Cultura

Adalberto Ríos Szalay, en diálogo con Gustavo Yitzaack

Antropólogo, fotógrafo e impulsor de instituciones, su deceso ocurrió el 28 de marzo. Aquí se recuperan segmentos de conversaciones inéditas que sostuvo con su amigo el escritor, para quien “México cierra un ciclo en la historia de la promoción y el desarrollo cultural”.
sábado, 20 de abril de 2024 · 07:00

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Al darse a conocer el fallecimiento del antropólogo y fotógrafo Adalberto Ríos Szalay (1943-2024) se ensalzó la aportación de su acervo a la cultura nacional, sin embargo el artista fue mucho más que eso, como lo asentó el escritor Gustavo Yitzaack Garbibay: es el documentalista más importante del patrimonio biocultural de México, forjador-colaborador de instituciones, e impulsor del Instituto de Cultura de Morelos, entre muchos otros.

Con su muerte, acaecida este 28 de marzo, “Morelos cierra un ciclo en la historia de la promoción y el desarrollo cultural. Fue un forjador y colaborador de instituciones culturales y científicas como el INAH, el Conaculta, el Conacyt y la Conabio.

“Influido por su amistad con los antropólogos Rodolfo Stavenhagen y Guillermo Bonfil Batalla, junto con el filósofo Ricardo Guerra, propuso la creación del Instituto de Cultura de Morelos que, junto a la Unidad Regional de Culturas Populares, fue pionero en México de la capacitación cultural e integración de las redes de promotores culturales comunitarios y de cronistas, así como la investigación y el apoyo a los centros culturales comunitarios”.

Machete en mano en la red del bambú. Foto: Fototeca “Juan Dubernard”. Centro INAH-Morelos.

Su obra, más de un millón de imágenes, fue declarada en diciembre Memoria del Mundo-México de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El 28 de marzo, la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lamentaron así el deceso:

“Su obra, distintiva por el énfasis en la divulgación de las dignidades y en la valorización del patrimonio biocultural de su entidad natal y de México, se ha presentado en más de 50 países y forma parte de colecciones de instituciones como el Centro INAH-Morelos; la Universidad de Riverside, en California; la Casa Benito Juárez de La Habana, Cuba; el Centro de Arte Popular de las Islas Canarias, España; la Unión de Migrantes Michoacanos, en Chicago, y centros culturales de Sonora y el Estado de México.

“Realizó trabajo de antropología visual y documental audiovisual en comunidades purépechas, nahuas, rarámuris, seris, yaquis, mayas, tzotziles, tzeltales, zapotecas, huaves, mazahuas, kikapús y mixtecas, principalmente”.

También se recordó que a lo largo de su amplia trayectoria publicó más de 45 libros en México y Europa con el objetivo de estudiar y divulgar la arquitectura, el turismo y el patrimonio cultural material e inmaterial, a través de las imágenes.

Su acervo, integrado por más de un millón de imágenes digitales, ha sido expuesto en diversos coloquios y seminarios, a la par punto de partida para muestras fotográficas como la titulada “México en el Patrimonio Mundial”, que itineró por los museos regionales del INAH en Tlaxcala y Querétaro, y por espacios como el campus San Luis Potosí del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

En años recientes, alrededor de 11 mil de sus imágenes fueron integradas al Centro de Información y Documentación del Centro INAH-Morelos.

Construyendo castillos en el aire. Foto. Fototeca “Juan Dubernard”. Centro INAH-Morelos.

En el campo académico, además de haber sido profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México e invitado de la Universidad de San Carlos, en Guatemala, y conferencista en el Fondo de Bienes Culturales de Cuba, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la Universidad de Uppsala, en Suecia, la Casa de América, en España, las organizaciones de Estados Americanos y de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, estas últimas en sus sedes en Washington, D. C., Estados Unidos, y en París, Francia.

En 2016 recibió el doctorado “honoris causa” por parte de la Universidad Autónoma de Morelos, donde fue catedrático y consejero universitario desde 1968.

Con Yitzaack Garibay

A continuación se reproducen fragmentos de entrevistas que hiciera a Ríos Szalay entre 2019 y 2024 el escritor Gustavo Yitzaack, entregada a Proceso. Ahí, el artista se describió como un morelense comprometido, hijo de padres trabajadores, y que desde niño tenía la costumbre de escuchar los informes presidenciales por gusto.

Afirmó que así supo de historias, como del nuevo ferrocarril Chihuahua-Pacífico, que se había inaugurado la Ciudad Universitaria, una autopista para Cuernavaca, la creación del Conaculta, y antes el Instituto Nacional de Bellas Artes, el INAH, el Conacyt, o que la Universidad de Morelos se creó sobre un viejo cascarón que estuvo en obra negra.

