Huracán Otis

Se quedaron a cuidar sus barcos y desaparecieron en el mar

Casi un mes después de que Otis arrasó con Acapulco, al menos 25 tripulantes de embarcaciones se encuentran desaparecidos. Ante el vacío de información, sus familiares se organizan para sistematizar su búsqueda y exigen a las autoridades ampliar el área de rastreo.
miércoles, 22 de noviembre de 2023 · 05:05

 

ACAPULCO, Gro., (Proceso).- Su familia sabía que después de una tormenta, Abigail se quedaba el día siguiente a limpiar el yate Litos. No sucedió después de Otis.

Abigail Andrade Rodríguez, de 29 años, es madre de tres hijos. En el 2016 consiguió empleo en el Litos, propiedad del empresario del Estado de México, Carlos Smeke Romano.

Se adaptó de inmediato al cargo de hostess (anfitriona). En este caso, sólo cuando el dueño, familiares y amigos vacacionaban en el puerto.

Por eso Abigail usaba su tiempo en mantener limpia la embarcación por dentro, por fuera y en la parte de abajo. Para esta última tarea tenía que bucear.

Abigail- Desaparecida. Foto: Especial

“¿Qué tanto cuidas ese barco viejo, tú?”, le preguntaba su papá a Alejandro Sandoval Ugarte, quien tenía un año puliendo y sacándole los golpes al yate.

El capitán Ulises Díaz Salgado y el ingeniero de máquinas Fernando Parra Morales también eran parte de la tripulación.

Litos medía 12 metros de largo por seis de ancho. La capitanía de Puerto en Acapulco ha informado de 614 embarcaciones, de recreo, deportivas y de pesca, dañadas por el impacto de huracán Otis.

La tripulación del Litus. 

La fiscalía general del Estado (FGE) ha reportado 26 personas desaparecidas a causa del huracán. La cifra, ha insistido esta instancia, se sustenta en carpetas de investigación.

Pero a 22 días del paso del meteoro, la FGE no ha publicado las fichas de búsqueda con nombre completo, edad, señas particulares y las circunstancias de la desaparición.

Tampoco la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas ha emitido fichas de los 26 desaparecidos, justificando que es un tema exclusivo de la Fiscalía local y que ellos sólo ayudan en la búsqueda.

La cifra de la autoridad ministerial se acerca, tan sólo, al número de marineros que son buscados por sus familiares.

En la misa del miércoles 15 de noviembre para pedir por el regreso y el descanso de las víctimas en la mar, el sacerdote pasó lista a 21 marineros no localizados:

1.- Marco Antonio Chávez Domínguez

2.- José García

3.- Rubén Torres Campos

4.- Fernando Esteban Parra Morales

5.- Abigail Andrade

6.- Alejandro Sandoval Ugarte

7.- Ulises Díaz Salgado

8.- José Federico Gómez Ortiz

9.- Mauricio Adrián Viviano

10.- Leonardo Neiro Cabañas

11.- Antonio Franco Cipriano

12.- Gustavo Hurtado Carranza

13.- Luis Flores

14.- José Ángel Gil Borja

15.- Demetrio Felipe Morales

16.- Ulises Castillo Hernández

17.- Andrés Cortés Salazar

18.- José Decidero García

19.- Marco Antonio Chávez

20.- Moisés Andrés Martínez Hernández

21.- Marco Antonio Franco Cipriano

Y a los siguientes fallecidos:

1.- Cesar Iván Díaz Márquez

2.- Pedro Ruiz Rodríguez

3.- Héctor Ramos Rodríguez

4.- Rafael Lozano Martínez

5.- Ricardo Pérez Victoriano

6.- José Lozano Rendón

7.- Hugo Sosa

8.- Rodrigo García

9.- Luis Martínez Balbuena

10.- Pedro Espinoza García

A esta lista de muertos en la mar se suman José Andrés Solano Mellado, originario de Puebla, y José Ramiro Castro García, parte de la tripulación del yate de diversión Acarey.

Ante el vacío de información, se realizó un recuento con nombre, apellido y embarcación de los tripulantes no localizados, con base en fichas de búsqueda de los propios familiares y sus exigencias ante autoridades.

La cifra es de 25 personas, entre ellas dos mujeres y dos menores de edad.

Misa y recuento de víctimas. Foto: Especial

En tierra, otras cinco personas no han sido localizadas; sus viviendas fueron sepultadas por deslaves. En las inmediaciones se han rescatado cuerpos de integrantes de sus familias.

Se trata de Víctor Bautista Romero, de la colonia 20 de noviembre; Janeth Ortega González y sus hijos Ángel Martín y Camila de Jesús Trinidad, de la colonia Nueva Era, así como el joven Francisco Sebastián de la colonia Revolución del Sur.

Puerto Marqués

A las 23:32 horas del 24 de octubre, el yate Litos navegaba entre Puerto Marqués y la Base Naval cuando el huracán causaba los primeros estragos. Ulises Díaz hizo una transmisión en vivo que fue cortada antes de los 2 minutos:

“Feo es poco, lo que le sigue. Nuestra ancla está funcionando bien, se está apoyando bastante, estamos navegando, pero hay embarcaciones que la están pasando mal. Tengo que agarrar el teléfono con las dos manos.

“Mentiría si digo que no tengo nervios, estoy nervioso. Sí me preocupo también por la tripulación. Primero Dios vamos a salir bien.

“Hace mucho frio, las ráfagas de viento están tremendas, tremendas. Vean como está… literal, ¡me está moviendo!…

Una hora después tiró por radio a la Base Naval. Pedía auxilio porque se había quedado sin motores. Fue la última comunicación.

