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“Fernando es bueno para los Dodgers, para EU y para México”: Tom Lasorda

Con motivo del fallecimiento del lanzador mexicano Fernando Valenzuela rescatamos esta crónica publicada por Proceso el 7 de diciembre de 1981, en la que su mánager Tom Lasorda se deshace en elogios a su pitcher estrella.
sábado, 26 de octubre de 2024 · 07:00

LOS ANGELES.- Su mundo lo atesora en una pelota de béisbol. Y en ella incluye toda la pasión que siente por la vida: su amor a Dios, a su familia, a su país, a los Dodgers y a su "hijo adoptivo", Fernando Valenzuela. Thomas Charles Lasorda asegura que en este orden entiende cada uno de los días que vive, embelesado por su mejor amigo, el béisbol, al que sólo le reprocha que posea la dramática posibilidad de la derrota.

Así, porque su mente está encadenada al béisbol, Lasorda vive estrepitosamente: No está un segundo quieto, pocas veces deja de hablar, gesticula, grita, ríe con un jaaa, jaaa, jaaa prolongado, aparenta estar enojado, pero en realidad bromea y, en el fondo, se divierte como ningún otro miembro de los Dodgers salvo, quizá, el niño prodigio del club: Fernando Valenzuela.

Porque Lasorda encierra en su filosofía el síndrome del mánager obsesivo, quien estima que la vida es sólo un instante entre un partido y otro. Por ello, el Mánager del Año de las Ligas Mayores nunca descansa: "Con el béisbol tengo siempre doce meses de vacaciones", dice a Proceso.

Para su realización profesional, su esposa Joan ha sido fundamental: lo ha entendido. "De otra manera las cosas estarían mal conmigo y en mi casa".

Lasorda en sus inicios como pitcher. Foto: Wikipedia.

Y así ha sido siempre, desde hace 32 años, cuando Tom llegó, a los 17 años, a los Dodgers como pitcher zurdo, ilusionado y determinado a convertirse en el mejor mánager del mundo. Hoy cuenta con ese título, aunque ya en 1977 y 1978 sobresalió con el segundo mejor entrenador en la historia de la Liga Nacional al conquistar gallardetes en sus dos primeros años. El otro fue Gabby Street.

Alcanzar el éxito no fue sencillo, pero a lo que aspira ahora es a ganar los siguientes títulos, permanecer en la "cima del mundo". Para ello hay que trabajar mucho, "no se debe perder un segundo de tiempo en el béisbol".

Por ello estaba furioso el miércoles 2, cuando tardamos una hora en llegar al restaurante donde Lasorda tenía una cita con Fernando Valenzuela, su representante Tony de Marco y una periodista de la revista People.

En principios, Tom aceptó hablar con Proceso, pero sólo algunos minutos, porque "estoy muy ocupado, tengo mucho trabajo, hay una reunión más tarde, oye Billy, vámonos: mientras, Francisco, pregúntame, pregúntame: es la única forma de hacer la entrevista, no tengo más tiempo".

Salimos del estadio de los Dodgers y tanto Billy, el conductor, como el mismo Lasorda, ignoraban el nombre y la dirección del restaurante: había una equivocación.

Con sus habituales manoteos y gritos, Lasorda discutió con Billy.

–¿Qué nada más conoces tu vecindario? ¿Nunca has venido a Los Angeles?

Y también interrumpió sus respuestas cuando una chica detuvo su auto convertible en una esquina, para comprar naranjas.

–Oh! You suck...

Luego, cuando le dijo a Billy que se pasara un alto, el peatón que estaba a punto de cruzar la calle le hizo a Lasorda una seña obscena. Lasorda gritó, gesticuló, retó al transeúnte y hasta entreabrió la puerta para salir a fajarse con él. Billy le dijo: "Tommy, por favor". Lasorda miró con sus ojos de búho al joven, que siguió su camino y llenó el auto con su enorme jaaa, jaaa, jaaa.

Lasorda necesita la actividad constante: no puede estarse quieto. Estima que las cosas deben resolverse pronto, sin acariciarlas, sin darles vuelta.

