MARCO
MARCO: la descentralización de la cultura
Desde hace tres décadas, el espacio regiomontano se convirtió en la punta de lanza para la desconcentración del país en materia de exhibición artística, expone su directora Taiyana Pimentel. Ubicado a un costado de la Macroplaza, fue diseñado por el arquitecto Ricardo Legorreta.MONTERREY, N. L. (Proceso).- La apertura del Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) en esta ciudad, en 1991, marcó el inicio de la descentralización de la cultura en México. Con anterioridad, las grandes exposiciones se presentaban, principalmente, en espacios de la capital del país, según estima Taiyana Pimentel, su directora.
Más allá de las centenares de exposiciones de miles de artistas que se han montado ahí en sus 32 años, el espacio museográfico, ideado por la iniciativa privada regiomontana, rompió con esa inercia que se concentraba en la Ciudad de México, dice la también curadora.
“Me atrevería a decir que MARCO es el símbolo más puntual de las políticas de descentralización cultural del país. Es el museo que ha alcanzado un posicionamiento global con mayor puntualidad dentro del país, fuera de la Ciudad de México”, dice.
Recuerda que al ser fundado, el espacio museográfico ubicado en el área de la Macroplaza contó con el respaldo financiero del gobierno del Estado, encabezado por Jorge Treviño, y de la iniciativa privada, y fue concebido como una de las últimas creaciones del arquitecto mexicano Ricardo Legorreta.
Se propuso crear en la capital de Nuevo León una alternativa a los recintos culturales importantes que existían en la Ciudad de México. Con anterioridad, la filántropa regiomontana Márgara Garza Sada, del Grupo Alfa, junto a la Fundación Televisa, con apoyo del gobierno del país, habían fundado el Museo de Arte Internacional Rufino Tamayo en 1981 en el Bosque de Chapultepec del entonces Distrito Federal.
Con esta experiencia exitosa, doña Margara Garza y el empresario Diego Sada convocaron a hombres de negocios de Nuevo León, como Alfonso Romo, Lorenzo Zambrano, Tomás González Sada, y Eugenio Clariond padre, entre otros, para hacer un propio espacio de exhibiciones al norte de México.
A partir de su creación se produjo un cambio en la forma de abordar la cultura y la difusión, dice la experta en historia del arte, de origen cubano.
“Con la fundación de MARCO vemos que la iniciativa privada entiende la necesidad de hacer una sinergia con el gobierno. Además del Rufino Tamayo y la Fundación Televisa, fuera de la capital el país no había espacios de exhibición. La política pública de los ochenta y los noventa era no meter arte contemporáneo en los museos”, comenta la directora de MARCO desde el 2019.
Esta nueva edificación contó, también, con la simpatía e impulso del entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, muy cercano a los círculos empresariales de Monterrey. Los principales aportadores para la obra, que tuvo un costo cercano a los 10.5 millones de dólares de entonces, fueron CEMEX, Cydsa, IMSA, Alfa y Vitro. Fomento Económico Mexicano (FEMSA) no hizo aportaciones, porque ya tenía su propio recinto, el Museo de Monterrey, en el área de la Cervecería, aunque en la actualidad se le reconoce como el principal patrocinador del espacio.
La primera exposición fue “Mito y Magia en América Latina: Los ochenta”, que permanece --hasta ahora-- como la más visitada en las tres décadas del recinto. Desde entonces se han realizado 260 exhibiciones, en las cuáles 153 artistas han presentado obra de manera individual, y más de 2 mil colectivamente.
Geometrías perfectas
El MARCO fue inaugurado el 28 de junio de 1991, pero por el encierro obligado de la pandemia no pudo celebrarse su 30 aniversario en el 2021, sino hasta el 28 de junio pasado.
Para la conmemoración se celebró una conferencia de prensa en la que participaron Alfonso González Migoya presidente del Consejo de Directores de MARCO, así como los miembros del Consejo de Directores fundadores Alfonso Romo y Eugenio Clariond, así como Yolanda Santos, quien estuvo de manera virtual.
Romo recordó que al plantearse la idea de crear un museo en Monterrey, se consideró un espacio como una ventana de la comunidad a través de la cual pudiera verse no sólo arte mexicano, sino del mundo entero.
“Pensamos en un espacio que fuera inspiración para los jóvenes, un medio de educación. Así como se formaron el TEC de Monterrey, la UDEM y la Universidad Regiomontana, había que empezar una avenida cultural en Nuevo León para equilibrar la razón con el corazón. Eso fue planteado y fue lo que me motivó”, dijo al evocar como se unieron empresarios y mecenas para iniciar la construcción del inmueble en 1988.
Pimentel comenta que el resultado de esa propuesta de los empresarios resultó en una edificación única, por la funcionalidad de sus espacios, con 16 mil metros cuadrados de construcción.
“El edificio de MARCO resume casi todos sus presupuestos arquitectónicos, en términos de geometrías perfectas, el manejo del color, el problema de los patios centrales. Legorreta dialogó con el tema de las fuentes y el uso del agua. Vemos ahora que el empresariado regiomontano tuvo una luz muy larga al posicionar Nuevo León en la cultura nacional a través del arte contemporáneo”, dice en entrevista.
En estos primeros 32 años, han acudido al MARCO 5.4 millones de personas, de las cuáles el 51% ha accedido de manera gratuita.
Taiyana Pimentel menciona que el MARCO tiene una clara estrategia a futuro planteada en tres puntos:
Exhibir a los artistas contemporáneos mexicanos que no han tenido revisión en alguno de los museos importantes del país (es el caso de Miguel Calderón, Pedro Reyes y Damián Ortega).
Realizar exposiciones para retomar a los artistas del norte del país que no han sido presentados en Monterrey y que ya se integraron a la construcción artística de México y al mundo (como son los artistas Mario García Torres, los colectivos Tercerunquinto y Marcela y Gina, y próximamente Los Lichis).
Mantener una cara internacional con la atracción de los artistas de sólido impacto.
Remata Pimentel con una defensa de lao presencial, pese a los avances tecnológicos que pueden ahora hacer presentaciones de exposiciones virtuales: Para ella, la sensación presencial jamás será superada por la experiencia de las muestras que pueden ser exhibidas a través de visitas que hacen reproducciones electrónicas de obras importantes dentro de espacios que no son museos:
“Hay una gran diferencia entre las experiencias inmersivas y la experiencia visual del muso. La experiencia inmersiva no es arte, porque se llega a un mundo ficcional donde no hablamos de representaciones artísticas, sino de un evento, vivencia que es muy diferente a lo que se siente frente a una producción artística”.
Las exposiciones en el MARCO hoy, son: “Miguel Rodríguez Sepúlveda, Fuga y Entropía”; “Julio Galán, Un conejo partido a la mitad”; “Intervención Luciano Matus”, y “El revés de la sombra no es el reflejo en el agua”, del colectivo Panósmico. La entrada es gratuita miércoles y domingos.