Luis Miguel Cano

A llevar la reforma judicial a sede internacional

Pero algunas cosas se aclararán y eso no es poca cosa. El gobierno no es el pueblo. La democracia no es imponer la fuerza de la mayoría. El derecho no es ambivalente.
lunes, 14 de octubre de 2024 · 10:55

A veces la soberbia entorpece y me parece que eso aconteció en el Senado este 12 de octubre. El indigno espectáculo de su procedimiento de insaculación para definir las plazas judiciales que el oficialismo quiere llevar a las urnas en 2025, ha abierto más alternativas para cuestionar la reforma judicial. Su comportamiento no creo que cambie, así que es altamente probable que en lo que sigue, agrave las violaciones a derechos por las que más pronto que tarde se le condenará en sedes externas.

Primero que todo, porque el régimen ha convertido en víctimas de esas violaciones a las personas menos indicadas. Las personas juzgadoras continúan en funciones y tienen todo lo necesario para pasar de víctimas a las más férreas defensoras de derechos, por todo el tiempo que tengan. Si el oficialismo apuesta por su desánimo se equivoca. Por cada persona que venza la desesperanza, otra tomará ese lugar. Por cada persona que tenga cooptada, una diferente cumplirá su labor de garante.

Los amparos seguirán su cauce y llegarán a la Suprema Corte. Gracias a la reforma judicial sólo hacen falta seis votos para que una sola sentencia de su Pleno resulte obligatoria para todas las autoridades jurisdiccionales del país. Mismos seis votos con los que, en término, se emitirá la declaratoria general de inconstitucionalidad, con efectos generales, que expulse los contenidos de esta infame reforma judicial.

Aplicación de la reforma judicial en el Senado. Foto: Eduardo Miranda.

Ello sin contar que, mucho antes, por vía de una acción de inconstitucionalidad, seis votos en el Pleno bastarán para declarar la invalidez de las normas impugnadas. La arrogancia que el régimen despliegue para descalificar todo fallo judicial que le sea contrario, sólo servirá para mostrar la inefectividad de los medios de garantía de nuestros derechos, el quiebre de nuestro Estado de derecho y un grosero retroceso democrático. Su legado político será ése, aunque de momento el poder les ciegue.

Mientras tanto, como decía, el desacato generalizado a las suspensiones dictadas en múltiples amparos ha dejado claro que hoy carecemos de recursos efectivos contra las violaciones a derechos y principios comprometidos en sede internacional.

En los ámbitos universal e interamericano de protección de derechos, por décadas se ha dicho que no pueden considerarse efectivos los mecanismos de garantía de derechos que por las condiciones generales del país o por las circunstancias particulares del caso, resulten ilusorios. Lo cual acontece cuando su inutilidad se demuestra en la práctica porque falten los medios para ejecutar las decisiones judiciales. Si esos recursos son inefectivos, no hay necesidad de agotar los internos.

Si alguna duda podía quedar, el proceder del Senado ha hecho patente que no tenemos recursos judiciales efectivos para detener los atropellos del régimen. Eso ilustra más que las torpes declaraciones políticas que no han faltado. En conjunto, ponen de manifiesto un contexto propicio para que las instancias internacionales puedan actuar ya. Si le sumamos los exabruptos de las más radicales personas del oficialismo: golpe de Estado, choque de “vochito” contra tráiler, juicio político, y lo que se les ocurra en los días por venir, entonces además hay gravedad y urgencia.

En concreto, las condiciones están dadas para buscar medidas cautelares en sede interamericana o medidas provisionales en la órbita universal, que podrán también ser desconocidas por el gobierno de cuarta que tenemos. Apelarán al discurso de la soberanía, condenarán las injerencias. Y poco a poco, su apuesta por nuestra indiferencia, nuestra precariedad, nuestro cansancio, nuestro hartazgo, nuestra frivolidad, les será menos redituable. Nos ignorarán y buscarán normalizar lo hecho.

Pero algunas cosas se aclararán y eso no es poca cosa. El gobierno no es el pueblo. La democracia no es imponer la fuerza de la mayoría. El derecho no es ambivalente. Así que el ejemplo de las personas a las que han arrebatado sus derechos, titulares y personal judicial, sembrará un legado muy diferente al del oficialismo, pues todo en lo que difieren honra a esas personas que exigen justicia. Por ellas aquí seguiré.

Comentarios