Prensa
Julio Scherer García y Proceso desde los ojos de Estados Unidos
A 47 años del golpe al diario Excélsior, que se cumplen este sábado 8, documentos desclasificados de la CIA y cables filtrados por Wikileaks revelan cómo Washington siguió el espionaje y las amenazas de los gobiernos de Echeverría y López Portillo contra el periodista Julio Scherer, así como su salida de aquel diario y la fundación de Proceso.CIUDAD DE MEXICO (Proceso).- Mientras en México la Dirección Federal de Seguridad (DFS) acumuló decenas de fojas del espionaje a este medio de información y análisis y a su fundador, Julio Scherer García, en Estados Unidos la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento del Estado recibieron informes sobre temas como el golpe a Excélsior, la fundación de Proceso, conversaciones privadas de Scherer e intentos de censura y amenazas desde el poder.
Documentos desclasificados de la CIA y cables filtrados por Wikileaks dan cuenta del seguimiento al entonces semanario y del golpe a Excélsior, del que se cumplen 47 años este domingo 8.
En un cable confidencial del 9 de julio de 1976 (1976MEXICO08783_b), un día después de se concretara la salida de un grupo de periodistas de Excélsior por la intervención gubernamental, el entonces embajador Joseph John Jova notificó que “los informes confidenciales atribuidos al presidente (Luis Echeverría) hacen creer que Excélsior ha quebrado ‘las reglas no escritas del juego’ al atacar al presidente, al PRI y al presidente electo José López Portillo”, lo cual, consideraba, era el motivo de la injerencia del entonces mandatario en la cooperativa del diario, a fin de orquestar el desmantelamiento de su ala crítica.
Añadió que el grupo de periodistas encabezado Scherer parecía “determinado a resistir los ataques”, sin ceder a las presiones del presidente o “cualquier persona que esté conectada con él”.
En otro telegrama (1976MEXICO10575_b), enviado el 17 de agosto de 1976 a las 22:46 horas al Departamento de Estado, el embajador narra los planes del grupo que salió del periódico para crear un nuevo medio que se contrapusiera a las presiones del poder, después de mantener un encuentro privado con Scherer, a quien, en otro informe del 18 de enero de 1978 (1978MEXICO00909_d), definiría como “uno de los más controversiales y conocidos periodistas”, cuya distancia del poder enfatiza.
“Vi a Scherer García en una cena el 12 de agosto en una casa privada, la primera vez que nos vemos desde el ‘golpe’ a Excélsior el 8 de julio.
“El encuentro, esencialmente familiar, consistía principalmente de conversación social, incluyendo mucho énfasis en la coincidencia entre Scherer y López Portillo (primos) y su amistad desde la infancia. También participó otro primo mutuo, Enrique Maza, jesuita y antiguo columnista de Excélsior. En el curso de la noche logré una conversación privada con Scherer”.
En esa conversación privada, Jova preguntó a Scherer sobre los rumores de que sería contratado para trabajar para la cadena de periódicos de la Organización Editorial Mexicana (OEM), “en los que el presidente Echeverría ha adquirido gran interés”.
Scherer confirmó que existió un ofrecimiento del empresario Mario Vázquez Raña, presidente del Comité Olímpico Mexicano y a quien Jova menciona como responsable del manejo financiero de los “Soles”, en referencia a los periódicos de la cadena, y El Universal, en nombre de Echeverría. La respuesta de Scherer fue: “Nunca trabajaría para esas personas, yo no soy una prostituta”.
Al tocar el tema de las amenazas de muerte que recibió el fundador de Proceso tras dejar Excélsior, el embajador también preguntó al periodista sobre la versión que había recibido acerca de que Luis Echeverría ordenó el asesinato de quien sería su sucesor, José López Portillo.
Respecto de lo primero, Scherer respondió: “Odio admitirlo, pero sí, tengo miedo”. En cuanto al posible atentado contra López Portillo, el periodista dijo, sin profundizar: “Echeverria es capaz de cualquier cosa".
Otro cable (1976MEXICO14248_b), enviado el 10 de noviembre a las 00:15 horas al Departamento de Estado, dio cuenta del lanzamiento de Proceso, pese a los intentos de censura y amenazas del régimen echeverrista.
