Análisis

La apuesta

Votar hoy por Morena y apéndices, es conservadurismo en los poderosos a quienes duele perder sus privilegios, y masoquismo y estulticia en los serviles (...) El pasado político que se tiene fresco en la memoria fue malo, pero el presente es peor porque Morena prometió ser diferente...
viernes, 21 de mayo de 2021 · 15:06

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nos duele México en el alma, emulando frase antigua de Miguel de Unamuno. Se ahoga la nación en aguas turbulentas. Hay un hartazgo que emerge y se expande entre ciudadanos pensantes. Por eso se grita para vencer con votos razonados, con resistencia: dolor, falsedad e ineptitud que devastan, insolencia que humilla, violencia que hurta paz y vidas, desmesura que llama "incidente" a la tragedia del Metro con 26 muertes evitables por las que se debe responder. 

La muerte, un océano insondable como la llama Péguy, nunca es mero "incidente", jamás mero accesorio en el contexto de lo esencial, porque es cuando fragua irrevocablemente un irrepetible destino humano. En un país con elemental vergüenza política habría renuncias inmediatas, nunca conmemoraciones distractoras de opereta en medio de duelos ciudadanos que lloran a sus muertos, y de angustias de familias que esperan a sus heridos afuera de hospitales.

Nos duele porque hay muertos que debieran estar vivos, como el niño inocente de 12 años Brandon Giovanny que viajaba ilusionado en la línea 12 del Metro, cuya madre desolada increpó hace días al régimen; como los niños con cáncer que esperaban su medicina para seguir viviendo, como el joven campesino indígena de 35 años Samir Flores que defendía las tierras comunales de Amilcingo, y se oponía a la termoeléctrica de Huexca.

Nos duele ver morenistas, ayer rebeldes, hoy callados o zalameros, en contraste con un Muñoz Ledo converso, defensor de la Constitución y de la unidad nacional.

Nos duelen las 600 mil muertes por Covid, de acuerdo a datos recientes del IHME de la Universidad de Washington, número que nos ubica entre los dos peores del mundo, y con las opacas cifras oficiales, entre los peores cuatro. Bután, un muerto en total, Taiwán: 14, Nueva Zelanda: 26, Vietnam: 37, Japón: 11, 591 con el mismo número de habitantes que México (Worldometer). Para la BBC, Bloomberg y otras instituciones, es México el país que peor ha manejado la pandemia: una catástrofe en materia de salud pública.

Nos duele porque hay dinero para estadios beisboleros, pero no para vacunas contra tuberculosis, no para medicamentos en hospitales públicos, no para mantenimientos de servicios públicos básicos, no para salvar millones de empleos ni pequeños negocios hoy cerrados por miles; nos duele porque el número de pobres ha crecido por falta de políticas económicas audaces.

Nos duele porque la violencia organizada continúa, a sus anchas, desapareciendo personas, truncando vidas, secuestrando, infundiendo miedo, terror a diario, enseñoreándose en vastos territorios sin Estado, sin esperanza. Nos duele que se mate al concebido no nacido, persona cobardemente traicionada junto al asedio a la familia natural.

Nos duele porque hay dádivas electoreras que doblegan conciencias y voluntades. Nos duele la claudicación a cambio de un plato de lentejas. La popularidad fruto de servilismo, no es digna de encomio. Nos duele la hipertrofia de la educación pública que adoctrina y envilece con ideologías de género que dinamitan con patrañas la polaridad complementaria varón y mujer, y que condena a niñez y juventud a naufragio intelectual y ético.

Nos duele que no se caiga en la cuenta de que a medida que disminuye la libertad política y la justicia social por designio del dinero que rige a izquierdas y derechas, aumenta el libertinaje sexual patrocinado por gobiernos, vía legislativa, como compensación, según lo advierte Erich Fromm, en "Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea".

Nos duele porque han desaparecido estancias infantiles, apoyos a madres solteras y de desaparecidos, a víctimas inocentes; porque eliminaron el Seguro Popular que funcionaba mucho mejor que el entumido Insabi; porque no se grava la fortuna extrema de multimillonarios para atenuar desigualdad como lo aconseja Thomas Piketty.

Nos duele porque no hay peor corrupción que el abandono presupuestal de las necesidades esenciales de niños, niñas y mujeres vulnerables, en aras de políticas clientelares y de relumbrón.

