Política
Saldos y retos de la relación con EU
Nos encontramos ante los retos de una etapa distinta en la relación con Estados Unidos. López Obrador sabe perfectamente que para México es muy costoso no tener un buen entendimiento con Washington.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La relación del presidente López Obrador con Estados Unidos es uno de los aspectos menos logrados de su gobierno. Dos años y medio de gestos de cordialidad hacia Trump no obtuvieron los beneficios esperados. Cierto que hubo frases amables de amistad y descendió el tono antimexicano que Trump había usado durante su campaña. Pero las agresiones fueron muchas y los problemas presentes se profundizaron.
Los llamados a la construcción del muro nunca pararon; el cierre de la frontera estadunidense a los solicitantes de refugio o asilo se convirtió en la nueva realidad; la crueldad para disuadir a los padres de ingresar a Estados Unidos con sus hijos no había tenido precedentes tan siniestros; las amenazas para obligar el uso de la Guardia Nacional para frenar a los migrantes centroamericanos en tránsito hacia la frontera estadunidense es uno de los episodios más vergonzantes en las relaciones entre los dos países.
Imposible olvidar la amenaza de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas –violando así compromisos establecidos en el acuerdo más importante de América del Norte– si México no llevaba a cabo esfuerzos desproporcionados para frenar el paso de migrantes centroamericanos.
Ese estilo pleno de agresividad no fue asumido como tal por López Obrador. Confió en su intuición, que le aconsejaba festinar su amistad con Trump. De allí que –a pesar de importantes llamados pidiéndole que no lo hiciera– haya aceptado llevar a cabo una visita a Washington, ya en periodo electoral, la cual fue utilizada por Trump para cortejar el voto latino.
El capítulo final estuvo pleno de malentendidos. López Obrador mantuvo su empatía hacia el candidato perdedor resistiéndose a enviar –como lo hicieron centenares de jefes de Estado y gobierno– una carta de felicitación a Biden. Cuando al fin lo hizo, el texto de la carta fue defensivo y poco cordial. Para entonces, su nombre se asociaba con compañeros de viaje poco recomendables, como Putin o Bolsonaro.
En el momento de escribir estas líneas las relaciones diplomáticas entre los dos países han entrado a una etapa de normalidad. Hubo una llamada telefónica entre los dos presidentes. Las buenas formas diplomáticas se impusieron; de ellas conoce mucho el actual presidente de Estados Unidos. Su llamado a “construir una relación sólida con México fundada en el respeto por el estado de derecho y para avanzar valores comunes” es extremadamente correcto. Empieza así una etapa nueva que, hoy día, tiene muchos elementos que tendrán que superarse.
Para empezar, las relaciones con el gobierno de Biden serán más institucionalizadas que con su antecesor. El problema es, entonces, lo poco institucionalizada que se encuentra la administración pública en México. Uno de los puntos débiles de la 4T es la falta de coordinación en la administración pública. El gobierno no está constituido como un equipo bien organizado por áreas de responsabilidad, con medios para cumplir sus objetivos, con mecanismos de rectificación, si es necesario, y procedimientos claros de rendición de cuentas. Domina la confusión respecto a las atribuciones de las diversas secretarías, el desorden en las líneas de mando y la comunicación escasa, en ocasiones inexistente, con el jefe del Ejecutivo.
Ese desorden está presente en la Cancillería. Para resumirlo baste recordar que no existe una Subsecretaría de América del Norte, o bien, que es difícil determinar cuáles son las atribuciones del canciller en materia migratoria. ¿Corresponden a la Cancillería o a la Secretaría de Gobernación?
Se ha dado a conocer la pronta jubilación de la embajadora en Estados Unidos, una profesional muy reconocida del servicio exterior de carrera quien, sin duda, deja equipos profesionales y conocedores de los diversos aspectos del sistema político en Estados Unidos. Ojalá el nuevo embajador, Esteban Moctezuma, cuyo beneplácito supongo se acaba de solicitar, reconozca el valor del servicio de carrera que se encuentra en la embajada. Es un personaje con experiencia en el servicio público, conocedor de la importancia de cuadros experimentados y bien disciplinados.
Es inútil subrayar la enorme importancia para el futuro de México que tiene una relación productiva, equilibrada y respetuosa con Estados Unidos. Los temas son muy numerosos y complejos, más para México, que es la parte débil, que para nuestro poderosos vecino del norte. No es una relación que se puede conducir con ocurrencias, con decisiones apresuradas o falta de conocimiento riguroso de lo que se encuentra en juego.
Ahora bien, es conocido el lugar secundario que ocupan en el proyecto de nación del presidente López Obrador los factores externos. Sin embargo, la realidad se impone brutalmente y la atención que merecen esos factores no puede seguir estando colocada en segundo término.
Algunos proyectos de ley concernientes a la relación con Estados Unidos acaban de ser sometidos al Congreso. Llama la atención el apresuramiento con el que se elaboraron. Preocupa, en particular, el relativo al control en materia de seguridad que pone límites al tipo de cooperación que se puede establecer con agencias de seguridad estadunidenses, como la DEA, la CIA o el FBI.
De ninguna manera minimizo la necesidad de estar atentos a los abusos de tales agencias. No obstante, crear susceptibilidades sin tener en realidad los elementos para controlarlas, me parece simplemente contraproducente.
México cuenta con un capital humano muy valioso que se encuentra, entre otros, en los más de 50 consulados que tenemos en Estados Unidos. En San Diego, Chicago, Los Ángeles, Nueva York y tantas otras ciudades del otro lado de la frontera hay grandes conocedores de los amigos y enemigos, los aliados y los convencidos de las ventajas de trabajar junto con México. Identificar el punto de encuentro, así como ser conscientes de los peligros que significa un vecino poderoso, es tarea central que cumplen esos miembros del servicio exterior.
Nos encontramos ante los retos de una etapa distinta en la relación con Estados Unidos. López Obrador sabe perfectamente que para México es muy costoso no tener un buen entendimiento con Washington. Le toca tanto a él como a su gabinete, a los empresarios, los miembros de las ONG y los académicos trabajar para que sea una etapa positiva. Son mis deseos para 2021.