Elecciones en Francia

Una ultraderecha agigantada amenaza a la “liberté, égalité, fraternité”

Si gana las elecciones, el partido Agrupación Nacional, dirigido por Marine Le Pen, se pondría en marcha un programa basado en la violencia y el odio, advierte Sergio Coronado, candidato a diputado por el Nuevo Frente Popular.
martes, 25 de junio de 2024 · 05:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– En caso de llegar al poder en Francia en las elecciones legislativas de los próximos 30 de junio y 7 de julio, el partido de ultraderecha Agrupación Nacional terminaría de destruir la promesa republicana de “libertad, igualdad, fraternidad”, ya debilitada por décadas de políticas neoliberales, y pondría en marcha un programa basado en la violencia y el odio, advierte Sergio Coronado, militante ecologista y candidato a diputado por el Nuevo Frente Popular a la Asamblea Nacional.

“Sus discursos exacerban las oposiciones, promueven la violencia hacia el movimiento por los derechos de las mujeres, atacan permanentemente a las minorías étnicas, promueven una política del chivo expiatorio contra los extranjeros y alimentan una animosidad increíble hacia la prensa, con la promoción de fake news; en fin, representan una degradación brutal del debate público, donde la mentira y la difamación se erigen como estrategia política”, afirma el político en entrevista con Proceso.

El pasado 9 de junio, al poco tiempo de darse a conocer los resultados de las elecciones europeas, en las que la Agrupación Nacional obtuvo 31.4% de votos –un resultado históricamente alto– y su movimiento apenas 14.6%, el presidente francés Emmanuel Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional y convocó a elecciones legislativas para el 30 de junio, lo que obligó a los partidos a organizar campañas en apenas tres semanas.

Macron. Desesperado. Foto: Andre Pain, vía AP.

La decisión del mandatario, tomada a espaldas de su gabinete, de su partido e incluso de una parte de su equipo de trabajo, generó indignación en buena parte del mundo político francés, pues la disolución respondía a una exigencia del partido de ultraderecha.

Muchos en Francia leyeron el gesto como una apuesta riesgosa del presidente, consistente en aprovechar la premura para reforzar su movimiento, presentándose como la única fuerza capaz de derrocar a la ultraderecha. Este sentimiento se agudizó cuando el periódico Le Monde reportó un comentario del presidente francés a un amigo suyo, a quien presumió que “aventó” una “granada sin seguro en las piernas” de sus adversarios.

Sin embargo, el mandatario tiene una baja popularidad –bajó a 26% de opiniones positivas después de la disolución–, y su decisión dividió hasta su propio partido. “La gente quedó norteada, los propios candidatos del movimiento de Macron tratan de esconder su afiliación en su campaña”, dice Coronado, ahora candidato para la segunda circunscripción de la comunidad francesa en el extranjero, que incluye a los residentes en México.

En cambio, la estrategia del presidente podría entregar las riendas de la Asamblea Nacional a la Agrupación Nacional, un partido dirigido por Marine Le Pen y su brazo derecho, el joven Jordan Bardella, que señala a los extranjeros y los musulmanes como el principal problema de Francia y que no ha dejado de crecer en las últimas dos décadas hasta convertirse en el primer partido del país.

“Me preocupa su idea de que todo es un juego, en una situación en la que la ultraderecha está a un paso del poder. Pero un país dirigido por la ultraderecha no es un juego, ni para las mujeres ni para las minorías ni para los extranjeros presentes en nuestro territorio, quienes hacen funcionar una parte importante de nuestra economía; sabemos lo que es la ultraderecha: los ataques incesantes, la violencia, el aumento de las discriminaciones”, deplora Coronado.

Coronado. Voz de alarma. Foto. Facebook.

En caso de ganar una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el partido de ultraderecha ejercería una influencia central en la vida política de Francia, pues Bardella se volvería probablemente Primer Ministro, cargo desde el cual podría implementar el programa de su partido.

En un escenario en que la Agrupación Nacional tuviera una mayoría relativa, Bardella adelantó que no aceptaría el cargo de jefe de gobierno, pero su partido se convertiría en un interlocutor obligado de Macron, con la posibilidad de presentar mociones de censura para deponer a los gobiernos, lo que generaría una crisis política sin precedente en la historia reciente del país.

Servicios públicos

Con la ultraderecha al acecho, los principales partidos de izquierda de Francia dejaron de lado sus rencillas –especialmente entre sus liderazgos– y se unieron en el Nuevo Frente Popular, reivindicando al Frente Popular, una alianza de izquierdas que llegó al poder en el país en 1936, en pleno ascenso del fascismo, y que impulsó las dos semanas de vacaciones pagadas, la semana laboral de 40 horas y un seguro de desempleo.

