Mario Báez

Israel, el Mossad y la paz en el Oriente Medio

Es lo que corresponde hacer a Israel en el caso de Palestina: imaginarse un futuro de paz y progreso para la región sobre la base de la construcción de dos países, uno judío y otro palestino.
martes, 29 de octubre de 2024 · 05:00

Los servicios de inteligencia han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad, adaptándose a las necesidades políticas y militares de cada época y desempeñando un papel fundamental en la seguridad nacional. Civilizaciones antiguas, como la egipcia, la griega y la romana, empleaban espías y mensajeros para obtener información sobre sus enemigos y aliados. Durante la Edad Media, reyes y nobles continuaron esta práctica, utilizando informantes para recoger datos sobre amigos y adversarios, tanto en sus territorios como en el extranjero.

La Segunda Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en la expansión de los servicios de inteligencia, impulsado por la necesidad de recopilar información crítica sobre amigos y enemigos. Durante y después de este conflicto surgieron organizaciones claves como la Oficina de Asuntos Estratégicos de los Estados Unidos –posteriormente se transformó en la Agencia Central de Inteligencia (CIA)– y el MI6 en el Reino Unido.

Un trabajo notable de la inteligencia británica durante este periodo fue el realizado por el Centro de Inteligencia y Descifrado establecido en Bletchley Park, Londres. Este centro se dedicó a la interpretación de los códigos utilizados por los nazis en sus comunicaciones, destacándose especialmente por la descodificación de los mensajes generados por la máquina Enigma. La compleja mecánica de funcionamiento de esta máquina hacía que sus comunicaciones fueran prácticamente indescifrables. Sin embargo, un grupo de criptoanalistas británicos, liderados por el brillante matemático Alan Turing, logró superar este desafío. Sus esfuerzos permitieron obtener información valiosa sobre los movimientos y planes de las fuerzas alemanas, influyendo en batallas decisivas como las del Atlántico y El Alamein, y facilitando la interceptación y organización de ataques contra submarinos alemanes que causaban estragos en las embarcaciones aliadas.

Máquina Enigma. Foto: Wikipedia.

Uno de los servicios de inteligencia más eficientes del mundo es el Mossad, cuyo nombre en hebreo es “Mossad le Tafkidim Meyuhadim” o “Instituto para la Inteligencia y Tareas Especiales” el cual es una de las entidades más emblemáticas del sistema de seguridad israelí. Sus orígenes se remontan a septiembre de 1929, un periodo marcado por intensas tensiones entre las comunidades judías y árabes en Palestina. Este clima de inestabilidad desembocó en los trágicos “Disturbios de Palestina de 1929”, que consistieron en violentos enfrentamientos entre ambas comunidades y resultaron en un elevado número de muertos entre ambos grupos y una mayor separación y desconfianza entre judíos y árabes.

Previo a estas escaramuzas se habían propagado rumores de que el descontento entre las comunidades árabes podía degenerar en una situación de esta naturaleza, pero la magnitud y la violencia de los disturbios sorprendieron a los miembros del “Yishuv”, que es el nombre que recibían los asentamientos judíos en Palestina en ese momento. Para evitar ser sorprendidos de nuevo por una crisis de tal magnitud, los miembros del “Yisuv” –inspirados en las enseñanzas del Rey David sobre la importancia de la información y la inteligencia en la estrategia militar– acordaron establecer secciones dedicadas a la recopilación de información sobre la situación política y social de la región.

No obstante, la constitución formal del Mossad data de diciembre de 1949, y su organización y estructuras internas les fueron dadas por el fundador del Estado de Israel, David Ben Gurion, el 2 marzo de 1952. El Mossad fue conformado como una agencia independiente del gobierno de Israel que se reporta al primer ministro y trabaja en coordinación con otros organismos de seguridad, como son el Shin-Beth (la agencia de seguridad interna), Aman (la inteligencia militar de las Fuerzas de Defensa de Israel); además de las fuerzas aéreas y navales y el ministerio de Relaciones Exteriores.

Ben Gurion. Fundador de Israel. Foto: Wikipedia.

