Opinión

Promover el pensamiento

Mauricio de Maria y Campos sabía despertar curiosidad por regiones y temas que no estaban en el centro de atención de los internacionalistas mexicanos. Su repentino fallecimiento nos deja un enorme hueco.
jueves, 3 de junio de 2021 · 13:59

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hace unos días murió Mauricio de Maria y Campos, una persona cuya contribución al pensamiento sobre los grandes problemas de México y el mundo deja una gran huella. Su contribución más conocida se relaciona con los procesos de industrialización en los países de menor desarrollo. A ello se dedicó desde su posición como subsecretario de Desarrollo Industrial en la Secretaría de Economía y, más tarde, desde su puesto como director general de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Su lista de publicaciones al respecto es muy numerosa.

Para Mauricio, desencadenar un proceso de industrialización requería de claridad respecto a los sectores prioritarios, capacitación para poder impulsarlos y, sobre todo, financiamiento proveniente de los Bancos Nacionales de Desarrollo. Este último fue un tema que siempre lo obsesionó al mismo tiempo que crecía su frustración por la manera en que fueron colocados en segundo término por gobiernos que dieron preferencia a otros factores para promover la industrialización.

Sus intereses se encaminaron por otros rumbos cuando fue designado embajador en Sudáfrica. Durante esos años su curiosidad por los temas sociales y económicos no disminuyó; por el contrario, se hizo más intensa. Su conocimiento de los procesos económicos que tenían lugar en África lo llevó a numerosas publicaciones; entre ellas recuerdo muy vívidamente la incorporada en el libro La Política Exterior de México, metas y obstáculos publicada por Siglo XXI y el ITAM en 2013. Su ensayo “África: el continente olvidado” es un estupendo recorrido por los cambios económicos que estaban ocurriendo allá y una poderosa llamada de atención sobre el imperdonable descuido que la política exterior mexicana mostraba hacia ese continente. Otro trabajo digno de recordar es el número especial de la revista mexicana Comercio Exterior dedicado a África, gracias a sus buenos oficios.

Mauricio sabía despertar curiosidad por regiones y temas que no estaban en el centro de atención de los internacionalistas mexicanos. Fue así como promovió, siendo investigador en El Colegio de México, una serie de estudios sobre los factores de crecimiento en diversos países del sureste de Asia. El texto escrito por él sobre Vietnam es un clásico para entender y valorar la importancia de un Estado desarrollador; ese tipo de Estado que Mauricio siempre consideró una condición sine qua non para hacer posible el crecimiento y la justicia social en países de menor desarrollo.

Una de las características más visibles de su personalidad fue su entusiasmo por el pensamiento colectivo. Le encantaba lanzar ideas provocativas, dignas de reflexión para que se elaboraran conjuntamente. Lo hacía con generosidad, sin pretender tener el dominio del tema. No daba clases en las que tuviera un papel protagónico; proponía y propiciaba el pensamiento de muchos. Por eso fue tan querido en diversos círculos, como el grupo de la UNAM sobre México, Nuevo Curso de Desarrollo; el Centro Tepoztlán Víctor Urquidi, del que fue presidente, y muchos otros que en este momento se me olvidan. La presencia de Mauricio, sus vastos conocimientos, la inteligencia y su alegría, así como su sentido de la amistad lo hacían el colega indispensable.

En tiempos recientes el problema de la pandemia y sus consecuencias devastadoras sobre la situación económica de los países de América Latina lo preocuparon seriamente. Le llamó particularmente la atención el problema de las dificultades para tener acceso universal a la vacuna. Sus artículos publicados en El Financiero presentan, como pocos lo han hecho, los datos sobre el monopolio que ejerce un número limitado de países sobre la producción de vacunas y la necesidad de ampliar su producción hacia países que tienen la posibilidad de fabricarlas, pero requieren la liberalización de las patentes.

La mención sobre los artículos de El Financiero me invita a una reflexión. En México es limitado el periodismo de investigación. Lo más frecuente es la columna de opinión, en ocasiones sagaz y actualizada, que contribuye al debate político nacional, pero no necesariamente al conocimiento en un sentido más amplio. Las contribuciones de Mauricio tuvieron otras características, un ejemplo lo proporciona su último artículo: “Se abre ventana de cooperación con EU” (El Financiero 25/05/21). Se trata de un texto que contiene en su primera parte una descripción muy minuciosa de los cambios demográficos que tendrán lugar en Estado Unidos durante los próximos años. A partir de esos datos duros, hace notar que “nuestro vecino cruzará el umbral de los 400 millones de habitantes en 2050, cuando alrededor de la mitad de sus habitantes tendrá más de 45 años y una quinta parte tendrá más de 85 años… dado el reto de la dinámica poblacional descrito parece existir un creciente convencimiento de que la población debe aumentar y que ello sólo será posible vía una mayor migración”. Tal es la ventana de cooperación a partir de la cual una serie de propuestas elaboradas por Mauricio dan un giro al diálogo que México debe emprender con Estados Unidos en materia migratoria. El artículo es un buen ejemplo del esfuerzo de investigación que siempre acompañó su colaboración periodística.

A comienzos de este año, cuando la llegada al poder de Biden invitaba a un esfuerzo para articular mejor el punto de vista de internacionalistas mexicanos respecto a las relaciones con Estados Unidos, Mauricio, Susana Chacón y una servidora creamos un grupo de pensamiento denominado México en el Mundo. Gracias a gestiones de Susana, el grupo obtuvo un foro de expresión en la revista Este País, donde las aportaciones del mencionado grupo aparecen regularmente.

La creación de México en el Mundo estuvo inspirada por tres objetivos centrales: insistir en la importancia de entender la realidad nacional a la luz de las relaciones de México con el exterior; seguir más de cerca y conocer mejor lo que tiene lugar en Estados Unidos, sin duda la relación más importante que tenemos; y promover una mirada más amplia hacia el mundo, en particular las regiones tan ignoradas de Asia, África y América Latina y el Caribe.

Con su conocido entusiasmo, Mauricio puso todo su empeño en lograr que México en el Mundo contribuyera a promover el pensamiento. Su repentino fallecimiento nos deja un enorme hueco.

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