al no considerar las carencias actuales de la juventud, la niñez y las mujeres, ni los efectos intergeneracionales que perpetúan las desigualdades y limitan las oportunidades”.
Los retos a vencer
Es fundamental recalcar que lo que viven niñas y niños en sus primeros años son factores determinantes en su calidad de vida futura. Es tal el desarrollo biológico, psicológico y social que se da en este tiempo que vivirlo con deficiencias produce pérdidas sustanciales en rubros como son la salud y la educación.
En otros términos, es indispensable actuar para cuidar a la primera infancia, ya que los gobiernos que no invierten en ello pagan altos costos que abonan a la pobreza y a las desigualdades sociales. Las intervenciones tempranas en apoyo a este sector deberían ser parte de la agenda nacional. Principalmente es señalar que el presupuesto que se destine a este grupo social debería tener como objetivo garantizar un cuidado universal y de calidad para todos los niños y las niñas, y no sólo para aquellos cuyos cuidadores laboran en la formalidad.
El olvido a esta parte de la población tiene que detenerse con estrategias coordinadas que logren mejorar sus condiciones y entornos.
Para Early Institute —el único think tank mexicano de primera infancia— es esencial visibilizar la situación de nuestros niños y niñas y la impostergable tarea de fortalecerlos con toda la asistencia posible. Evitemos arriesgar el desarrollo del país con acciones que posibiliten el bienestar de nuestros ciudadanos más vulnerables. Seamos agentes de cambio impulsando que los derechos de los niños y las niñas en sus primeros años de vida sean una realidad y un buen comienzo sería comprometerse a que se faciliten los recursos humanos, económicos y materiales para cubrir puntualmente sus necesidades.
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* Directora de Early Institute
yancy.varas@earlyinstitute.org / @Yancyvaras