“La primera edición incluye tres artículos, cualquiera de los cuales habría hecho (al semanario) instantáneamente el más vendido: ‘El sexenio: las palabras y los hechos’, que describe la consolidación del poder político personal como principal legado de Echeverría; ‘Cosío Villegas, memorias de un disidente’, y ‘De Excélsior a Proceso’, una descripción de diversos obstáculos colocados en el camino del esfuerzo de Scherer para llevar la nueva revista (dificultad para obtener noticias y amenaza de cargos penales)”.
Jova consideraba que Excélsior no había sido tan crítico como el naciente Proceso y planteó una combinación de tres factores por los que Echeverría había buscado debilitar a Scherer: primero, el deseo del entonces presidente por mantener el control político del país tras su administración, por lo cual buscaba eliminar las voces críticas; segundo: al debilitar a Excélsior, en detrimento de su línea editorial, mejoraría la posición de El Sol y El Universal, en los que, afirmaba, tenía un “interés controlador”, y tercero: una venganza contra el grupo que encabezó Scherer por las críticas a su gobierno.
Scherer trabajó en Excélsior de 1950 a 1976. Fue su director general ocho años. “En esta posición –dijo el diplomático–, eliminó la práctica de venta de espacios a interesados” en la autopromoción, disfrazados de noticias.
Proceso a través de la CIA
La CIA vio a Proceso como un medio atacado por el poder político de México y que realizó una cobertura activa sobre la guerrilla centroamericana y los gobiernos opresores en esos países.
Ente las amenazas recibidas por el nuevo impreso, la CIA resguardó un documento según el cual José Antonio Zorrilla Pérez, otrora jefe de la DFS y quien años después sería sentenciado como autor intelectual del homicidio del periodista Manuel Buendía, quiso impedir que se publicara una investigación que involucraba a Manuel Bartlett, entonces secretario de Gobernación y jefe político de Zorrilla.
“Fuentes informadas de la CIA y la policía mexicana nos han dicho que descubrieron un intento del exjefe de la Dirección Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla, de pagar a los editores de Proceso dos millones en pesos, con una promesa de dos millones más si acordaban no contar una historia que habían obtenido sobre el jefe de Zorrilla, el ministro del Interior, Manuel Bartlett Díaz”.
La historia ya había sido ocultada antes, pero Bartlett se enteró que Julio Scherer pretendía publicarla en su libro Los Presidentes, cuya primera edición apareció en 1986.
El caso al que se refieren era el presunto “secuestro” de dos sobrinos de Bartlett, en 1983, por una comuna religiosa en Venezuela. Para rescatarlos, el entonces secretario de Gobernación ordenó el ingreso clandestino de policías mexicanos al país sudamericano; además de la operación conjunta con la corporación venezolana. Allanaron el lugar con violencia y los deportaron en un avión de Aeroméxico. Un funcionario de la embajada mexicana en Venezuela supervisó la deportación.
El reportaje, de Enrique Maza, contaba con testimonios de los sobrinos de Bartlett, quienes lo denunciaban por abuso de poder y por someterlos a violencia cuando estaban en la comuna por su voluntad.
El semanario no imprimió la historia porque “Zorrilla logró intimidar a los editores de Proceso con amenazas de violencia”, pero no impidió que saliera en Los Presidentes. La CIA añadió en su reporte que “los periodistas y columnistas mexicanos han sido amenazados a menudo en el pasado por funcionarios del gobierno, y algunos han sido asesinados”.
En el libro, Scherer narró la amenaza de Zorrilla si publicaba el reportaje: “Te puedes arrepentir, arrieros somos y en el camino andamos. Hoy por mí, mañana por ti. Por tu bien te lo digo, pero te lo digo una vez, ahora”.
Y destacó: “Si Bartlett movió recursos de dos gobiernos, a las policías de dos estados, a las autoridades migratorias de dos países, a una embajada y a una línea aérea y los hizo actuar fuera de la ley y de la razón para resolver un asunto familiar, ¿qué no hará cuando se tratara de asuntos graves? Ese era para mí el problema”.
La CIA lo incluyó en un documento denominado Manual de México, que relata los conflictos sociales, problemáticas, crisis y manejo político del país, entre otros asuntos, y data del 1 de noviembre de 1971. En el apartado “personalidades destacadas”, que encabezaba el presidente Luis Echeverría, el único periodista incluido fue Scherer, aún director de Excélsior.