"Mi actividad es intensa", dice. "No me entendería si no es así. Hay días, como el domingo pasado, que asistí a tres eventos: di un discurso en una iglesia católica, luego estuve en el desfile y finalmente en la cena de Burt Reynolds; tres asuntos en un sólo día, y a veces tengo hasta cuatro".

Y por ello gana dinero, además de su salario en los Dodgers. También hace comerciales de la cerveza "Budweisser", "que se bebe en todo el mundo"(?)

–¿No estima contradictorio anunciar cerveza cuando es usted representante deportivo, que piensa constantemente en la juventud?

–Yo nunca le digo a los jóvenes que beban cerveza. La anuncio para las personas mayores. Malo sería que Fernando la anunciara, eso sí estaría mal.

En sus conferencias, el mánager aborda temas sobre motivación.

–No estudié psicología. Aprendí los consejos que mi padre me dio: la filosofía de la vida. Y trato de ponerlos en práctica. Mi padre, italiano, nos dijo que amáramos a Dios, a este país, y todos los buenos consejos que él me dio trato de ponerlos en la mente y el corazón de mis jugadores.

Mánager de los Dodgers. Foto: Los Angeles Dodgers.

Todo su egocentrismo, al menos para su familia, Lasorda lo traduce en reconocer que "sus jugadores" hacen mucho por él.

–La psicología del mánager es intentar extraer las mejores cualidades de cada jugador. Si lo hace uno así se cumple con el trabajo de mánager. Pienso que ésta es mi obligación, porque también los muchachos dan muchas satisfacciones.

Con base en esta reflexión, surgió su interés en Valenzuela:

–Fernando es un muchacho joven, que viene lejos de casa. Es un muchacho bien criado por sus padres, se lo vi en la mirada, porque tiene unos ojos que no necesitan hablar. Lo llamé a mi oficina cuando llegó a los Dodgers y le dije que yo quería ser su padre fuera de casa, que confiara en mí.

Lasorda asumió el riesgo de confiar en su "bebé adoptivo" de 21 años de edad para incluirlo como pitcher abridor –en lugar del relevista que era–, y proporcionarle la oportunidad de abrir en el campeonato.

–Me impresionó siempre su capacidad de pitcher, su carácter. Por eso confié en él. Creo que confié en él desde la primera vez que lo vi. Estoy muy orgulloso de él y no quiero que cambie: quiero que siempre se sienta orgulloso de ser tan humano y de ser mexicano, que siempre sea, como hasta ahora, bueno con los demás.

Al mánager, nacido en Norristown, Pennsylvania, el 22 de septiembre de 1927, le sorprende la capacidad de comunicación que ha demostrado Valenzuela.

–Es sorprendente para un muchacho de su edad, que no habla inglés, poder comunicarse a través de su carisma. Todos estamos orgullosos de Fernando. Lo amamos. Porque Fernando ve siempre por el equipo, no puedo encontrar palabras para definir la clase de hombre que es.

Sin embargo, Lasorda agregó:

Estoy orgulloso de todo lo que hace, no sólo por el béisbol, por los Dodgers, por la ciudad de Los Angeles, por los aficionados, sino por lo que hace por México, por los dos países, en los que hay millones de personas pendientes de él. Y esto es lo más importante de Fernando: hace bien a los mexicanos, a los estadunidenses, a los jóvenes.

No sólo por su capacidad como pitcher, sino por su carácter y su actitud positiva, el vicepresidente de los Dodgers, Al Campanis, vio en Fernando a un superestrella: "Los scouts Guy Wellman y Charlie Metro nos aconsejaron que podríamos utilizarlo ante cualquier circunstancia, porque no había dudas sobre su capacidad. Los resultados están presentes. Además él gana dinero y los Dodgers también".

En virtud de ello, Lasorda piensa que Valenzuela debe capitalizar su fama y ganar el dinero que pueda garantizar mejor su futuro y dar a su familia lo que quizá nunca soñó. Estima el mánager que el agente de Fernando, Tony de Marco, es un "tipo humano" que quiere a Valenzuela y que procurará lo mejor para él.

