Doblaje
Cristina Hernández: Una de las voces más importantes en la industria del doblaje en Latinoamérica
La actriz y directora de doblaje, con 36 años de carrera, ha participado en más de 900 producciones, entre animes, series y películas animadas, así como de televisión, filmes, videojuegos y comerciales.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Cristina Hernández empezó su carrera como actriz de doblaje a los 11 años y se ha consagado como y directora de doblaje, conductora y locutora comercial. El 12 de junio se celebra el Día Internacional del doblaje, y en ese marco, la actriz de doblaje concedió una entrevista a Proceso.
Cristina Hernández, de 47 años, es una actriz y directora de doblaje, conductora, locutora comercial con 36 años de carrera. Ha participado en más de 900 producciones, entre animes, series y películas animadas, así como de televisión, filmes, videojuegos y comerciales. Y ha sido directora en más de 30 ocasiones. Su voz es una de las más reconocidos en la industria del doblaje en Latinoamérica.
—¿Qué es el doblaje? —, se le pregunta a la actriz.
—Es la interpretación y construcción de personajes con la voz. No sólo hacemos una sincronización con los labios, sino también con nuestro cuerpo para dar intencionalidad a lo que buscamos transmitir y con la historia, comprenderla para que esas emociones lleguen al espectador, quien no debe de notar que está viendo algún producto con doblaje. Es importante aprender a utilizar el aparato fonador para darle elementos diferentes a cada una de las actuaciones y, aunque sólo tenemos una voz, ésta no suene igual, pues cada personaje que interpretamos es distinto entre sí.
Cuando era niña, Cristina daba rienda suelta a su imaginación a través de los libros, especialmente con “Fábulas del mundo: exóticas, europeas, orientales, universales”. Día a día perseguía a su mamá por la casa para leerle y releerle aquella obra. Sin saberlo, cultivó el hábito por la lectura, algo que la ayudaría a encontrar su destino en la industria del doblaje. Y, al mismo tiempo, la motivó a tener su primera meta: Viajar por el mundo.
“De niña soñaba con trabajar como azafata, mucho tuvo que ver que mi amor por los libros, pues imaginaba que visitaba todos aquellos lugares de los que había leído. Aunque también fue porque vivíamos cerca del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, así que cada vez que veía a los aviones en el cielo deseaba recorrer el mundo. Sin embargo, económicamente había otras necesidades y prioridades en mi familia, lo cual entiendo. Los libros me permitían viajar”, comenta la actriz a Proceso.
En 1988, el también actor y director de doblaje Moisés Iván Mora, que en ese entonces tenía 14 años, se mudó junto con su familia detrás de la casa de Cristina y de inmediato se hicieron amigos. “Cuando mi hermano, Miguel Ángel, y yo lo conocimos, Moy nos contó que era actor de teatro y de cine, que salía en comerciales y que, además, era actor de doblaje. Mi hermano de inmediato le preguntó a mi mamá y papá si podíamos acompañarlo porque él también quería incursionar en la actuación”.
Los hermanos Hernández fueron a audiciones a Televisa para comerciales, aunque Cristina confiesa que se sentía incómoda, ya que había largas filas de niños y era mucho tiempo de espera hasta su turno, se aburría.
Pero todo cambió cuando fueron a SISSA (Servicio Internacional de Sonido, S.A.), una empresa mexicana dedicada al doblaje al español, traducción, edición, subtitulado y posproducción de audio para cine y video; ahí se doblaron películas, series de televisión y dibujos animados emblemáticos como: Todos los hombres del presidente, Halcones Galácticos, Thunderbirds, Los Supersónicos, Los Superamigos, Reportera del crimen, Dallas, Miami Vice, entre otros.
“Al entrar por primera vez a un estudio de doblaje todo se transformó en mi vida. Ahí encontré una sala semioscura donde sólo había un atril, un micrófono y una pantalla. Ocurrían situaciones que sólo eran posibles por la imaginación. Sentí que ese espacio era mío y de nadie más, era mi mundo.”.