En este documento desclasificado también se menciona a los magnates Raúl Azcárraga y Rómulo O’Farril, por el control e influencia política que ejercían al ser dueños de medios de comunicación, y como intelectuales a los escritores Carlos Fuentes y Octavio Paz, el muralista “y prominente comunista” David Alfaro Siqueiros y a la directora de ballet folclórico Amalia Hernández.
El documento CIA-RDP91-00587R000100590024-3, Revealing Reagan's Hypocrisy Toward Nicaragua (Revelando la hipocresía de Reagan hacia Nicaragua), del 11 de febrero de 1985, la CIA incluye información de Soberanía, publicación de izquierda en el país centroamericano, que se basa en una revelación de Proceso:
“El manual de la CIA es una violación absoluta de todo el orden ejecutivo firmado por cada presidente de los Estados Unidos, desde Gerald Ford. Además, da prueba de la total hipocresía de la administración (de Ronald) Reagan que, por un lado, libra campañas contra el terrorismo en Centroamérica.
“Estas afirmaciones no las hizo un líder sandinista, ni ninguno de sus millones de simpatizantes en todo el mundo, sino David MacMichael, exanalista de la CIA, en una entrevista exclusiva con Stella Ampuero de la revista mexicana Proceso”.
Basado en esas revelaciones, Soberanía afirmó que con el manual de la CIA “se manipulan los sentimientos religiosos del propio pueblo norteamericano, al justificar todos los asesinatos y sabotajes que ejecutan en Nicaragua y que han provocado el repudio unánime de la comunidad internacional porque se trata de ‘una cruzada cristiana y democrática de los comandos de la libertad’”.
En un cable enviado al Departamento de Estado, que corresponde a la versión final del discurso sobre “la lucha por la democracia en Centroamérica, que el secretario de Estado George Shultz pronunciaría en Dallas ese mismo 15 de abril de 1983, incluye una alusión a Proceso por una declaración de Salvador Cayetano Carpio (1918-1983), el Comandante Marcial, fundador de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, corriente interna del Partido Comunista Salvadoreño.
“El proceso revolucionario de Centroamérica es un proceso único. Los triunfos de uno son los triunfos de otro… Guatemala tendrá su hora. Honduras la suya. Costa Rica también tendrá su hora de gloria. La primera nota se escuchó en Nicaragua”, citó Shultz en su discurso, para después agregar: “En caso de que se lo pregunte, el orador no era un portavoz de la administración. Esa confiada predicción proviene de Cayetano Carpio, principal líder de la guerrilla salvadoreña, en la edición del 25 de agosto de 1980 de la revista mexicana Proceso”.
El secretario instó a que en caso de dudarlo se buscara el semanario, en un discurso que versó en contra de los movimientos armados en Centroamérica y del comunismo.
El marcaje de la DFS
En México, la Dirección Federal de Seguridad seguía de cerca a Scherer: colocó micrófonos en su casa y su oficina, intervino sus llamadas telefónicas y espió sus reuniones privadas.
Resguardados en la que fue la cárcel de Lecumberri, ahora sede del Archivo General de la Nación (AGN), están los legajos de informes sobre el fundador de Proceso.
“Acostumbra a salir de su domicilio entre las 7:30 y las 8:00 horas para dirigirse al deportivo Chapultepec, ubicado en las calles Mariano Escobedo de esta ciudad en donde permanece entre las 11:00 y las 11:30 horas, para trasladarse posteriormente a sus oficinas del periódico Excélsior, sitio en Paseo de la Reforma, saliendo de éstas alrededor de las 15 hs”, dice una ficha del 17 de febrero de 1976, que añade: “En ocasiones acude a su domicilio y permanece entre las 17:30 y 10:00 hs para posteriormente atender sus compromisos de trabajo y sociales, no teniendo una rutina fija”.
El día del golpe a Excélsior, la DFS notificó: “Se notó división entre los trabajadores asistentes, ya que un grupo contrario a la destitución comentaba que estaban siendo presos de movimientos políticos porque el gobierno trata de apoderarse de la empresa”. El tiempo ratificaría la versión.