Conchita Calvillo

Conchita Calvillo, luchadora democrática y compañera del doctor Salvador Nava muere a los 105 años

Calvillo de Nava fue la responsable de continuar con el movimiento civil que encabezó su esposo, mantuvo la demanda civil para conseguir el primer órgano electoral ciudadano del país para San Luis Potosí.
domingo, 7 de mayo de 2023 · 13:54

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Conchita Calvillo, una de las mujeres pilares en la lucha por la democracia en México falleció a los 105 años de edad. La mujer, quien fue compañera y esposa del doctor Salvador Nava Martínez, el hombre que a finales de 1950 aglutinó a la oposición contra el cacique Gonzalo N. Santos, quien fue gobernador de San Luis Potosí en la era del control priista y que hizo célebre una de las frases símbolo de la corrupción en la política mexicana: "La moral es un árbol que da moras".

Calvillo de Nava fue la responsable de continuar con el movimiento civil que encabezó Nava Martínez, mantuvo la demanda civil para conseguir el primer órgano electoral ciudadano del país para San Luis Potosí.

Apenas en febrero de este año, el periódico inglés The Guardian publicó un artículo sobre el papel relevante de personas de más de 100 años, entre ellas dedicó un apartado sobre Conchita Calvillo a quien calificó como una activista.

El 22 de julio de 1940, se casó con Concepción Calvillo, en su matrimonio procrearon seis hijos: Salvador, Pedro, Luis, Alejandro, Manuel y Concepción Guadalupe.

Fue una mujer inmersa y activa en movimientos sociales históricos y decisorios para San Luis Potosí y el país, desde la mitad del siglo pasado hasta la fecha. Estuvo presente en el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994 y formó parte de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) para establecer el diálogo de este movimiento con el gobierno a través de los liderazgos civiles.

Acudió al recibimiento a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad que encabezó el poeta Javier Sicilia en junio del 2011 a su paso por San Luis, y ese mismo año recibió el premio “Carlos Montemayor”, a la memoria del escritor con quien tuvo una cercanía y que apoyó férreamente la lucha contra la explotación de agua y metales en San Luis.

“Hay que volver a despertar los anhelos de una verdadera democracia y, como escuché decir a nuestros hermanos indígenas, no perder la esperanza porque vendrá un nuevo amanecer”, dijo cuando acudió con sus hijos a donar el archivo y la biblioteca personal del doctor Salvador Nava Martínez a la Universidad Autónoma de San Luis.

Cuando estaba por cumplir 100 años, Calvillo concedió una entrevista a Verónica Espinoza, quien hoy se desempeña como jefa de corresponsales de Proceso

Junto a Cuauhtémoc Cárdenas. Fotografía: Mauricio Palos / Archivo Proceso

-¿Qué país ve hoy?, ¿qué tan distintas son las preocupaciones sociales de los años en que comenzó a participar en las luchas sociales a las de ahora?- preguntó la reportera al inicio de una llamada que se prolongaría por casi una hora.

-Tengo una vida de encierro porque ya soy una persona mayor, pero convivo con mis hijos, nietos y bisnietos… Me angustia saber que este es el México que están viviendo. Es un México que es difícil, porque hay mucha miseria, mucha pobreza. Pero aparte de eso, yo reconozco que también hay mucha ciencia, una ciencia que va sumamente aprisa como para que los jóvenes puedan alcanzarla. “

¿Cuáles son esos logros que faltan?

-Instituciones. Por ejemplo, yo veo entre mi gente pobre con la que muchas veces convivo, lo que no había mucho antes: hay un seguro social, un seguro para mujeres, un seguro para criaturas. En fin. Es el tipo de instituciones que muchas veces como instituciones están perfectas, pero la burocracia que las maneja es de la que tengo desconfianza.

-En San Luis Potosí se vive un momento de resurgimiento de cacicazgos, corrupción de autoridades, diputados. ¿Los potosinos de hoy aprovechan las enseñanzas del navismo para reaccionar?

-Lo que yo viví creo que casi fue un milagro, porque fue una parte (de organización social) más bien chica. Éramos una parte chica de la sociedad civil. No hubo diferencias de ninguna índole, absolutamente; podía usted ver a los directores de las pocas empresas -las medianas empresas que había aquí- dispuestas a una generosidad absoluta, y sentarse a platicar aquí, en esta casa, con sus obreros. La corrupción no era como es ahora, debe haber habido corrupción, indudablemente, pero ahora nos rebasa, nos rebasa.

Desde la década de los 50 protagonizó junto a Salvador Nava Martínez y miles de potosinos, mujeres y hombres, hasta el surgimiento del Movimiento Ciudadano por la Democracia a principios de los 90, en respuesta al fraude electoral y los afanes del priismo de imponer gobernadores interinos para rechazar la posibilidad de elecciones democráticas en el estado.

“Leo que la sociedad había hecho el milagro de los cambios políticos y sociales aquí en San Luis.

-Fíjese, qué bonita frase, ¿verdad? La sociedad hizo el milagro.

¿El doctor?

Claro.

¿El que los dirigía?

Claro, pero él no era solo. La gente, los obreros creyeron en un proyecto, se juntan. Y para mí, por ejemplo, algo que hizo el doctor, que deja, es el Movimiento Ciudadano por la Democracia, donde no era él el que mandaba: juntaba a todas las personas que tenían voluntad de estudiar y de exponer lo que pensaban y los llevaba, hacían unas mesas y decían ‘este proyecto o este otro o este otro’. Se acababa, se reunía aquellos pensamientos y de ahí se sacaba la solución, que es lo que falta ahora (pues) cada quien quiere presentar lo suyo y quiere que sea lo suyo. No”.

-¿Falta generosidad entonces?

-Claro. Falta generosidad, entendimiento, reconocer que el otro también sabe, reconocer que el otro también piensa. Para mí eso hace mucha falta. En cambio, en este Movimiento Ciudadano por la Democracia venían de los demás estados y decían: cómo le hacen, mándenos sus proyectos. Los proyectos ya estaban, lo que faltaba era la voluntad de aplicarlos. Y por proyectos yo creo que no queda en un gobierno. La aplicación de esos proyectos, la honestidad de ejecutarlos, es lo que falta”.

-¿Y cuál es la huella que va dejando Conchita? -No, no crea que me siento que yo aporté algo en mi vida. Creo que me tocó vivir un momento difícil, sí. Otros dolorosos también y otros muy buenos. Cuando se vive en un momento de un movimiento político y social… mis hijos, con toda seguridad que les dejo a cada quien algo. Claro que pienso que tiene que ser para su bien porque hasta ahorita se han portado decentemente.

Con información de Verónica Espinosa.

Comentarios