CIUDAD DE MÉXICO (apro).-El promotor cultural italiano Franco Avicolli resalta al arquitecto, escultor, pintor y poeta renacentista Miguel Ángel Buonarroti -en los 550 años de su nacimiento, ocurrido en el municipio Caprese el 6 de marzo de 1475- como “un hombre que le dio una forma a su tiempo”. 

Miguel Ángel, considerado uno de los más grandes artistas de la historia, desarrolló su labor a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma, donde vivían sus grandes mecenas, la familia Medici de Florencia y los diferentes papas romanos. Avicolli señala a Proceso desde Venecia: 

“Es un maestro y un paradigma en la escultura y la pintura por la amplitud y la profundidad de su obra sobre la que Johann Wolfgang von Goethe escribió: ‘Sin haber visto la Capilla Sixtina no es posible tener una idea apreciable de lo que un hombre sólo puede lograr’. Con tal afirmación, el gran literato celebra al genio del artista toscano y, junto, pone un tema del arte vinculado con la soledad del artista, con el papel del arte y de su relación con el tiempo.  

“Además plantea preguntas sobre la supuesta neutralidad del arte y su participación a la formación de las ideas y de la conciencia del contexto en el que actúa. Todo podría resumirse con la interrogante, en el caso de Miguel Ángel, que si el mundo después de la Capilla Sixtina es el mismo que era antes de su realización, la misma pregunta que hay que plantearse con obras como ‘Guernica’ de Picasso, o ‘Las Meninas’ de Diego Velázquez”. 

Sigue:   

“Para entender más, claramente el tema, es muy útil la aforisma 198 de Konrad Fiedler con que el teórico alemán afirma: ‘No es cierto que los artistas deben expresar el contenido de una época: ellos deben darle a la época un contenido’.  Miguel Ángel fue entre los primeros artistas en considerar la posibilidad de realizar sus obras sin un pedido específico y sólo por su propio antojo, es decir como empresario de su propia obra, lo que es bastante inusual por aquel tiempo y bastante significativo para conocer su personalidad”.    

Florencia, Italia, está de fiesta por los 550 años del natalicio del creador de la ‘La Piedad’ de la basílica de San Pedro del Vaticano. Massimo Ossana, director general de Museos, presentó el programa “El eterno contemporáneo. Miguel Ángel 1475-2025” que inicia desde hoy hasta el 15 de diciembre en la Galería de la Academia, el museo florentino que custodia el “David”, una de las obras más famosas del artista. 

La idea es que los eventos preparados para esta conmemoración exploren la capacidad de las obras del maestro de dialogar con otros lenguajes expresivos, como la poesía, la música y el teatro, y profundizar en la historia de sus pinturas y esculturas. Todos los detalles del programa se pueden ver en https://www.galleriaaccademiafirenze.it. 

Avicolli (Isernia, 1945), uno de los fundadores en el 2016 del espacio cultural Micromega Arte y Cultura en Venecia, prosigue: 

“El artista toscano actúa en el Renacimiento, una época especial durante la cual se ponen las bases del mundo moderno. Miguel Ángel vive especialmente entre Florencia y Roma, en donde realiza la mayor parte de su obra. Florencia es la ciudad de los Medici en la que son muy activos y poderosos los banqueros y los comerciantes interesados en el desarrollo de las relaciones para favorecer sus negocios.  

“Roma es el centro de la Cristiandad y la Iglesia Católica y está muy empeñada en fortalecer su papel en un mundo en gran efervescencia, en el que se van formando los modernos estados europeos. Se trata de ambientes que poseen cada uno su identidad y, en común, ambiciones cuyo logro es posible sobre todo en una forma representativa en la que la imagen juega un papel fundamental, de la manera que, parece, dijo el papa Nicolás V: ‘Fortalecer la débil fe con lo que se ve’, un concepto que da una especial importancia a las simbologías, a los elementos que dan la imagen de la fuerza y la capacidad con un sistema capaz de remontarse a ellas a través de elementos representativos”. 

El exdirector de Relaciones Externas de la Universidad de Venecia y exexperto en el Instituto Italiano de Cultura de Ciudad de México específica: 

“El artista es por lo tanto un intérprete fundamental de su tiempo y en correspondencia de las instancias que le piden la obra. Los Medici y los personajes representativos de Florencia se rodean de arquitectos, pintores, escultores, poetas, artistas en general y lo mismo hacen los papas en Roma, el Doge en Venecia y los varios príncipes y la nobleza en los otros pequeños estados italianos de la época.  

Miguel Ángel se mueve en un ambiente complejo en el que representación, interpretación y poder forman parte de un sistema de interconexiones único. La cifra que caracteriza a Miguel Ángel es exactamente la de la complejidad, es decir la capacidad de representar con la unicidad de la obra el pensamiento y el sentimiento del tiempo en que vive y de darle una forma”. 

Expresa: 

“En Florencia era necesario saber realizar aquel pedido aunque no evidente con algo visible que el arte podía confirmar, como decía Konrad Fiedler: ‘Darle a la época un contenido’. La complejidad del asunto era todavía más delicada en Roma, donde se ponía, además, lo religioso. En Roma Miguel Ángel tuvo la oportunidad de mostrar también su talento arquitectónico con la cúpula de San Pedro y con esculturas como el ‘Moisés’, ‘La piedad’  y obras pictóricas como la ‘Capilla Sixtina’, una  obra que necesita la exegesis de episodios bíblicos que no permiten errores. Y aquí Miguel Ángel dio muestra de su genio expresando de una manera extraordinaria una religiosidad que le transmite potencia a lo religioso sin depender de él,  y logrando transferirle a lo religioso, la potencia expresiva del arte.  

Y termina: 

“Me pregunto si es posible, después de las figuraciones del artista, imaginar  a Dios y a su relación con la vida que comienza con él, de una forma diferente de la realizada por Miguel Ángel”.