Vacunas

La vacuna: ansiedad y cooperación

Nos adentramos en el primer trimestre de 2021 sin que aminore la ansiedad por el avance del covid-19.
miércoles, 24 de marzo de 2021 · 22:03

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nos adentramos en el primer trimestre de 2021 sin que aminore la ansiedad por el avance del covid-19. Hubo motivos de esperanza al comenzar el año, cuando disminuyó el número de contagios y muertes en el mundo. Pero esa tranquilidad se diluyó muy pronto ante la aparición de nuevas cepas, más agresivas que las anteriores, el repunte de contagios en diversas regiones, principalmente Europa, y la dificultad creciente para controlar a una población de jóvenes ansiosos de volver a una “vida de normalidad”. El uso del cubrebocas y el encierro se rechazan, por lo tanto, los peligros de rebrotes aumentan.

En ese ambiente, la tabla de salvación más evidente es la vacuna. En México las primeras etapas de aplicación han sido recibidas con entusiasmo. En el caso de la CDMX, el esfuerzo de la jefa de Gobierno y en general de los servicios de salud ha sido reconocido por quienes tuvieron la suerte de vivir en las primeras alcaldías seleccionadas para que los adultos mayores reciban la vacuna.

Sin embargo, el regocijo se tornó rápidamente en desencanto. El túnel para llegar a lo que se conoce como inmunidad de rebaño es muy estrecho. Tal característica se acentúa por factores internos y externos. De una parte, la capacidad de distribución y aplicación es errática; no todo en el país funciona con la precisión de la alcaldía Miguel Hidalgo en la CDMX.

De otra parte, la compra anticipada de vacunas pudo haber sido suficiente para el tamaño de la población, al menos eso declaró recientemente el secretario de Hacienda, pero ello no garantiza que éstas arriben en el tiempo y forma previstos. Las experiencias con el retraso por meses de las entregas de Pfizer, los sobresaltos que han ocurrido en torno a peligros asociados a la vacuna AstraZeneca y en general la escasez de vacunas en el mundo generan numerosas dudas sobre la suficiencia de las mismas inmunizaciones en México durante el presente año.

La producción de vacunas en el mundo es obviamente muy inferior a la demanda. Sólo Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Rusia, China, India y, hasta cierto punto, Cuba, tienen la capacidad y el conocimiento para producirlas. La inversión que hicieron los gobiernos de los países mencionados para que los laboratorios en su territorio, públicos o privados, pudiesen hacerlas en un tiempo récord ha sido inmensa; miles de millones de dólares provenientes del erario. 

La pregunta que ahora está sobre la mesa es si, tomando en cuenta que la pandemia que se combate tiene un carácter global, la vacuna debe ser un bien público global. Más aún, si las dificultades que se han encontrado para producir vacunas a la velocidad que se requiere obligan a compartir la fórmula invitando a los países que puedan hacerlo a agilizar la producción, de tal suerte que se alcance en un tiempo más corto la anhelada vacunación universal.

Los organismos multilaterales, en particular la ONU y sus organismos especializados, como la Organización Mundial de Comercio y la Organización Mundial de la Salud, han liderado los esfuerzos para establecer una cooperación que permita el acceso a la vacuna a los países pobres lo más pronto posible. Sin embargo, los resultados obtenidos a través del programa Covax han sido muy limitados. 

Estados Unidos y la Unión Europea son los más renuentes a liberar los derechos de propiedad intelectual que tienen sobre la vacuna. Su propósito es, en primer lugar, proteger la salud de sus poblaciones y, cuando ese proceso haya terminado, proceder a considerar licencias especiales que permitan compartir la fabricación de vacunas en terceros países, pero sin que ello suponga perder el control sobre la propiedad intelectual. 

El primer discurso de Biden a la nación, dedicado a la lucha contra al covid-19, dejó muy buena impresión por el crecimiento exponencial del apoyo otorgado a la fabricación, distribución y aplicación de la vacuna. Sin embargo, tuvo como asignatura pendiente voltear la mirada hacia lo que ocurre en el resto del mundo. 

Esa omisión es más grave de lo que parece a primera vista. Más allá de problemas éticos, el hecho es que la eliminación de la pandemia no puede circunscribirse a las fronteras de un solo país. Como bien lo señaló hace casi un año el secretario general de la ONU, “nadie se encuentra a salvo mientras todos no estén a salvo”. 

La situación existente en la frontera México-Estados Unidos ilustra perfectamente la pertinencia de esa frase. Un artículo reciente de The Washington Post (14/03/2021) relata con alarma los peligros del contagio en una frontera tan concurrida como la que une a Tijuana y San Diego. Siguiendo la tendencia del gobierno de Biden de acelerar las decisiones en materia de asilo, se otorgó el permiso a personas que estaban impedidas de viajar para reunirse con sus familias. El problema vino cuando se conoció que algunas de ellas tenían covid. El contagio hubiese sido muy grande si hubiesen abordado, junto con otros pasajeros, el autobús que los estaba esperando.

“Es una amenaza a la seguridad pública. Una amenaza a los solicitantes de asilo. Una amenaza para quienes están ayudando. Es absolutamente imperdonable”. Tal fue la exclamación registrada por un reportero del conocido diario. 

Lo anterior es sólo un botón de muestra del grado en que están interconectados los problemas de salud en la franja fronteriza. Difícil afirmar que Estados Unidos ha logrado controlar el covid-19 en su territorio si no se adoptan medidas especiales para extender el proceso de vacunación hasta el interior de México. La intensidad de la relación en algunos cruces, más que en cualquier región fronteriza del mundo, es un dato que no puede pasar inadvertido. 

En tales circunstancias, el diálogo con el gobierno de Biden sobre el tema de la vacuna contra el covid requiere de argumentos muy bien elaborados que combinen intereses nacionales de ambos países y reclamos internacionales que son cada día más intensos. Se requiere un marco conceptual de cooperación para enfrentar una pandemia que bien permite hablar de un estado de guerra.

Sería ingenuo pensar que tal cooperación devolverá pronto la tranquilidad a los mexicanos, pero al menos puede mitigar la ansiedad que nos agobia.  

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