Elecciones 2023

Las normas electorales burladas en el Edomex

Comparando los resultados con la elección de 2011, en la cual triunfó Eruviel Ávila Villegas, observamos que la participación ciudadana fue seis puntos menos (46%) respecto de la de 2017.
martes, 31 de enero de 2023 · 08:52

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-En este proceso, las iniciativas político-electorales rebasan el marco normativo. Desde agosto de 2022 las elecciones mexiquenses para gobernador se han adelantado. Los espectaculares y propaganda indebida han exhibido a las autoridades electorales por su silencio sumiso y cómplice. Ahora, al constituirse las precandidaturas únicas, queda en entredicho el proceso de precampañas.

En las leyes electorales las precampañas son periodos de proselitismo interno en los partidos políticos. Son reuniones públicas, asambleas, marchas y actos que en general realizan los partidos políticos; eventos en que los precandidatos se dirigen a los afiliados y simpatizantes con el objetivo de obtener su respaldo para ser postulados como candidato a un cargo de elección popular. Pero al existir precandidatas únicas se desvirtúa el sentido original del instrumento contenido en la ley. ¿Qué caso tienen los periodos de precandidaturas cuando los partidos llegan a esta etapa con su candidato consensuado, sea por encuestas o por acuerdos de las cúpulas de los partidos? De hecho, estamos en el Edomex ante campañas formales con el bombardeo de spots, pintas de bardas, pendones, lonas y espectaculares, mítines y una amplia cobertura mediática.

Burlar las leyes mexicanas es una práctica arraigada entre las élites mexiquenses. Por ello resultó redundante y espumoso que el 18 de enero las autoridades del IEEM, INE, TEPJF, TEEM, el gobierno mexiquense y los partidos firmaran un acuerdo de integridad para el actual proceso electoral. ¡Firmaron cumplir con lo establecido en las leyes! Gran parte de los actores institucionales ahí presentes tienen un largo historial por haber burlado la normatividad electoral y la Constitución. Empezando por el propio gobierno mexiquense y los partidos políticos.

Los antecedentes así lo muestran: el 4 de junio de 2017, 52% de los ciudadanos del Estado de México acudió a emitir su voto para elegir al gobernador. Los resultados favorecieron a Alfredo del Mazo Maza con 2 millones 40 mil 709 votos, 33.56% de la votación emitida. El segundo lugar correspondió a Delfina Gómez Álvarez, candidata de Morena, con 1 millón 871 mil 542, que es 30.78% del total. La diferencia fue de 169 mil 167 sufragios. En votación por partidos, el mayor porcentaje lo obtuvo Morena, pero el PRI sumó el voto de sus tres aliados de entonces: PES, Verde y NA, los cuales lograron poco más de 3%.

Comparando los resultados con la elección de 2011, en la cual triunfó Eruviel Ávila Villegas, observamos que la participación ciudadana fue seis puntos menos (46%) respecto de la de 2017. Sin embargo, el triunfo priista con Eruviel fue con 3 millones 258 mil 988 sufragios, es decir 62.96%. El segundo lugar lo obtuvo Alejandro Encinas Villegas, con 720 mil 857 votos. La diferencia entre el primero y el segundo lugares fue de 2 millones 538 mil 131. Fue una elección sucia. La equidad estuvo ausente y abusos de diferente manufactura fueron orquestados por el gobierno peñista ante la complacencia de las autoridades. Desde rebase de topes de gastos de campaña, compra de militantes de oposición, hasta manipulación de casas encuestadoras. No tiene desperdicio mirar el testimonio y denuncia de Alejandro Encinas en su libro: Dinero, simulación e impunidad. Memoria de la elección de gobernador en el Estado de México 2011 (http://www.alejandroencinas.mx/wp-content/uploads/2018/11/LIBRO-Dinero-Memorias-Elecci%C3%B3n-2011-Edomex.pdf)

Volvamos a la elección de 2017. Alfredo del Mazo ganó perdiendo. Los números son contundentes. Se aprecia una fuerte caída del candidato priista con una pérdida absoluta de 1 millón 218 mil 279 sufragios respecto a 2011 y el voto adverso de 66.44% de quienes acudieron a las urnas, es decir, de 4 millones 39 mil 505 ciudadanos

La locuacidad de los números permite apreciar que el triunfo del candidato priista fue gracias a que Alfredo del Mazo contó con el indebido apoyo logístico y económico del gobierno mexiquense y del gobierno federal encabezado, entonces, por Enrique Peña Nieto.

Alberto Aziz Nassif, en su espléndido ensayo, contenido en el libro que apenas está en circulación, El regreso al infierno electoral (Grijalbo, 2023), establece: “En esta ocasión el escenario tiene muchas diferencias con lo que sucedió en las últimas dos elecciones para elegir la gubernatura, 2011 y 2017, en el primero el PRI se preparaba para regresar al poder presidencial y en el segundo, era la parte final del sexenio de Peña Nieto, y se puso en marcha un operativo gubernamental que nos regresó de golpe a lo que eran las elecciones de Estado, porque el objetivo era ‘ganar a la antigua’ al costo que fuera. En aquella elección hubo mucho dinero, legal e ilegal, con topes de campaña altísimos; también fue muy notorio el apoyo federal al PRI en el estado de México; y el comportamiento poco democrático del árbitro electoral generó muchas críticas justificadas, entre otros problemas”.

Durante la campaña de Alfredo del Mazo fue evidente el uso de la guerra sucia. Uso proselitista de programas sociales. Indebida intervención del gobierno federal y decenas de visitas de altos funcionarios del gobierno peñista apoyando actos electorales del candidato oficial. Los estrategas del PRI supieron aprovechar y fomentar la dispersión del voto con una serie de maniobras sucias, como el terrorismo electoral, cuyo símbolo son las cabezas de cerdo en sedes opositoras y casillas electorales. Otras acciones al margen de la ley y que parecían erradicadas fueron los repartos de despensas, varillas, costales de cemento, sobres con dinero en efectivo, entre otros artículos, incluyendo el anuncio de tarjetas rosa para las amas de casa en caso de triunfar. Alfredo del Mazo asumió el cargo de gobernador del Estado de México, una vez cumplidos los requisitos formales de ley, pero con grandes lagunas de legitimidad. Ese es el principal riesgo de las trapacerías electorales que el PRI ha practicado durante decenios. Lamentablemente su comportamiento incide en la calidad de la democracia

La altura ético-política en los últimos procesos electorales a gobernador han sido lamentables. Pese a los pomposos acuerdos de civilidad e integridad: ¿asistiremos de nuevo a la guerra sucia, al terrorismo electoral, a la simulación y viejas trapacerías electorales? Lo veremos.  

Este análisis forma parte del número 2413 de la edición impresa de Proceso, publicado el 29 de enero de 2023, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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