Cuentan algunos de los presentes en el momento de su creación que David Ben Gurion impartió dos instrucciones específicas que se convirtieron en el modus operandi de esta agencia:

Ustedes le entregan al Mossad sus ‘listas de compras’ y este organismo realizará las gestiones pertinentes para ‘adquirir los productos’ que sean necesarios para garantizar la existencia del estado de Israel. No es asunto de vuestra incumbencia saber cómo se adquirieron ni cuánto costaron los mismos.

El Mossad se reporta de forma permanente y directa al Primer ministro y va a operar bajo mis instrucciones.

A partir de esa fecha las operaciones del Mossad se han convertido en leyenda, ya sea realizando evacuaciones masivas clandestinas de judíos sefarditas que habitaban en países árabes hostiles como Siria e Iraq, o desde Etiopia en África; gestionando la obtención de la tecnología y material nuclear para la fabricación de la bomba atómica israelí bajo el desierto de Dimona, o infiltrando las más altas instancias de sus enemigos, como el caso de Eli Cohen, que logró penetrar la sociedad y el gobierno sirio obteniendo información sobre sus capacidades militares y planes estratégicos que les fueron muy valiosas en la Guerra de los Seis Días de 1967.

En adición a sus operaciones más recientes, que incluyen los explosivos introducidos sigilosamente a los walkie-talkies y bípers usados por Hezbolá que diezmaron a esa milicia y los ajusticiamientos de Hassan Nasrallah, jefe de Hezbolá, Ismail Haniyeh y Yahya Sinwar, jefes de Hamás y de casi todo el liderazgo de ambas organizaciones.

Especial atención merece la operación de captura, y posterior enjuiciamiento, de Adolf Eichmann en 1960, criminal de guerra nazi prófugo en Argentina y uno de los principales responsables del Holocausto, cuyo juicio representó un acto fundamental de justicia contra la impunidad y el cual se convirtió en un símbolo del compromiso de Israel con la memoria de las víctimas de ese genocidio. Sobre este juicio, Hanna Arendt publicó su libro Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal, el cual constituyó una poderosa advertencia sobre la capacidad humana para perpetrar las más terribles de las atrocidades cuando se actúa en obediencia ciega a la autoridad y en ausencia de pensamiento crítico.

Juicio de Eichmann. Foto: Wikipedia.

Lo cierto es que el mundo no ha conocido un servicio de inteligencia mejor que el Mossad. Sin embargo, la historia nos demuestra que no son la eficiencia de los servicios de inteligencia, ni la eficacia de las fuerzas militares lo que garantiza la paz. El camino hacia la paz se logra solamente con una dirección política iluminada que es capaz de imaginarse una realidad distinta, convencer a sus ciudadanos de que ése es el camino adecuado para lograrla, y dedicarse con ahínco a construirla. Eso hizo Franklin Delano Roosevelt, quien además de utilizar la capacidad de sus servicios de inteligencia y sus fuerzas armadas para derrotar a Japón y Alemania, fue capaz de financiar la reconstrucción de estos países, hacer de los mismos naciones democráticas y construir marcos institucionales –como las Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods y el Acuerdo General sobre los Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT)–, los cuales han garantizado uno de los periodos más prolongados de paz y de crecimiento económico que la humanidad ha conocido hasta la fecha.

Es lo que corresponde hacer a Israel en el caso de Palestina: imaginarse un futuro de paz y progreso para la región sobre la base de la construcción de dos países, uno judío y otro palestino, ya que como bien dijo Albert Einstein, la “paz no puede mantenerse por la fuerza, sólo puede lograrse sobre la base del entendimiento”.

De lo contrario, Israel pasará al formar parte del grupo de países que, en opinión de Adam Shaft, editor de la London Review of Books, “viven enfrascados en guerras eternas de su propia creación, en las cuales la identidad del enemigo podrá cambiar –los ejércitos árabes, Nasser, Assad, la OLP, Irak, Irán, Hezbolá, Hamás–, pero las guerras nunca terminarán”, aunque se ganen infinitas batallas.

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