vicente leñero
Aún no sabemos si vender o donar la biblioteca de mi padre: Mariana Leñero
Mariana, hija de Vicente Leñero, recuerda a su padre, a 10 años de su partida, como un entusiasta de los rompecabezas y habla de la biblioteca paterna. Asimismo se dice jubilosa por participar en el homenaje que se le rendirá a Leñero en la Casa Universitaria del Libro.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Neuropsicóloga de profesión, quien se ha encontrado en la escritura como en un proceso de amor y duelo, Mariana Leñero Franco, hija menor del escritor Vicente Leñero, tendrá una participación en el homenaje a su memoria el 5 de diciembre venidero para ahondar en la faceta del autor de Mucho más gente así (2017) de manera más personal, como padre y amante de los rompecabezas.
Mariana Leñero es la menor de cuatro hermanas: Estela (dramaturga), Isabel (pintora) y Eugenia (actriz). Estudió neuropsicología y radica en California, Estados Unidos, y luego de dedicarse a su profesión por décadas empezó a abrazar la “parte artística” de la familia, luego del deceso de su padre. Fue colaboradora en el libro Los católicos. Vicente Leñero en torno a la fe (editado por Proceso con prólogo de Armando Ponce), y a la fecha ha escrito unos 70 cuentos y relatos, algunos publicados en la revista libredelsur.com.
Su hermana Estela –quien tiene a su cargo la columna de crítica teatral en estas páginas– ya participó en un adelanto del homenaje de la UNAM a su padre a través de la dirección y adaptación de la obra en atril (audio) de La mudanza (se encuentra gratuitamente en Descarga Cultura UNAM), mientras Eugenia lo hará este jueves con la lectura del cuento “Belén” (a propósito del nacimiento de su hija Jesusa) y Mariana con un texto escrito especialmente para la ocasión.
Vía telefónica y de buen humor, Mariana Leñero Franco se dice orgullosa de su padre y jubilosa por participar en el acto en la Casa Universitaria del Libro el 5 de diciembre a las 18 horas, en Orizaba y Puebla, colonia Roma:
“Soy neuropsicóloga, la más chica de las Leñero, y no me dediqué al arte como tal. Siempre he escrito un poco, pero estudié lingüística con una maestría y fue ahí que me empecé a acercar mucho a mi papá. Fue hasta que él falleció que me dediqué a escribir y en especial anécdotas sobre él, cuentos, relatos, cosas de mí, pero a partir de recordarlo a él, en especial desde la pandemia a la fecha”.
Relató que el texto al cual dará la lectura se da a partir de diversas etapas de su vida, donde “lo recuerdo encerrado en su biblioteca, tecleando en su máquina Olivetti, y el deseo que tenía de estar ahí dentro con él”. Dice:
“Es un texto sobre la visión de mi papá, más como mi padre que como escritor y dramaturgo. Por ejemplo, me gustaba mucho cómo se obsesionaba con hacer rompecabezas. Fue ingeniero y no ejerció, pero creo que hay algo de esa formación en su escritura; yo creo que sus obras tenían un tema muy temporal y de encrucijada.
“Recuerdo que compraba rompecabezas para hacerlos con mi papá, porque estaba muy metido en las letras, y a veces la forma en que podía estar con él era así; se clavaba mucho en eso, así que tener esos momentos que no tenían que ver con la escritura también los disfrutaba mucho”.
Expresó respecto a la idea de escribir de tiempo completo:
“Sí quiero dedicarme a esto en algún momento. Estudié lingüística aplicada y tengo muchas nociones, pero no sé si me considero una ‘escritora’ en este momento, considero que aún falta más”.
–¿Cómo ve la partida de Leñero en lo familiar? ¿Como el hombre, el padre?
–Mi padre está siempre presente. Mi madre sigue viviendo en la misma casa que vivieron y en la que viví en la infancia y juventud, están sus cosas, y en su biblioteca todos sus libros. Está siempre presente, sabemos como familia que ha pasado el tiempo, pero es hasta ahora que ese duelo de alguna manera se ha empezado a asentar.
Esa biblioteca, relata, se rige por una regla familiar de que cualquiera de sus hijas o nietas puede tomar o leer el libro que guste. “Quizá ha disminuido un poco porque hay volúmenes que hemos tomado, pero además mi papá era así, le gustaba regalar los libros que tenía y procuraba alimentarla, pero la biblioteca sigue ahí y en algún momento pensamos en venderla, donarla; aún no sabemos”.
“Mi padre te hacía sentir que era un hombre muy serio, y sí, de entrada era así, un poco difícil quizá al inicio, pero ya que lograbas romper esa barrera, como quitar esas capitas de cebolla, te encontrabas con alguien muy sensible”.