La coalición, que abarca a las formaciones de la izquierda radical hasta los socialdemócratas, incluyendo a los ecologistas y los comunistas –Coronado la define como “un largo espectro que va de demócratas, humanistas, progresistas, de izquierda republicana y ecologistas”–, busca arrebatar la Asamblea Nacional al partido de Macron y a la ultraderecha con base en un programa que promete grandes inversiones en el sector público, financiadas por nuevos impuestos progresivos.

“La unión se hizo en la urgencia, el acuerdo se hizo en París, pero las militancias ya se estaban comunicando, porque el momento es demasiado importante como para tener querellas partidistas”, observa Louise Guibrunet, suplente de Coronado en la candidatura de las izquierdas en la lista común.

Guibrunet, académica residente en México, donde trabaja como investigadora en el departamento de Geografía de la UNAM, sostiene que el programa de las izquierdas “no va solamente contra la ultraderecha”, sino que “tiene un planteamiento distinto, basado en la justicia social y fiscal, que parte de abrogar la reforma de las pensiones y la reforma del seguro de desempleo impulsadas por Macron, y de restablecer el impuesto sobre las grandes fortunas para invertir de nuevo en los servicios públicos”.

La académica también subraya que la coalición de izquierdas pone la crisis climática en el centro de su programa, ya sea respecto al acaparamiento del agua por las agroindustrias y los monocultivos o a la inversión en energías renovables.

Guibrunet ve como “esperanzadoras” las victorias de Claudia Sheinbaum Pardo y Clara Brugada Molina en las elecciones del pasado 2 de junio –para la presidencia de México y el gobierno capitalino, respectivamente–, pues en su opinión son resultado de una política basada en la “inversión masiva en los servicios públicos” y en la “justicia social”, y muestran que “las fuerzas progresistas no están condenadas a romperse los dientes”.

Ascensor de la ultraderecha

Las elecciones fueron convocadas en medio de “una crisis aguda” en Francia, que combina “una crisis electoral, una crisis democrática, una crisis económica, y una crisis ecológica”, asevera Coronado durante su visita a México, una de las principales etapas de su campaña exprés por América Latina.

“La disolución fue un atropello a la democracia”, denuncia el político. Y analiza: “Macron estima probablemente, y con cierto cinismo, que él aparecería como la única muralla contra la ultraderecha. Pero lo que se ha visto es que la ultraderecha no ha dejado de crecer durante su mandato, por lo que parece más bien un acelerador de la crisis democrática”.

De hecho, Coronado y sus aliados del Nuevo Frente Popular condenan la estrategia de campaña de Macron, quien clasifica al bloque de izquierda como “extremista”, al igual que la ultraderecha, cuya historia está marcada por la colaboración con la Alemania nazi, el antisemitismo, la homofobia o atentados terroristas perpetrados durante la guerra por la independencia de Argelia.

Este lunes 24, Macron incluso afirmó que tanto el programa de la ultraderecha como el de las izquierdas desembocarían en una “guerra civil”. 

Le Pen y su partido. Foto: Christophe Ena/AP.

Preguntado sobre las razones que alimentan la expansión de la ultraderecha en Francia, el ecologista apunta a las “décadas de políticas neoliberales y de la globalización”, que fomentaron una “acumulación obscena de riquezas” entre pocos multimillonarios y empresas transnacionales, y a la par agravaron las desigualdades, dejando a muchas personas de lado.

En este contexto, opina Coronado, Macron tiene su parte de responsabilidad, pues “debilitó el tejido de seguridad social en el que se basa el pacto democrático y social de Francia, ya sean los servicios públicos, el hospital público o el acceso a la educación, que han sufrido recortes presupuestarios”.

A lo anterior, agrega, se sumaron los aumentos en los precios de la energía y de los alimentos, la represión a los movimientos sociales como los chalecos amarillos, la cerrazón del presidente al diálogo, y la recuperación de una parte del “léxico de ultraderecha” contra la migración, en el marco de unos acercamientos con la Agrupación Nacional.

“El presidente dio su apoyo para que dos diputados de ultraderecha tuvieran vicepresidencias de la Asamblea Nacional, es un hecho inédito que rompió una suerte de pacto para evitar que la ultraderecha llegara a cargos de administración en el Poder Legislativo, y que fue seguido por una serie de convergencias preocupantes en votaciones, como la ley asilo e inmigración del gobierno, que fue adoptada con el apoyo de la Agrupación Nacional”.

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