Edomex

Edomex: elecciones sucias

El PRI viene acumulando continuas derrotas electorales de 2016 a 2022. Es un partido desgastado y en declive. Sin embargo, el Edomex es el principal y último gran bastión priista.
jueves, 13 de octubre de 2022 · 08:26

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).–Se dice que todas las elecciones son diferentes. Pero la elección por la gubernatura del Estado de México 2023 ha presentado rasgos inéditos y caóticos. No sólo está en juego el Ejecutivo estatal: si el PRI es derrotado en esta elección, está sentenciado su declive agónico. Para el PRI, a nivel nacional, la elección mexiquense detenta tintes apocalípticos.

El proceso electoral mexiquense arrancó el día después de las elecciones, el 5 de junio pasado, en las que Morena se llevó cuatro de las seis gubernaturas. El Edomex se delineó como el último gran refugio del PRI, que llega mermado y fracturado a nivel nacional. Su presidente, Alejandro Moreno, envuelto en numerosos escándalos de corrupción y manejo deshonesto de lo político, se convirtió en un lastre. Alito es la némesis interna porque es portador de una práctica política gemela a la clase política mexiquense. El comportamiento errático del líder priista ha comprometido la alianza electoral Va por México en la entidad.

El PRI viene acumulando continuas derrotas electorales de 2016 a 2022. Es un partido desgastado y en declive. Sin embargo, el Edomex es el principal y último gran bastión priista. Tuvo en las elecciones intermedias de 2021 un ligero repunte, aún insuficiente. Se presenta una primera paradoja: se dice desde hace lustros que las elecciones del Edomex eran el preámbulo de las elecciones federales, por tanto incidirían en la política nacional. Ahora la ecuación se ha invertido. Las turbulencias de la política nacional están perturbando las elecciones locales, al grado de modificar drásticamente los escenarios políticos para el Estado de México como para el país.

A principios de agosto, Morena destapa a la maestra Delfina Gómez, de nuevo como candidata a la gubernatura. El proceso no ha sido claro. Higinio Martínez, que posee la estructura partidaria, ha sido relegado. Lo peor que podría pasar es una profunda división interna. Propio de la izquierda histórica en México. A seis meses del inicio del proceso electoral, Morena ha obligado a todos los partidos a acelerarse. Los tiempos electorales y políticos se han precipitado. Las avenidas principales del Edomex están plagadas de espectaculares de propaganda política. Se ha generado una atmósfera de desorden, un carnaval electoral, porque cada uno tiene su elección ante la complacencia de las autoridades electorales.

Según encuestadoras serias, ni al PRI ni al PAN les alcanza para ir solos a la elección de 2023. El PRI necesita del PAN para enfrentar a Morena. Detenta militancia, presencia territorial, aparato electoral de gobierno y sobre todo mañas; sin embargo, el partido mexiquense imperante desde hace más de 90 años sufre ahora un corrosivo desgaste. Ni sus ofertas ni narrativa emocionan ya a un electorado desalentado.

La alianza electoral en el Edomex técnicamente está “temporalmente” suspendida desde inicios de septiembre. Ni el PAN ni el PRD perdonan la deslealtad de Alito al plegarse a Morena respecto al papel de las Fuerzas Armadas en la seguridad pública.

Ante un dirigente nacional tóxico, todo indica que la existencia de la alianza pasa a la cancha mexiquense. Panistas y perredistas podrán negociar con el “otro” PRI: el inexistente Grupo Atlacomulco. Alfredo del Mazo, cuyo desempeño ha sido bastante mediano, tiene a cuestas una negociación compleja. Primero, alinear de manera interna la élite política mexiquense para consensuar la candidatura. Segundo, pactar los términos de la alianza electoral con el señuelo de los gobiernos de coalición, recién aprobado por el Congreso local, que más bien son gobiernos de cuotas. Tercero, lograr que la candidata priista sea la de la alianza. El PAN tiene la oportunidad de subir sus apuestas.

Ya se vislumbra guerra sucia en el proceso. La guerra electoral ponzoñosa envilece la política. Los supuestos cables del embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, dados a conocer por Héctor de Mauleón, sobre vínculos de Morena con el narco y financiamiento millonario a su campaña electoral en el Estado de México, encendieron todas las alarmas. No era para menos. El propio embajador Salazar desestimó el origen de los cables. Sin embargo la semilla está sembrada. El tema va más allá de una fake news. A pesar que el TEPJF exonera de acusaciones electorales a Delfina Gómez, ante la queja del PAN se le siguen imputando delitos en el tribunal que sancionó a Morena con 4 millones 529 mil pesos por omitir reportes de ingresos de 2014 y 2015. De igual manera, los reportajes del periódico Reforma sobre supuestos negocios sucios y timados contra el panista Enrique Vargas empañan sus aspiraciones políticas. A pesar que trató de desmentirlas, el golpe mediático fue contundente. El aroma de guerra sucia en la campaña electoral de 2023 está ya presente e impregna el ambiente político. ¿Cuántos ataques habrá que esperar?

Autoridad electoral a modo. Tanto el IEEM como el tribunal electoral están colonizados por el partido en el poder mexiquense. Mientras las calles están abarrotadas de propaganda electoral, permanecen mudos ante los actos anticipados de campaña. Se amparan de manera leguleya en que el proceso aún no ha empezado. Si no hay materia porque aún no empieza el proceso, qué hacen ahí, con sus cargos vigentes; tanto consejeros como magistrados son una vergüenza de sumisión. Ni un exhorto ni llamado de atención. ¿Quién ha pagado y de dónde ha salido el dinero en todo este despliegue mediático?

De los siete consejeros electorales en el IEEM, seis son manifiestamente priistas. El PRI no sólo es el mayoritario en el consejo sino es el dueño del instituto con el eterno secretario, un oscuro personaje llamado Javier López Corral, quien articula entramados y complicidades de la mayor parte de los representantes que son generosamente maiceados. Por experiencia propia sé que los fraudes empiezan desde las confabulaciones de las instancias electorales. Esta tendencia se ha agravado.

El PRI va con todo a retener el Edomex. Bajo el estigma del fraude. Su maquinaria electoral cimentada en el aparato gubernamental es capaz de hacer votar hasta a los muertos. Vamos a asistir, contrario a lo que dice AMLO, a unas elecciones plagadas de anormalidades y violencia. Como en 2017, de nuevo, a unas elecciones sucias. 

Análisis publicado el 9 de octubre en la edición 2397 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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