Afganistán

Lamento por Afganistán

Lo que sucede en Afganistán es desgarrador: seres humanos desesperados, cayendo al vacío desde los neumáticos de aviones militares estadounidenses en vuelo, en retirada vergonzosa.
jueves, 19 de agosto de 2021 · 19:13

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Escribo este lamento por un hecho trágico que es obligado abordar, aunque sea sucintamente por ahora. Lo escribo porque nada de lo humano nos es ajeno, como dijo una vez en la antigua Roma, Publio Terencio. 

Escribo indignado por la traición del gobierno de Estados Unidos al pueblo de Afganistán, en especial a sus valerosas mujeres que ya disfrutaban de libertad y reconocimiento por la presencia militar estadounidense. 

Traición a las libertades de un pueblo por la cobarde, torpe e irresponsable retirada que posibilitó hace unos días el aterrador retorno de los talibanes. Un abandono de una tarea y responsabilidad asumidas hace años, una deserción del deber de dimensiones apocalípticas, una vergüenza histórica que exhibe la decadencia, la mezquindad, la derrota moral, política y militar de la tal "superpotencia", carente de inteligencia política, de estrategia militar y de sentido moral. Abandono causante de una catástrofe humanitaria.

Lo que sucede en Afganistán es desgarrador: seres humanos desesperados, cayendo al vacío desde los neumáticos de aviones militares estadounidenses en vuelo, en retirada vergonzosa. Se encontraron restos humanos en el hueco de un neumático de avión militar salido de Kabul después de que aterrizó en la base aérea de Al Udeid, Qatar, según información pública del martes 17 de agosto de 2021. Tal retirada provoca en las personas de buena voluntad del mundo, un sentimiento de consternación, de tristeza inmensa.

 ¡Qué decepcionante Biden! A los tibios los detestan los dioses mismos. Ojalá que el mundo libre impida que las niñas, que las mujeres afganas mueran lentamente en la historia, como dijo, de manera desgarradora, una niña afgana en vídeo difundido por Proceso este lunes 16 de agosto. Que sepa ella que sí le importa al mundo civilizado su destino, su porvenir y el de todas las afganas y el de todos los afganos.

Ninguna "razón de Estado", ninguna alegada necesidad política, económica o militar de retirarse por parte del gobierno estadounidense y de sus corifeos nacionales y extranjeros, justifica la catástrofe humanitaria que vive el pueblo de Afganistán. Por encima de la política y la economía está el deber de hacer bien, de culminar responsablemente la tarea liberadora emprendida hace años; por encima de todo está el derecho natural, el bien de cada persona humana y el bien común de las naciones todas. Justificar dicha catástrofe es maquiavelismo, iniquidad, inhumanidad, cinismo. 

Malala, la niña paquistaní, de alma grande, premio Nobel de la Paz, ha instado al mundo a que no abandone a las mujeres y hombres de Afganistán en su anhelo de libertad y refugio. Países del mundo están respondiendo, abriendo sus puertas a los refugiados afganos. Nada de lo que sucede a toda persona de carne y hueso de la que habla Unamuno en el Sentimiento Trágico de la Vida, nos es ajeno. 

Cada uno es responsable del Otro, como lo recordó Derrida ante el cadáver de su amigo el gran filósofo Lévinas. La común vulnerabilidad humana impone dicha carga, ese deber de generosidad. Carga que asumen, deber que cumplen los seres humanos de buena voluntad, los gobiernos y pueblos nobles, conforme a los principios de la doctrina social del solidarismo en contraste dramático con el egoísmo individualista: "ningún hombre es una isla".

Dedico estas palabras con admiración infinita y esperanza, a la niña afgana que antes mencioné, esperando que el Cielo y la tierra la amparen, y a los valientes afganos que resisten, que se enfrentan a la barbarie y a la indiferencia.

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