Por fin, Billy encontró el restaurante. Lasorda estuvo diez minutos con la reportera y con Fernando. Toda la histeria del mánager en el trayecto del estadio al restaurante, se tradujo en su jaaa, jaaa, jaaa, cuando vio a Fernando y le habló en su champurrado español. El pelotero sonrió cuando su mánager le relató la broma que le hizo al peleador Carlos Zárate, cuando éste llegó a Los Angeles en busca del campeonato. Dijo Lasorda:

–Me preguntó Zárate si su rival estaba bien preparado. Le respondí que el otro afirmó que Zárate era el más feo mexicano que había visto en el ring. Cuando Zárate me preguntó sobre sus posibilidades, le respondí que su rival había dicho que no tenía ninguna oportunidad de ganar el campeonato, jaa, jaa, jaaa.

Palmoteó Lasorda en la mesa: "Desde entonces Zárate quiereme matar por eso, since then", comentó.

Y también en su medio español aprovechó la oportunidad para decirle a Fernando:

–Fernandou: no cerveza, cuidado con tu pesou. ¿Ok? yo quiero que tu viene flaco: jaaa, jaaa, jaaa... Tony: quiero que coma cosas buenas: buena carne, vegetables, jaaa, jaaa, jaaa... no quiero que coma comida mexicana... miren esos ojos: jamás había visto una persona con los ojos como los de este chico.

Se dirigió Lasorda a Valenzuela nuevamente. Le dijo que le gustaría ir a México, pero que nadie lo había invitado.

Los ojos de Fernando hablaron otra vez: Subió su mirada, movió la cabeza hacia los lados, hizo una mueca con la boca como diciendo "¡qué tipo!" y le dijo informalmente: "El año próximo".

Pero la diversión entre ambos no terminó allí. Cuando los Dodgers ofrecieron una conferencia de prensa para celebrar el más reciente título que ganó Fernando, el Novato del Año, la semana pasada, los mariachis recibieron a Valenzuela con el son de "La Negra" en el restaurante de los ejecutivos del equipo, en su estadio. Lasorda se puso en pie y le colocó a Fernando un pañuelo blanco en la bolsa de su saco gris claro y ambos volvieron a jugar: Fernando se colocó un sombrero de los mariachis y le puso otro a Lasorda.

Luego, en el terreno de juego, cuando Lasorda servía como intérprete de "El Toro", para una cadena de televisión que incluyó a Valenzuela como una de las 25 personalidades más destacadas del año, prepararon su "show".

El Toro. Querido por todos. Foto: Mark J. Terrill/AP.

Primero cambiaron sacos. De Marco le dijo a Fernando que el blazer azul le quedaba bien, que no se lo quitara. Entonces Valenzuela le dijo a Lasorda: "Al final, me preguntas, ¿qué hora es? y yo te digo: ya es la hora, devuélveme mi saco" y el mánager se carcajeó, regocijado otra vez: jaaa, jaaa, jaaa.

Se divierten, como niños: Fernando con su actitud de siempre: Los ojos levantados para decir "está bien" y Lasorda para apapachar a su hijo adoptivo al hablarle en su español.

Entre tanto, prensa, televisión y radio estadunidenses festejan lo que Fernando hace y dice. Se han acostumbrado, inclusive, en las conferencias, a escuchar mariachis, comer tamales, burritos, enchiladas, frijoles, guacamole y salsas mexicanas.

¿Por qué no hablas en inglés?, es la pregunta de muchos reporteros.

–Creo que es mejor que se hable los dos idiomas.

Y Lasorda –jaaa, jaaa, jaaa– dice finalmente:

–Fernandou es un gran pitcher. Es importante para los Dodgers porque mucha gente viene al estadio. Es bueno para los Estados Unidos, porque un muchacho de una gran familia, que, pobre, que viene de un pueblo pequeño, que pueda venir a Estados Unidos a ganar fama, un hombre como Fernando es muy importante para el país de México, porque ahora todos los mexicanos pueden decir: es uno de nosotros.

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