Con 11 años, Cristina no dejó de ir al estudio de doblaje y comenzó a tomar cursos de actuación y de doblaje. A la semana de iniciar ese camino conoció a Patricia Palestino, actriz y directora de doblaje, quien le hizo un casting para ser la voz de la marca de juguetes Mattel, de la cual terminó siendo su locutora comercial durante 30 años.
En 1990 llegaron sus primeros papeles estelares; primero para doblar la voz al actor Charlie Korsmo (como “el niño”) en la película “Dick Tracy”; y después a Macaulay Culkin (como Kevin McCallister) en el filme “Mi pobre angelito”. Se convirtió en actriz de doblaje recurrente para los papeles interpretados por Lindsay Lohan, Natalie Portman, Christina Ricci, Anne Hathaway, entre otras.
Además, ha dado voz a personajes de animes, así como de películas y series animadas como: Alegría, de “Intensa-Mente”; Bombón, en “Las chicas superpoderosas”; Mona Parker, de “Mona la vampira”; Sakura Kinomoto, en “Sakura Card Captors”; Haruko Akagi, de Slam Dunk, por mencionar algunos.
—¿En qué momento decidiste que el doblaje sería tu profesión? —.
—En cuanto entré por primera vez al estudio. Resultó ser algo muy natural y sencillo para mí, en gran medida porque estaba acostumbrada a leer en voz alta. Fue un negocio redondo para todo mundo porque grababa rápido y eso me permitió tener más trabajo con diferentes productores. Y cuando mis papás recibieron el primer cheque por lo que hacía no lo podían creer, pues era una cantidad que, aunque no era exorbitante, era más que suficiente.
“En realidad para mí el valor no estaba en el dinero porque era una niña, sino estaba en que me sentía feliz ahí, en ese mundo. Conforme pasó el tiempo mi papá me dijo que si quería continuar haciendo doblaje no debía de descuidar la escuela, de tal manera que en mi casa sólo se aceptaba el 9 o 10. Hubo un momento en que mi propia autoexigencia me sobrepasó e incluso padecí anemia porque no comía ni descansaba de manera adecuada. De inmediato recibí el tratamiento adecuado, tanto físico como mental y, por un lado, mis papás comprendieron que no había que existir tanta exigencia con la escuela y yo dejé de presionarme también”.
Pese a que su gran crecimiento dentro de la industria del doblaje, Cristina vivió un momento particularmente complicado cuando tenía 18 años, uno que ayudó a forjar su carácter. En 1995 se convirtió en locutora comercial para los anuncios y voz para el Canal 5 de Televisa, época en la que cobraba mil pesos mensuales. Sin embargo, se enteró que sus compañeros varones recibían cinco mil pesos de manera mensual.
“Al enterarme de la diferencia salarial fui a Televisa para hablar con el ejecutivo encargado de los pagos. Desde que llegué me trató como si fuera una niña y no una profesional. ´Ah, tú eres nuestra chiquitita de Canal 5, ¿qué sucede?´, me dijo. Le comenté que ganaba menos dinero que mis compañeros y quería que me pagara lo mismo porque mi trabajo valía lo mismo.
Se rio y preguntó que una niña chiquitita para qué quería tanto dinero. Respondí que para tirarlo a la coladera. Entonces parecía que los ojos se le salían, no podía creer lo que le había dicho. ´Sólo porque usted tiene unos calzonsotes voy a pagarle lo que pide´. Desde ese momento aprendí a defender y a valorar mi trabajo”.
—¿Qué significa el doblaje para ti? —.
—Es mi hábitat natural. Es el lugar donde puedo crear e imaginar. A pesar de que la Inteligencia Artificial (IA) ha avanzado tanto, lo que los actores y actrices de doblaje hacemos es algo artesanal, un arte que no puede imitarse. Nosotros no hacemos vocecitas, somos personas que transmitimos emociones a otras personas. El estudio de doblaje es el sitio donde he pasado mis días más dolorosos y más felices, me siento mejor ahí. Además, gracias a esta profesión ahora puedo viajar por el mundo para ir a convenciones de doblaje.