La última comunicación de Ulises. Captura de Pantalla

Los familiares de la tripulación han hecho una reconstrucción de esa noche, con base a testimonios recopilados.

La embarcación se encontraba en el muelle de Puerto Marqués. Ahí el capitán Moisés les insistió en que se amarraran y que lo que viniera lo iba a recibir todos juntos.

—No se vayan, amárrense a Puerto Marqués y aquí nos vamos a ayudar.

La tripulación de Litos respondió que se iban a sentir más seguros en la Base Naval.

Cuando llegaron a la Base, antes de la tormenta, se anclaron, pero una embarcación de la Marina se soltó y empezó a golpear a otras embarcaciones menores. Cuando vieron el golpeteo resolvieron regresar a Puerto Marqués. La última comunicación del capitán habría sido entre ambos puntos.

El capitán de una embarcación que se encontraba cerca de Litos, contó a sus familiares que a su nave primero se le rompieron los cristales y luego empezó a inundarse.

El capitán salió de la embarcación y comenzó su batalla con la marea. Cuando se calmó, se subió a dos tablas para flotar. Eran pedacerías de embarcaciones. La marea lo llevó mar adentro.

Le dio escalofrío y agarró pedazos de bolsas para cubrirse los pies. Escuchaba cómo los tiburones masticaban, no hizo ruido ni movimiento. Horas después el mar sacó al marinero y empezó a nadar. Salió en Pie de la Cuesta, al otro extremo de la bahía.

Embarcaciones. Entre los estragos de Otis. Foto: Miguel Dimayuga

Los tripulantes y su familia consideraron que era otra tormenta más, pero recalcan que en la Marina y la terminal marítima conocían el grado de peligro que estaba por llegar y no hicieron nada. Por ejemplo, cerrar el puerto a la navegación.

“Ellos por lo menos tuvieron que haber limitado a las embarcaciones que se estuvieran moviendo, tuvieron que hacer un recorrido para que ninguna embarcación estuviera anclada. No tenía por qué haberse movido ninguna”, dice Enrique Andrade.

En busca de Abigail

La rutina del profesor de Primaria Enrique Andrade cambió después del huracán. Desde la mañana del 26 de octubre ha peregrinado sin descanso en busca de su hermana Abigail.

Ha recorrido la Base Naval, la terminal marítima, hospitales de Acapulco y Chilpancingo, las playas de Puerto Marqués, Caleta, La Roqueta, Pie de la Cuesta hasta la barra de Coyuca.

“En la Base Naval simplemente fueron muy duros. me dijeron 'si no vas al Semefo y no reconoces el cuerpo, pues ahí va a estar'. Ese era el último lugar donde pensaba buscar”.

El día de esta entrevista, el martes 7 por la tarde, Enrique no había descansado desde las cinco de la madrugada.

En la mañana, dice, llegó al Semefo el cuerpo de una mujer hallado en el panteón 5 de mayo, pero no correspondía al de su hermana porque no tenía el tatuaje de una corona en la espalda, además de que no fue encontrada cerca del mar.

Un ‘aventón’ lo acercó a la playa más cercana y caminó por toda la playa hasta la Base Naval.

Ahí, junto a otros familiares, hicieron guardia por si llegaba el presidente Andrés Manuel López Obrador para pedirle que instruyera a la Marina a realizar una búsqueda más amplia por mar.

Familiares de tripulantes. Sus propias fichas de búsqueda. Foto: Especial 

Enrique Rodríguez aseguró que el yate Litos se hundió, pero que tenía un barco tipo Panga de resguardo que pudo ser arrojado muchas millas mar adentro.

“Se espera que ellos estén con vida y se piensa que ellos están dentro de esa embarcación. La última información que mandó esa barca satelital fue a 60 mil millas mar adentro.

“Abigail se metía a bucear para que la embarcación por la parte de abajo también se mantuviera limpia. Es muy atrevida, por eso tengo en mi mente y en mi corazón que está por ahí, debe de estar protegida en algún lugar, pero no la encontramos”, expresó.

“Mística de trabajo”

Los familiares de Alejandro Sandoval insisten que el capitán de Litos, Ulises Díaz, los obligó a quedarse y que no era la primera vez.

“Cada vez que llovía los quería ahí, para que el barco no se golpeara con el muelle.

“Le decía: 'si comienza a llover me marcas para que vaya y lo mueva'.

“Por eso mi hijo se molestaba, también el ingeniero de máquinas se molestaba”, dice Alejandro Sandoval padre, que también participa en las exigencias de búsqueda.

Los familiares de la tripulación cuentan que, en la incertidumbre y búsqueda, Carlos Smeke, dueño de Litos, les pidió que viajaran al Estado de México para llegar a un acuerdo, para ver “cómo vamos a quedar”.

Smeke figura como CEO de la empresa desarrolladora inmobiliaria LITOS (mismo nombre del yate), que construye parques industriales, recientemente en Estado de México durante el gobierno de Alfredo del Mazo.

Guido Rentería Rojas es dueño del club Palao en la isla Roqueta. Sus tres yates con fondo de cristal se hundieron; asegura que sus capitanes sobrevivieron.

El empresario expone que hay una “mística” del capitán por quedarse en la embarcación cuando hay una tormenta y dice que los dueños no lo obligan.

“Es una cuestión de orgullo, heredado de sus padres y abuelos que fueron capitanes.

“Es una responsabilidad de decir 'yo defiendo la embarcación porque es mi fuente de trabajo'”.

Explica que la maniobra en mal tiempo de los capitanes se llama velada. “Se les da un dinero extra aparte del sueldo porque no duermen, porque están velando el barco”.

A Rentería Rojas le preocupa que el seguro no cubra la pérdida de sus yates por desastre natural.

 

 

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