Por su ventana, viendo pasar la vida. Foto: Fototeca “Juan Dubernard”. Centro INAH-Morelos.

“Todo eso nos nutrió y a mí me parece que tuve la suerte de nacer aquí ¿verdad?, así que yo quién sabe quién soy, pero todo eso lo viví, todo eso me fue esculpiendo, pero no tengo la menor duda, no, y digo que ver el esfuerzo de mi padre que te digo nace en Toluca por esta migración forzada de morelenses que fueron expulsados de su tierra”.

Acerca del feminismo, el promotor cultural lo definió a través de la existencia de su madre, quien sólo estudió la primaria:

“Yo creo que si hubiera nacido en esta época hubiera estado en las demostraciones del otro día pintando como se debe al Ángel de la Independencia y haciendo cosas, porque era una mujer feminista, cuando no se usaba, ella reclamaba rabiosamente porque no le habían permitido ir a la universidad y le decía su madre “es que tú naciste mujer y vas a ser mantenida, en cambio tu hermano va a mantener, las cosas son al revés”, pero ella siempre también con una admiración por el mundo indígena, y yo me acuerdo que en la casa trabajaba una mujer tepozteca que fue la que me cuidó, era mi nana, y mi madre, ella sí vino de afuera (mi familia era morelense, mis abuelos, mi abuelo era morelense, y desde una abuelita que pudo haber estado en el metro de París sin ningún problema), aunque esa familia venía de parte de Yautepec… pero mi madre aprendió inmediatamente a hacer el guasmole y a comer guajes, y en mi casa se comían jumiles, yo no, la verdad; me dirían que soy fifí, ¿verdad? Pero el guasmole sí me encanta, las tortillas de Santa Catarina y Tepoztlán también”.

--En su experiencia, ¿qué significa el Instituto de Cultura de Morelos?, porque además le toca llegar en un contexto político muy complejo en el Estado, muy violento, ¿no? Está ya en proceso la crisis del sistema político en esta región, la caída del gobernador Jorge Carrillo Olea.

--Yo tuve mi época martiana por haber trabajado muchos años en cultura en Cuba, y lógicamente dice: ‘el vino nuestro tendrá que ser de plátano, y si sabe mal, es nuestro vino’, y dice: ‘la casaca y los gorros de otras partes qué bueno que los conozcamos, pero nosotros somos otra cosa en nuestra América, somos cubanos, tenemos otra actitud, tenemos otra posición ante la vida, siempre estaremos abiertos, pero tenemos que construir nuestra nación’. Yo creo que es exactamente lo mismo. Y entonces la pregunta para mí de la labor de un instituto de cultura o secretaría, como sea la llamen, antes que nada, es propiciar el desarrollo cultural, no esas jaladas que me han salido ahora con el derecho a la cultura, pues les guste o no la vamos a tener.

La protección de la Guadalupana. Foto: Fototeca “Juan Dubernard”. Centro INAH-Morelos.

“Los creadores de Xochicalco nunca formaron parte del Sistema Nacional de Creadores, nunca, yo creo que los tlacoloreros o la gente de los tecuanes tampoco recibieron clases de nada, eso no quiere decir que hay que dejarlos así, de ninguna manera, pero yo creo que todos los recursos, todos los presupuestos, todos los maestros, todos los procesos de enseñanza deben estar al servicio de ese desarrollo cultural para que los tecuanes hagan cosas que ellos quizá no tienen, ni vestuario ¿verdad? O que la orquesta de niños que se ha formado en Tepoztlán tenga más apoyo por tales condiciones. Y entonces el problema es identificar la cultura con las bellas artes solamente, y con la pura difusión de las bellas artes. Cuando te hablan de periodismo cultural es un periodismo de chismes, de cómo estuvo la inauguración y qué sirvieron de beber, nunca hay, nunca he escuchado, nunca he visto un periodismo crítico sobre el plan nacional de cultura, nunca he escuchado a nadie decir cuál es el papel de los promotores, ¿por qué no hay becas para promotores culturales?

“Los que ganan el Sistema Nacional de Creadores son creadores. Y muchos de ellos desconectados, y no quiero un arte folclorizado, pero ¿cuándo ha habido un Sistema Nacional de Promotores? La enseñanza, la investigación, la promotoría están totalmente descobijadas y nos hemos ido a la frivolidad de la inspiración en abstracto de esas cosas, de ese tipo”.

Y en torno al significado del reconocimiento de su obra fotográfica como Memoria del Mundo en México por parte de la Unesco, respondió:

“El acervo representa un compromiso con el Patrimonio de la Humanidad, para difundir la cultura y la educación, la ciencia, la riqueza de su biodiversidad, lo que implica también la responsabilidad de mantenerlo vivo y transmitirlo a otras generaciones, pero lo más importante es hacerlo público y de forma gratuita”.

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