Teatro/De este lado

Teatro: “La aguja del iceberg”, una familia trastocada

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
jueves, 13 de marzo de 2025 · 17:54

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Bea Cármina, autora de La aguja del iceberg, construye una obra compleja y delirante que Luis Ayhllón refuerza con su visión estridentista y extrema para extrapolar los comportamientos y las relaciones que se alejan del realismo y tienen que ver más con otra manera de percibir la realidad.

Es una familia que se encuentra en su punto de quiebre. Los esposos se gritan y recriminan, al mismo tiempo él toca un instrumento que es un rechinido producido con un metal y su frotación, y ella se obsesiona con coleccionar zapatos y temerle a los signos de interrogación. Ambos han perdido los estribos, no se escuchan ni se atienden. Cada uno colocado en su mundo con un océano de distancia, un océano llamado hija a la que se refieren como parte del motivo de su separación.

Una hija con una enfermedad mental, con una discapacidad que le impide expresarse con palabras, o si lo hace las utiliza a la inversa de su construcción. No es lógico su comportamiento, ni el de los demás, pero en ella se van reflejando reacciones atinadas frente a los sucesos y los peligros.

Él ya no quiere estar ahí, reacciona desorbitadamente con violencia hacia su mujer; la responsabiliza de todo, siendo que él también está inmerso en este círculo de violencia. Y la violencia de la obra de Bea Cármina escala todavía más alto y nos remite a la locura de un asesino serial o a un psiquiatra que empastilla a su paciente y depende emocionalmente de él.

El delirio, lo grotesco y lo estruendoso hacen de La aguja en el iceberg una obra difícil de digerir, con sus propios códigos que exaltan y llevan al extremo a sus personajes. Los actores se caracterizan por su fuerza interpretativa y las diferentes tesituras que cada uno maneja. Desde la intensidad investigan la dificultad no realista de sus personajes tanto en el comportamiento como en sus acciones, dando a la obra una particularidad.

Lourdes Echevarría es la protagonista, contundente en su actuar, junto con Rodrigo Vázquez, el esposo, que transita de la ira a la serenidad. Gabriela Mercado es la enigmática hija, y Ana María Aparicio la cuidadora y más. Fernando Bueno, el electrizante asesino serial, y Sergio Biviano el actor pequeño que hace de gato con disfraz, aunque dicen que es una gata.

Autora y director se conjuntan para resaltar la violencia y la incomunicación de una manera que se acerca al absurdo y nos lleva a la metáfora y al simbolismo. Una mujer que toma pastillas como si fueran dulces, que juegan saltarinas en el cuerpo y el espacio; un hombre que, como sucede en el patriarcado, deja la responsabilidad de la hija a la madre con el pretexto de que sabe que la cuidará bien; un gato que habla y juega con una niña incomprensible; un psicópata que se cree el mensajero, y un Zeus Trumpiano que es uno más de los masculinos que transitan en la vida de la protagonista. La obra pareciera ese recorrido de una mujer con la esperanza de encontrar a un hombre con el cual encajar, pero sus elecciones no son asertivas.

Luis Ayhllón, reconocido dramaturgo y director de esta obra, se arriesga a experimentar y provocar acciones e imágenes surreales, comportamientos extremos y climáticos, acciones disonantes y atmósferas dramáticas llevadas a la farsa. El diseño de arte de Carolina Jiménez refuerza esta intención junto con la asesoría sonora y musical de Carlo Ayhllón.

La aguja del iceberg es producida por Dodo Escena y la productora ejecutiva es Maribel López. Se presentó en el 2012 dentro del marco del Alcyone Festival en el Greenhouse Theater de Chicago y se publicó en inglés en el 2016 traducida por Caridad Svich, siendo una colaboración de NoPassaport y Lark Center of Drama de New York.

Bea Cármina es cofundadora de la Compañía de Teatro Popular Universitario de la CDMX junto con Rodolfo Alcaraz desde hace 20 años y que fue tan importante durante la pandemia transmitiendo lecturas dramatizadas. La autora, junto con Luis Ayhllón y el equipo actoral, nos sumerge en un mundo descolocado, grotesco y cuestionador de la violencia hacia las mujeres y de nuestra propia realidad. Se presenta los jueves y viernes de marzo en el Teatro el Milagro.

  

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