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De Tavira: “Leñero estaba convencido de que sólo la verdad nos hace libres”

En entrevista, el director teatral Luis de Tavira habla de la vigencia de la obra dramatúrgica de Vicente Leñero, de quien escenificó varias de sus polémicas obras. A 10 años la partida del escritor, De Tavira se une al homenaje que la Casa Universitaria del Libro le prepara.
martes, 3 de diciembre de 2024 · 13:06

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Para el director y escritor de teatro Luis de Tavira la obra de su amigo Vicente Leñero, quien este 3 de diciembre cumple una década de fallecido, “constituye uno de esos contenidos indispensables, quizá ahora mucho más vigente que en su momento”.

De Tavira (Ciudad de México, 1948) dirigió las piezas escénicas (con intentos de censura en su momento) El martirio de Morelos y Nadie sabe nada, y para el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a lo que se llamaría América, La noche de Hernán Cortés.

De Tavira, cofundador de La Casa del Teatro en la Ciudad de México con Leñero y el también dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, así como del Centro Dramático de Michoacán y el Centro Universitario de Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), participará este jueves 5 de diciembre en la mesa redonda In memoriam Vicente Leñero, en la Casa Universitaria del Libro de la institución (Orizaba 24 y Puebla, Roma Norte), para homenajear al igual periodista, narrador, guionista de cine y maestro de teatro.

Estarán ahí a las 18 horas De Tavira, la actriz María Rojo, la escritora Silvia Molina, las hijas de quien fuera desde sus inicios subdirector de Proceso: la neurolingüista Mariana y la actriz y pintora Eugenia (quien ofrecerá una lectura del cuento “Belén”), y la coordinadora de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de la UNAM, Alma Delia Fuentes. La moderadora será Myrna Ortega, secretaria de Extensión y Proyectos Digitales de Cultura de la universidad.

Para De Tavira, la producción teatral de Leñero (Guadalajara, Jalisco, 1933) está “más cerca que nunca, si por cercanía no entendemos una categoría espacio-temporal, sino más bien una experiencia de la conciencia”.

Luego narra:

“En estos tiempos terribles de la posverdad y la incapacidad de objetivar el salto suicida a la virtualidad, la pasión por la verdad de Vicente es un testimonio poderosísimo. Estaba convencido de que sólo la verdad nos hace libres. La identidad de los mexicanos depende de su conciencia histórica y ésta se escamotea; como decía el filósofo mexicano Samuel Ramos, pertenecemos a una cultura incapaz de objetivarnos”.

Dirigió obras de Leñero. Foto: J. Raúl Pérez.

De Tavira recibió en mayo de este año la Medalla José Vasconcelos del Seminario de Cultura Mexicana, y en 2006 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes por la Secretaría de Educación Pública (mismo que Leñero obtuvo en 2001), y continúa:

“El teatro, la narrativa y el periodismo de Vicente son un poderoso testimonio de objetivación de lo mexicano. Es notable su cuestionamiento para desmitificar la leyenda oficial, solemnizarla y tratar de encontrar la verdad política en la indagación periodística, en la verdad íntima en la escena de las personas, de los personajes confrontados a sí mismos, en fin, aquella verdad dramática que es la misión del teatro. Es decir, el teatro es una vía privilegiada de conocimiento y construcción de conciencia. Esto en estos tiempos es un testimonio invaluable y una necesidad urgente, por eso lo siento cerca, desafiante y más vigente que nunca”.

–Usted ha dicho que Leñero mostró en su obra el rostro doloroso de los mexicanos y también por eso incomodó a los políticos, y la denuncia también era parte en su obra.

–¡Su teatro sacudía! Fue no una, varias veces objeto de intento de censura. Lo que hay que celebrar de aquellos episodios es la tenacidad con la que se venció el intento de reprobación. Lo mismo sucedió en su trayectoria periodística al lado de Julio Scherer García, y cómo crea entonces el periodismo referente de investigación en México.

“Aquellas obras que le intentaron censurar resultaron unas temporadas exitosísimas, y se dio un testimonio de cómo la tenacidad vence la tentación autoritaria de la prohibición”.

–¿Cómo era dirigir su obra cuando él estaba en vida?, ¿cómo trabajaban juntos?

–¡Difícil!, ¡difícil! Él era un autor convencido de la preeminencia del texto, pero también poco a poco en nuestra conspiración creadora fuimos entendiendo que el teatro es ante todo su escenificación, y la diferencia que hay entre los textos que quedan en los libros son susceptibles de seguir siendo leídos. Entonces, cuando superamos estos conflictos de la necesaria interpretación que implica la escenificación, se aventuró con una audacia enorme a la experimentación, y creo que por primera vez en el caso de nuestra dramaturgia hubo un dramaturgo eminentemente literario, pero que se atrevió a proponer una experimentación escénica como la de la simultaneidad de la acción que no consigue ni siquiera el cine.

“Él era un dramaturgo también muy interesado en el cine y es autor de guiones cinematográficos muy, muy importantes. Sin embargo en Nadie sabe nada consiguió lo que sólo el teatro puede hacer, ni el libro, ni la cámara, que es la simultaneidad de la acción”.

En El martirio de Morelos sufrió un amago de censura por la UNAM en el sexenio de Miguel de la Madrid, debido a la desmitificación del insurgente, quien era el héroe predilecto del presidente. Y en Nadie sabe nada desenmascara la corrupta relación entre el poder y la prensa, y por ello se intentó detener su escenificación a finales de los ochenta por el INBAL.

–¿Cómo recordar a Vicente Leñero a diez años de su fallecimiento, para que lo conozcan las nuevas generaciones?

–Cómo decía, es un poderosísimo testimonio de la necesidad del teatro, de la urgencia del teatro como camino hacia la verdad, de lo que somos como sociedad, cultura y personas”.

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