Nos duele porque la economía del país depende en mucho de remesas que envían los mexicanos que tuvieron que emigrar a los Estados Unidos, arriesgándolo todo, para encontrar trabajo y salario remunerador que aquí se les niega; nos duele porque hay afecto y contratos para empresarios consentidos que rigen el moderno reino del dinero.

Nos duele porque hay justicia o venganza para los enemigos políticos, y gracia para los amigos; porque la presunción de inocencia se viola con la antigarantista prisión preventiva oficiosa que se multiplica como hongo venenoso, como arma de control político.

Nos duele porque se privilegian energías que ensucian el medioambiente ya de por sí muy contaminado; porque se prosigue con la deforestación: casi 128 mil hectáreas de árboles perdidos en un año, el 2020, conforme a la FAO; nos duele porque México ha perdido más de la mitad de sus bosques naturales, una tragedia para las generaciones de hoy y las por venir.

Nos duele porque se vive en México una especie de "régimen frailuno", descrito en su momento por el sabio Menéndez y Pelayo, es decir, un remedo de democracia que equivale palabras más, palabras menos a un sistema que "convoca a unos y otros a reconocerse en la mediocridad, en el sentido compartido de la resignación, de los fracasos, de las divisiones, rencores y odios", como lo señaló un intérprete del sabio citado.

Nos duele porque hay una concentración inaudita del poder y una Suprema Corte amenazada en su independencia; nos duele porque se experimenta con reelecciones prohibidas por la Constitución; nos duele porque están en peligro, tanto el frágil pluralismo democrático que se ha ido construyendo a lo largo de años de lucha, como la posibilidad de alternancias regidas por el voto libre, la Constitución y la ley.

Nos duele porque se ha utilizado a la GN militarizada como muro para impedir a migrantes pobres llegar a los EU, en violación del derecho internacional y del libre tránsito consagrado en nuestra Constitución; nos duele porque esos migrantes, hombres, mujeres y niños, huyen de miseria, trata y crimen; porque esa política es discriminatoria, racista, cruel.

Nos duele porque el clamor de las mujeres mexicanas se desdeña, convirtiéndose los feminicidios, desapariciones y violaciones, en estadística. Nos indigna la venta de niñas en Guerrero ante la indiferencia oficial que solo busca cachar votos.

Por todo ello, el 6 de junio, la nación se enfrenta a un dilema trascendente. Se juega el futuro que depende de lo que hoy hagamos o dejemos de hacer. Hay momentos que definen tramos largos de la historia personal y colectiva. Ese 6 es uno de ellos. Es un día de una apuesta ciudadana que definirá en mucho el porvenir de esta generación.

La apuesta política que hizo Gandhi en su tiempo, es orientadora: "Satyagraha", dedicación no violenta por la verdad que prefiere la muerte a ocultar la intención con palabras falsas. "Satyagraha", el arma política de los fuertes entre los fuertes. La apuesta por la verdad el día 6 de junio comienza con un voto libre que posibilite reimaginar a México para que pronto sea un México unido en lo esencial, en paz, tolerante; reimaginarlo a partir de su antigua y verdadera historia mestiza y de sus valores entrañables.

En consecuencia, votar hoy por Morena y apéndices, es conservadurismo en los poderosos a quienes duele perder sus privilegios, y masoquismo y estulticia en los serviles. Exigencia de lucidez: ponerle un hasta aquí a dicho partido para evitar que tenga mayoría en la Cámara de diputados, y de esa manera, impedir que alcance a consumar el desplome institucional.

El pasado político que se tiene fresco en la memoria fue malo, pero el presente es peor porque Morena -aventurerismo de todos los moles, incluyendo el prianista del monrealismo, barlettiismo, tatianismo, etc.- prometió ser diferente y se le creyó en 2018, y ahora ya en el poder, da la espalda a lo prometido. Madurez ciudadana o primitivismo, despertar de conciencias o deserción, dedicación por la verdad o tartufismo: la apuesta de México en 2021. Se trata de reimaginar a México, uno de todos, incluyendo morenistas.

Dedico este texto con humildad y respeto a la señora madre del niño Brandon Giovanny, Marisol Tapia, y a las madres mexicanas que buscan a sus hijas e hijos desaparecidos. Son ejemplo maternal de entereza y valentía, orgullo de una patria anhelante de reconstrucción. Que la caricia de María Santísima de Guadalupe las reconforte y guíe. Mauro González-Luna M.

Comentarios